CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos resumiendo y comentando, cuando sea oportuno [lo indico entre paréntesis cuadrados], el libro de D. Boyarin, The Jewish Gospels.

Si todos los judíos, o al menos un número sustancial de ellos [esta frase presupone que en tempos de Jesús casi todo el mundo sabía que “Hijo del Hombre” era un título cristológico, lo cual es bastante dudoso] esperaban que el mesías sería tanto divino como humano; por tanto, la creencia de que Jesús era Dios no significaba un punto de partida para la creación de una religión nueva [ni en Jesús ni en Pablo naturalmente], sino simplemente otra variante más --y no en concreto una desviación herética por el momento-- del polimorfo judaísmo del siglo I e.c.

La idea de que Jesús era realmente Dios, aunque refinada por la teología estrictamente trinitaria del Concilio de Nicea [325, de Éfeso 380 y de Calcedonia 451] se denomina “cristología elevada” en oposición a la “cristiología baja”, según la cual Jesús era esencial y únicamente humano, no Dios, aunque un maestro o profeta especialmente inspirado.

Por otra parte, las controversias cristológicas en torno a la divinidad de Jesús se han centrado en la discusión sobre si el Nazareno era divino porque era preexistente, o desde su nacimiento o por adopción divina en edad adulta [Tengamos en cuenta que en la Antigüedad el concepto de “adopción” era aún más “fuerte” e intenso que hoy día: se equiparaba mucho más a la generación natural]. Otras controversias fueron: ¿Cómo efectuó Jesús la salvación? ¿Por medio de la crucifixión, por su enseñanza o enseñando a los eres humanos a hacerse “divinos”?

En general, los investigadores han solido defender que la cristología baja era judía y que la alta, cristiana… por efecto de la influencia griega. Esta posición se ha sostenido tanto por investigadores judíos para desacreditar al cristianismo, como por estudiosos cristianos que deseaban distinguir nítidamente entre la “nueva religión” de la “antigua”. Los que defienden esta posición suelen ser investigadores protestantes “liberales” que sostienen que es imposible que los judíos tan monoteístas hayan podido sostener que su mesías pudiera ser divino. Pero este punto de vista defendido por unos y otros no puede mantenerse hoy día por lo que se ha escrito anteriormente.

Boyarin sostiene que la única manera de entender la teología de los evangelistas, que son todos judíos, es aceptar que la cristología elevada nació en suelo judío y como una parcela de la tradición judía que nace de una lectura atenta del Libro de Daniel. Adela Yarbro Collins ha defendido que existían en el siglo I e.c. dos tipos de creencia en la divinidad de un ser humano. El primero es funcional; ejemplo: un como hijo de hombre de Dn 7,13-14 + Libro de las parábolas de Henoc + algunos pasajes de los evangelios sinópticos. En este sentido un hombre es divino cuando ejercita –o se lo pinta anticipadamente como ejercitando— ciertas funciones divinas: monarca en el reino de Dios; juez universal; ser transportado por las nubes (propio sólo de Dios). El segundo sentido es ontológico: ser divino por esencia [como parece apuntar el Evangelio de Juan]. Boyarin sólo sostiene en este libro el primer tipo, y opina que la distinción entre “funcional y ontológica” es un producto de la reflexión griega posterior a la composición de los evangelios.

Opina Boyarin: si no se admite que la cristología elevada era un producto judío –aunque no admitido por todos los judíos— no se explica la reacción extremadamente hostil de algunos judíos cuando los Evangelios dibujan a un Jesús que afirma ser divino [Es más dudoso el que Boyarin sostenga que va a intentar demostrar que Jesús mismo, se sobreentiende el Jesús histórico, aunque no lo especifica se vio a sí mismo como el Hijo del Hombre divino]. Y pretende demostrarlo analizando dos pasajes difíciles del Evangelio de Marcos. Los lectores tienen la palabra:

El primero es Mc 2,4-12:

4 Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico.
5 Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.»
6 Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones:
7 «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?»
8 Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones?
9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate, toma tu camilla y anda?”
10 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice al paralítico -:
11 “A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.”»
12 Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida.»

El Hijo del Hombre tiene poder para perdonar los pecados porque la ha recibido, obviamente, de Dios. Esta afirmación procede de una lectura de Dn 7,13-14 (“13 Yo seguía contemplando en las visiones de la noche: Y he aquí que en las nubes del cielo venía como un Hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano y fue llevado a su presencia. 14 A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás”).

El vocablo “imperio” o “autoridad” es la traducción del arameo sltn [en español tenemos el arabismo “sultán”] griego eksousía. Y eso es lo que Jesús [¿histórico?] afirmaba al denominarse Hijo del Hombre y proclamar que Dios le había dado el poder de perdonar los pecados. Entonces los escribas reaccionan y contraatacan afirmando que Jesús “blasfema”, porque sólo Dios –que es único— tiene esa capacidad. Por tanto Jesús se hace Dios al estilo de esa segunda figura divina de Dn 7,13-14. Y eso supone que la divinidad es compleja, de algún modo es doble… ¡dos personas de algún modo! Los rabinos de siglos posteriores indicarán que esta noción era una herejía y la denominaron “la que sostenía la existencia de dos poderes en el cielo”… ¡por tanto nacida en suelo judío!

Seguiremos
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com


Viernes, 23 de Agosto 2013


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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