Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Dijimos que para Pablo tanto los judíos como los gentiles están esclavizados por el Pecado (que es otra manera de decir el Diablo) y necesitan para ser libres –como en la esclavitud real de aquel tiempo-- que alguien pague un rescate por ellos. Pero el esclavo por sí mismo no es un malvado. Sin embargo, el Pecado, como dueño del ser humano antes incluso durante la época mesiánica, según Pablo, puede hacer que un esclavo suyo cometa algo malo contra la Ley de su adversario, el Dios trascendente. Pero el no poder cumplir la Ley no quiere decir que la Ley sea en sí no es mala; es el ser humano el que no acierta a cumplirla por el influjo del Pecado. (Y contra la tendencia general a decir que Pablo abjuró del judaísmo por completo, es bueno recordar que es imposible que un apóstata del judaísmo haya podido escribir lo siguiente sobre la Ley como algo excelente: 12 Así que, la Ley es santa, y santo el precepto, y justo y bueno. 13 Así pues, ¿se convirtió lo bueno en muerte para mí? ¡De ningún modo! Sino que el Pecado, para que apareciera el pecado, por medio del bien, operó para mí la muerte, a fin de que el pecado resultara exageradamente pecador por medio del precepto (incumplido). 14 Sabemos, en efecto, que la Ley es espiritual, mas yo soy carnal, vendido bajo el (poder del) pecado. 15 No entiendo lo que hago; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que odio. 16 Y, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo con la Ley en que es buena; 17 pero entonces ya no soy yo quien obra, sino el Pecado que habita en mí. 18 Pues sé que nada bueno habita en mí, es decir, en mi carne, lo bueno; en efecto, querer el bien está junto a mí, mas el obrarlo, no: 19 pues no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero. 20 Y, si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el Pecado que habita en mí. 21 Descubro, pues, esta ley: que aun queriendo hacer el bien es el mal el que está a mi lado. 22 Pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior, 23 pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi mente y me esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 ¡Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor! Así pues, ciertamente, soy yo mismo quien con la mente sirve a la ley de Dios, mas con la carne, a la ley del pecado (Rom 7,12-25). Obsérvese que el Pecado está personalizado, como si fuera el Diablo, y cómo el pecado está ligado a la parte corpórea del ser humano, pensado como compuesto de materia (mala) y alma/espíritu = buenos (un dualismo de raíz claramente platónica). Y en este punto es donde Boccaccini, en su trabajo tantas veces citado, argumenta de nuevo que Pablo piensa al igual que el autor del Libro de las Parábolas de Henoc, a saber sostiene que tanto para el judío como para el gentil la salvación no está en un “apego heroico al cumplimiento de la Ley (es decir, pensar en Dios como el Dios de la justicia) sino en una intervención de la Misericordia divina que actúa aparte de la Ley. El texto básico a este respecto sería el siguiente: El mundo entero es reo ante Dios, 20 porque ninguna carne será justificada ante él por las obras de la Ley, pues la Ley no da sino el conocimiento del pecado.21 Pero ahora, sin la Ley, la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la Ley y los profetas; 22 la justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos los que creen, pues no hay diferencia alguna, 23 pues todos pecaron y están privados por su gracia de la gloria de Dios, 24 y son justificados gratuitamente, por la redención realizada en Cristo Jesús, 25 a quien dispuso Dios como propiciación, mediante la fe, por su sangre para mostrar su justicia, al no tener en cuenta los pecados pasados, 26 en la permisividad de Dios; para mostrar su justicia en el momento presente, para ser Él justo y justificador del que pertenece a la fe de Jesús. (Rom 3,19-26). Trataré de explicar este complicado texto, o quizás más bien un texto muy rico en sentido: • El mundo entero es reo ante Dios, 20 porque ninguna carne será justificada ante él por las obras de la Ley” quiere decir que tanto judíos como gentiles están en la época mesiánica (en la que vive Pablo) en una situación desesperada: nadie cumple la Ley divina. Ni los judíos a los que la divinidad ha otorgado un Ley completa y llena de detalles, ni tampoco los paganos, a quienes Dios ha grabado en sus corazones lo esencial de la Ley (el Decálogo, en aquellas normas que rigen el comportamiento básico del ser humano con Dios y las normas de convivencia entre los seres humanos = Rom 2,14-15 y ss.). Por ello, • “ninguna carne será justificada ante él por las obras de la Ley”: nadie es justo ante Dios por dos razones: a) porque nadie es capaz de cumplir la Ley entera y b) porque aunque la cumpliera, después de la falta de Adán y la maldad ínsita en el corazón humano, nadie puede ser declarado justo ante Dios sino por la Misericordia divina porque siempre tiene en su interior un substrato de pecado. • “sin la Ley”, quiere decir “aparte de la Ley”, es decir, no negando la Ley y su valor, pues al fin y al cabo ha sido Dios mismo el que la ha promulgado, sino como si Dios mirara hacia otro lado y dejara actuar a su Misericordia). • “por la fe de Jesucristo”: este sintagma es ambiguo en griego y en castellano, y puede significar tanto “por la fe que un creyente tiene en Jesucristo”, como “por la fe/fidelidad de Jesucristo mostrada en aceptar el plan divino que suponía su muerte en cruz. Cualquiera de las dos opciones es válida, aunque ahora muchos intérpretes de Pablo prefieren la segunda. • “la redención realizada en Cristo Jesús” no nos dice si la muerte de Jesús fue concebida por Pablo como un sacrificio auténtico (Dios se aplaca ante los pecados por la muerte de su Hijo) --concepción que repugna a la mentalidad moderna, empezando por los mismos teólogos de la liberación, que no aceptan que Pablo la defendiera-- , o bien que Cristo muriera por otra razón también inexplicada por Pablo (por ejemplo, que Jesús hubiera muerto solo por dar tiempo a que tanto los gentiles como los judíos tuvieran la posibilidad de convertirse Dios) aquí, pero que se supone que los lectores de la carta sabían. • “propiciación por su sangre”, es otra frase ambigua para nosotros, pues “propiciación (griego hilastérion) es un palabra muy conocida, pero no sabemos que significa aquí en Pablo. El Apóstol utiliza un lenguaje litúrgico del Antiguo Testamento donde el “propiciatorio” era --en la ley de Moisés (Lv 16,2)-- un objeto que estaba encima del arca de la alianza en el lugar más íntimo del Santuario, el santo de los santos, en donde se mostraba Dios como una nube, in explicr cómo “propiciaba”. Si leemos Levítico 16,3.5.9.12.15, veremos que la muerte sacrificial de un novillo es un “sacrificio por el pecado”, sin explicitar más. Pero en los vv. 14.18-20 la sangre del novillo y del macho cabrío sirve ante todo para purificar el santuario y el altar de las impurezas de los hijos de Israel, no para expiar los pecados individuales. Además, la expiación por los pecados del pueblo se logra por la emisión al desierto (Lv 16,21-22) de un macho cabrío, en el Día de la Expiación, el Yom Kippur, que no es sacrificado en el santuario. Así que para un lector gentil del siglo I la alusión de Pablo al propiciatorio, salvo que la hubiere explicado oralmente a sus conversos, quedaba muy oscura. En todo caso sólo quedaría semiclaro, por lo que escribe a continuación, “en la sangre” de Cristo, a saber que la redención realizada por Dios en Cristo es un acto que debe entenderse en el ámbito de los sacrificios del Templo (con derramamiento de sangre) y con su mismo efecto. Si esta interpretación es correcta y conforme a lo que creemos ser el sentido general del pensamiento de Pablo, la redención realizada en Cristo Jesús ha de referirse al evento de la cruz, que fue un suceso sangriento y lo más parecido a un sacrificio. • “al no tener en cuenta los pecados pasados, 26 en la permisividad de Dios”: es esto lo que denominamos Misericordia divina y que consiste simplemente en que Dios “mira para otro lado”. • “para mostrar su justicia en el momento presente, para ser Él justo y justificador”. Curiosamente, en este momento también Dios sigue siendo “justo”, pero su “justicia” hay que entenderla desde otra perspectiva, también paulina: Dios es “justo” porque siempre cumple sus promesas; en este caso por la alianza contraída con Abrahán, que implica también a los gentiles, puesto que Dios le prometió que él “sería padre de numerosos pueblos” (se sobreentiende, gentiles): Gn 17,5. • “el que pertenece a la fe de Jesús” se entiende mejor como “aquel que pertenece al grupo de los que creen en Jesús”, es decir, que lo aceptan como Mesías teniendo fe en él. Y en este momento que parece totalmente desesperado para el sr humano, puesto que no puede escapar por sí mismo Dios su situación desesperada es Dios reacciona, pues el hombre es incapaz de salir del control del Pecado si no viene una fuerza externa que lo rescate: 6 En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo oportuno (la plenitud de los tiempos, según Gál 4,4), Cristo murió por los impíos. 7 En verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atreva alguien a morir. 8 Dios presenta sus cartas de recomendación de que nos ama en que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. 9 ¡Cuánto más, pues, justificados ahora por su sangre, seremos salvados por él de la cólera (divina en el día del Juicio, que está cerca)! Estaba la humanidad sin fuerzas, como un esclavo agotado por su situación, y Dios justifica –es decir, lo declara amigo suyo perdonándoles los pecados pasados-- a pesar de que en el momento en el que lo perdona es un enemigo suyo… ¡por ser pecador! En estos quedan claras, pues dos ideas paulinas importantes: el ser humano no puede por sí mismo salir de la situación de pecado. Y se salva por pura Misericordia porque Dios lo perdona cuando aún es pecador. La Misericordia triunfa, pues, sobre la Justicia = la misma perspectiva que el Libro de las Parábolas de Henoc. Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 25 de Julio 2014
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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