CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero


He aquí algunas preguntas y respuestas:

Pregunta:

Encuentro que Jehová es el dios de los cristianos y musulmanes y Sabaot (el dios de la biblia) de los isrealíes. Quisiera preguntarle si usted opina similarmente o cuál es su opinión.

Respuesta:

No. Hay un par de malentendidos por su parte.
En primer lugar, la vocalización correcta es Yahvé, como nombre propio y no Jehová, que tiene las vocales de Elohá, el cual a su vez es ’El (o Elohim), una divinidad más antigua a la que Yahvé sustituye. Elohim y Yahvé acaban por confundirse. Alá no significa en árabe más que “Dios”. Por tanto, Yahvé y Alá son lo mismo.
Segundo: Sabaot, o hebreo Sebaot, se encuentra unas 280 veces en el Antiguo Testamento y es un adjetivo, o mejor, un epíteto de Yahvé. No se sabe bien la etimología, pero se considera que es el plural hebreo de sabáh = “ejército”. Por tanto, sería “Yahvé (o Dios) de los ejércitos (celestiales)”.

Pregunta:

Mi pregunta es: por qué motivo si los vocablos “Iesous” y “Xristós”, poseen un significado pagano, ¿cuál fue la razón por la que fueron utilizados éstos por los evangelistas, y por el contrario los nombres originales hebreos –que de alguna manera pertenecen a la lengua sagrada-, no fueron tomados en cuenta. ¿Acaso no existía la regla en ese entonces de que los nombres propios no deben ser traducidos? Formulo ahora una segunda pregunta dentro de esta, si me lo permite: ¿cuál es el nombre más correcto para Jesús, considerando que él era un rabino judío, y considerando además el lenguaje de la época? ¿Es Yeshúa, Yahshúah, Iehoshúa?

Respuesta:

Iesous y Christos no son vocablos paganos, sino la transcripción española de vocablos griegos. Por favor, busque en un diccionario bíblico cualquiera y le dará toda la información necesaria.
Jesús es nombre propio y Christós significa “ungido” en griego, y es la traducción normal de “mesías”. Naturalmente un ungido es un rey, un profeta, un atleta, pero no tiene sentido considerlo “pagano”.
Segundo: hay dos posibilidades científicas: bien Yehoshúah o bien Yeshúa (que es probablemente una abreviación). El significado es“Yahvé (Yah/Yeh) salva”.

¿Por qué se le llama también Jesucristo?

El vocablo es en realidad un nombre compuesto de “Jesús” y “Cristo” = griego christós, con el significado de “ungido”. La unión de los dos vocablos resultó un producto secundario de la frecuente lectura de las cartas de Pablo, quien utiliza con mucha frecuencia la expresión “Jesús mesías” = Iesoûs Christós -- > “Jesucristo”. Pablo emplea de tal modo la expresión que pronto pasó a entenderse casi como un nombre propio…, y luego sin el “casi”. Hoy día, muchos se refieren a Jesús indistintamente como “Cristo”, “Jesús” o “Jesucristo”. Sin embargo, cabría establecer una diferenciación:

• Jesús es el nombre propio de nuestro personaje, impuesto por su familia, que lo denominó “Jesús”/“Josué”

• “Cristo” es el nombre abreviado que expresa la figura de Jesús en cuanto iluminada por la fe: el mesías, ungido divino, cuyo origen está en la teología de Pablo, quien dibuja netamente en sus cartas su concepción del Cristo celestial.

• “Jesucristo” es la mezcla o fusión del Jesús histórico con el Cristo de la fe.


Pregunta:

Quería preguntarle sobre la mención al tributo romano de Jesús, es decir si la famosa frase de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios correspondería al Jesús histórico o sería una invención de los evangelistas. También quería preguntarle por el significado de la frase, si realmente a través de la ironía la voluntad de Jesús era menospreciar el tributo y que sus seguidores no lo pagasen entendiendo que era un impuesto extranjero que se pagaba a un estado opresor sobre el pueblo de Israel.

Respuesta:

Le respondo tomando notas de mi libro "Ciudadano Jesús". Editorial Atanor, Madrid, 2012. Si le es posible, consúltelo porque la mayoría de sus preguntas están respondidas ahí. También se responde a ello en mi libro "Guía para entender el Nuevo Testamento", Edtorial Trotta, 4ª edición 2011, que tiene versión electrónica adquirible.

La historia de esta famosa trampa a Jesús por parte de fariseos y herodianos está narrada en Mc 12,13-17. La interpretación tradicional de este episodio es: Jesús, de una manera sutil, afirmó que los judíos debían pagar el tributo al Emperador.
Esta exégesis tradicional tiene, sin embargo, un punto oscuro: contradice lo que Lucas afirma taxativamente en 23, 2 que dijeron las autoridades judías contra Jesús al acusarlo ante Pilato: “Hemos encontrado a éste pervirtiendo a nuestro pueblo: prohíbe pagar el tributo al César y dice ser el mesías”, frases que la inmensa mayoría de los investigadores afirman ser históricamente fidedignas. Si es así habría que suponer que Jesús se contradijo palmariamente en poco tiempo.
La solución a esta dificultad se halla en una recta interpretación del pasaje de Marcos y de sus paralelos en Mateo y Lucas. Para entender bien la situación ofrece la versión paralela de Lucas mejores pistas que la de Marcos
La solución se halla en los presupuestos implícitos de la historia. Los fariseos conocen bien la respuesta; lo que les interesa es que Jesús imparta una doctrina que puede costarle la vida, la de que no hay que pagar el tributo: envían a unos delegados que formulan a éste una pregunta de modo que tenga que exponer en público una enseñanza políticamente peligrosa: la tierra entera y los ciudadanos de Israel son propiedad de Dios. Y puesto que conocían bien el pensamiento de Jesús, los enemigos se mantienen al acecho para tenderle una trampa.


¿Dónde estaba la trampa de la pregunta?

Era bastante clara: en que si decía que sí, que había que pagar, se apartaba públicamente de su predicación sobre el Reino de Dios en Israel. Sí decía que no, con los romanos al lado y vigilantes, sería reo de un delito de sedición contra el Imperio. Podría ser apresado y condenado de inmediato a muerte.
Jesús entiende la naturaleza de la trampa y su respuesta a ella será un “no” –los judíos no deben pagar-, pero un “no” sólo claro para quienes supieran de qué iba la cosa, aunque para los romanos, que no conocían bien la teología de que Israel era sólo propiedad de Dios, la respuesta podía darse como satisfactoria, ya que no predicaba públicamente el no.
Jesús se escapa de la trampa hablando de la moneda concreta y no del tributo. Ahí está su astucia, que despista a los romanos. Pero los que lo conocían, incluidos los fariseos, sabían que eso era una respuesta positiva porque el tributo no era en sí la moneda y se podría pagar por otros medios.
Era claro para Jesús que el pago del tributo al César supondría admitir a éste como señor y por tanto ser infieles a la alianza con Yahvé, el único Señor. Y que esa doctrina no era la propia del Nazareno lo dan por supuesto los fariseos ya que era la enseñanza no sólo de Jesús, sino la mantenida por todos los judíos piadosos desde hacía muchos años, y Jesús era un piadoso.
Esta respuesta astuta confirma lo ya dicho: Jesús no deseaba morir en Jerusalén por lo que opone estratagema a estratagema. Por ellos Jesús procura ofrecer un doble sentido a su respuesta, engañoso voluntariamente. Pero los que lo conocían, incluidos los fariseos, sabían que eso era una respuesta positiva porque el tributo se podría pagar en otra moneda.
En síntesis: Jesús vino a decir con astucia y despistando a los romanos: si hay por ahí denarios concretos, podéis dárselos al César pues son suyos; pero el fruto de la tierra de Israel, el tributo, es sólo de Dios. Así pues, no debe pagarse el impuesto.


¿Por qué los evangelistas tenían interés en presentar la respuesta de Jesús como afirmativa: sí hay que pagar el tributo?

Muy probablemente por las circunstancias políticas de los momentos en los que se escribieron los Evangelios: después de la reciente derrota de los judíos en la Gran Guerra contra Roma, que había costado a ésta mucha sangre y dinero. Era prácticamente imposible presentar en el Imperio a un Jesús que negaba el pago del impuesto. Así que aprovecharon un acto de astucia de Jesús y dejaron que los lectores obtuvieran las consecuencias.

Además hacían de Jesús un precedente de la doctrina de Pablo en su Carta a los romanos “Es preciso someterse a las autoridades temporales no sólo por temor al castigo, sino por conciencia. Por tanto pagadles los tributos, pues son ministros de Dios ocupados en eso” (13, 5-6).

Pregunta:

Siempre escucho el argumento de que los relatos sobre el juicio a Jesús no son confiables, entre otras cosas, porque tal como dice Marcos 14:50, los discípulos huyeron, y por ende, no hubo nadie que fuera testigo. Pero, luego Marcos 14:54 dice que Pedro entró al palacio del sumo sacerdote. Luego, él sí pudo ser testigo de todo esto, ¿no?
Respuesta:

El texto de Marcos dice ciertamente que entró, pero ni siquiera insinúa que estuviera presente en las deliberaciones del Sanedrín; más bien que huyó en cuanto le sometieron a preguntas.

La desconfianza científica está plenamente justificada, porque en realidad no conocemos a los que están detrás de las noticias.

Es una tradición, y puede venir de conversos a la fe en el Mesías que estuvieron por los alrededores de los sucesos. Hay que aplicar el máximo rigor en el análisis de las fuentes.
En general hay que sospechar que son siempre interesadas.

Pregunta:

Tras visionar la película el Discípulo de E. R. Barrachina me pregunto qué razón puede haber para suprimir la escena del apresamiento de Jesús en el Monte de los Olivos... Esta escena me parece fundamental para entender lo que pasó verdaderamente. ¿Acaso no es histórico este episodio? ¿No está en todos los evangelios? Saludos.

Respuesta:

E. R. Barrachina, me consultó el guión, y de hecho a petición suya yo escribía algunas escenas, unas ocho, de las que luego hizo el uso que le pareció bien como director.
Yo no soy en absoluto responsable de la supresión. Busque en Internet y pregúntele las razones.

Barrachina es poeta, cineasta y periodista, pero no historiador. De hecho su formación en este aspecto es deficiente. Pero no todos podemos abarcar todo. Yo, por ejemplo, no sé nada de cine.

Saludos cordiales

Jueves, 28 de Agosto 2014


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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