CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Conclusión de “Ciudadano Jesús”. Respuestas a todas las preguntas (425-06 - B)

Hoy escribe Antonio Piñero


Concluyo hoy mi propósito de presentación objetiva del libro “Ciudadano Jesús”. Sigo con los rasgos que caracterizan lo que posiblemente pueda saberse del Jesús histórico:


• Jesús restringió su predicación a Israel y no fue un predicador universalista. Probablemente hizo una excepción con los samaritanos.

• Se dirigió de forma especial a los pecadores. Precisamente por orientar su predicación a todo Israel, Jesús centró su atención en los sujetos marginales necesitados de salvación desde un punto de vista religioso.

• Creyó que la instauración del Reino no dependería de los hombres, sino de Dios.

• El reino de Dios predicado por Jesús incluía la idea de un juicio, que implicaba tanto la salvación de unos como la condenación de otros.

• Jesús realizó acciones que tanto él como algunos de sus contemporáneos consideraron extraordinarias, como exorcismos y curaciones.

• Antepuso los aspectos morales a los rituales. En la enseñanza de Jesús el culto judío no es abolido, pero queda postergado ante los aspectos éticos. Su crítica del legalismo autocomplaciente y la concesión de primacía a la pureza interna, la misericordia y el amor --al pobre, al prójimo-- sobre el sacrificio están en continuidad con el espíritu del profetismo bíblico.

• Radicalizó la Torá, o Ley, si bien tal radicalización permanece en el marco de ella. Con otras palabras: Jesús no quebrantó ni abrogó la ley de Moisés.

• Jesús mantuvo polémicas con otros grupos religiosos de su tiempo, aunque este conflicto tiene lugar en el seno de acuerdos básicos en el marco de la común religión judía.

• Desde Galilea, Jesús fue a Jerusalén en la Pascua de su último año de vida (hacia el año 30 o 33 d.C.), sea para celebrar la fiesta y para predicar, o en espera de la instauración del Reino por parte de Dios,, aunque no para morir. Jesús no anunció su muerte de manera programática. Tales anuncios son inserciones posteriores en los Evangelios, como se deduce del comportamiento de los discípulos y de Jesús mismo en el relato de la Pasión.

• Protagonizó un incidente en el Templo. Aunque es incierto el sentido de la acción --¿limpieza cultual simbólica y profética de la futura restauración de Israel y del Templo mismo?--, la intervención en el santuario fue ejercida con cierta violencia y conllevó el impedimento temporal de la actividad comercial que debía realizarse para llevar a cabo los sacrificios. Esta purificación no significa en absoluto que Jesús aboliese el culto al Templo, sin todo lo contrario.

• Jesús fue arrestado –y decidida su ejecución- por motivos de índole sociopolítica.

• Jesús murió en tiempos de Tiberio, crucificado junto a varios bandoleros por los romanos. La muerte agravada en cruz estaba destinada a esclavos huidos o recalcitrantes y a rebeldes políticos contra el Imperio.

Ahora, tras haber delineados estos puntos de la figura de Jesús, que parecen bastante seguros, creo que podríamos responder a la pregunta que planteábamos al inicio: ¿fue Jesús un enigma? Ya adelantaba que pienso que no. La razón es ahora mucho más clara: tenemos datos suficientes como para conocer las líneas generales de Jesús, para situarlo y formarnos un juicio de cómo fue en esos puntos fundamentales. Sabemos más de Jesús que de muchos otros personajes históricos de importancia.

Creo que el lector habrá barruntado que el “enigma” se formó porque los evangelistas construyeron una “biografía” de Jesús basándose en dos líneas de elementos que no casan bien entre sí. Un elemento, la tradición de lo que había sido Jesús, que se imponía por la fuerza de los hechos y de la memoria. Otra, la reinterpretación espiritual, propia sobre todo de Pablo, e interpretación mística, del Evangelio de Juan.

Ambos elementos se superponen a la hora de delinear la biografía de Jesús porque los cuatro evangelistas, Juan incluido, ven en el fondo a Jesús con ojos fundamentalmente paulinos. Ahora bien: la reinterpretación paulina de Jesús y los datos históricos sobre el Jesús de la historia no casan bien en su mayor parte.

El lector puede observar que este resumen del “esqueleto” biográfico del Jesús, que creo histórico y que acabamos de presentar, dista bastante de la imagen del “Jesucristo” transmitida por la tradición eclesiástica en libros o en la predicación general. Entre una y otra imagen media la reinterpretación de Jesús por parte de sus seguidores, tanto judeocristianos como, sobre todo, judíos de la Diáspora, de mente más universalista, por medio de una nueva lectura interpretativa de los textos de las Escrituras a la luz de la creencia firme en su resurrección, en que Jesús no había muerto para siempre, sino que era el Viviente, que estaba a la derecha de Dios y que Éste lo había constituido “Señor y Mesías”.

No mucho tiempo después, en el lapso que media entra su muerte y la última edición del Evangelio de Juan, hacia el año 100, este Jesús había sido ya convertido en un Logos/Palabra divina, preexistente junto al Padre desde toda la eternidad, que por nosotros los hombres y por nuestros pecados había descendido desde el cielo, se había encarnado, proclamado la redención, sufrido una muerte redentora por todos los humanos, resucitado y vuelto al empíreo de donde procedía.

En el año 325 un concilio de la Iglesia universal proclamaba en Nicea contra el hereje Arrio que este Jesús era el Hijo eterno de Dios desde siempre, y que nunca había sido creado, sino engendrado por el Padre desde toda la eternidad: “Creemos en un solo Señor Jesucristo hijo único de Dios… Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza (griego homooúsios) que el Padre”.

En el año 451 el concilio de Calcedonia definió con más exactitud cual era la naturaleza eterna de este Logos / Jesús: tenía dos naturalezas, una divina y otra humana, pero era una sola persona, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad.


Y de este modo concluyo la presentación, sin comentarios (“Prólogo” – “Índice” – “Conclusiones”) del libro “Ciudadano Jesús. Respuestas a todas las preguntas”.


Es posible que este libro sea una guía suficiente para los no iniciados sobre cómo está hoy el sentir medio de la investigación independiente sobre lo que puede saberse de Jesús el Nazareno, como lo titula el evangelista Mateo.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com



Viernes, 18 de Mayo 2012


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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