Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Seguimos con nuestro comentario crítico al Papiro “Jesús casado”. Pero antes debo indicar que creo que el papiro, el soporte formal de la escritura del texto copto discutido, es auténtico. Lo que se duda es si la escritura del texto en sí, las palabras escritas en él como tales, para las que se utiliza una tinta especial, es auténtica o es un producto falsificado en el siglo XX, por algún “experto” que toma el texto del Evangelio de Tomás copto y del Evangelio de María, como sostiene Francis Watson, de la Universidad de Durham, Reino Unido, y que es posible que también comentemos. Volvamos, pues, al texto del papiro: En boca de Jesús a sus discípulos se lee: “Mi mujer”: la lectura del texto copto es: “ta hime”, sintagma que se utilizaba en la vida normal para expresar la relación, también normal, de marido/mujer, es decir, la convivencia marital. Pero, insisto, quien habla en el papiro es muy probablemente Jesús el Revelador resucitado que, procedente de ámbito celeste, viene a la tierra durante un cierto tiempo (desde un día hasta 12 años, según las tradiciones) para enseñar/complementar a los discípulos/as los misterios del Reino de los cielos, que no hubo tiempo u ocasión de ser revelados durante su ministerio normal. Pero ¿cómo hay que entender “mi mujer”? Aquí vienen a colación los textos que presenté en mis dos primeras postales para comparación ilustrativa con el presente papiro y que saqué de mi libro “Jesús y las mujeres”. Con mucho, el más ilustrativo es el del Evangelio de Tomás copto, que repito aquí para comodidad de los lectores: Jesús dijo: Habrá dos descansando en una cama; uno morirá, el otro vivirá. Salomé dijo: ¿Quién eres tú, hombre, y de quién (provienes)? Te has reclinado sobre mi lecho y has comido en mi mesa. Jesús le dijo: Yo soy el que proviene del que es igual. Me ha sido dado de entre lo perteneciente a mi padre. (Salomé dijo): Yo soy tu discípula. (Jesús dijo): Por ello te digo: cuando alguien se hace igual (si el discípulo llega a ser igual), se llenará de luz; pero cuando se separa (si llega a estar dividido), se llenará de tiniebla (F. Bermejo, Todos los Evangelios, Edaf, Edición de Antonio Piñero, p. 447) Mi comentario es el siguiente: La frase clave para nuestro propósito es “Has subido a mi cama y has comido de mi mesa”, cuya intelección inmediata es: Jesús es el marido de Salomé, puesto que sólo el marido asciende a la cama de su mujer, es decir, se une a ella, y es también quien come con ella normalmente en su mesa. Naturalmente surgen inmediatamente dudas en la interpretación porque la respuesta de Jesús nada tiene que ver con el matrimonio o el sexo, sino que hace alusión a su calidad, como Revelador celestial, como “Hijo” del Padre trascendente. Y luego, inmediatamente, la ulterior respuesta de Salomé la presenta a ella misma en una relación clara de discípula respecto al Maestro. Algunos investigadores opinan que este difícil texto no debe interpretarse como una pregunta descontextualizada de Salomé sobre la identidad de Jesús. ¿Qué sentido tiene que de repente la esposa pregunte al marido al que conoce muy bien: “quién eres tú, hombre, y de quién (procedes)? Debe entenderse, por el contrario, como una reacción a la frase anterior del Revelador que contiene una amenaza para el final de los tiempos: “Habrá dos descansando en una cama; el uno morirá, el otro vivirá”. Es decir, uno se salvará y el otro se condenará. Entonces, al oír esta frase, con cierto temor, preguntaría Salomé: "¿Quién eres tú (entonces), hombre?", es decir, ¿a cuál de los dos tipos de hombre perteneces? La frase “Has subido a mi cama y has comido de mi mesa” debe unirse también a lo que sigue -“Yo soy tu discípula”- y significaría en ese caso: “Tú y yo formamos una pareja (espiritual, a tenor de lo que a continuación se afirma). ¿Acaso uno de los dos va a perecer, es decir, va a ser condenado?”. De ser así, Salomé no sería la pareja física de Jesús, sino la pareja espiritual al igual que puede serlo todo discípula perfecta. El propio espíritu de Salomé, como discípula perfecta, ya iluminada por la gnosis o conocimiento revelado, es pareja del espíritu de Jesús como maestro. Salomé, pues, podría estar inquiriendo por el destino de esa pareja de tipo gnóstico y espiritual formada por Jesús y ella. Entonces ¿por qué una metáfora sexual en boca de Salomé que puede inducir a equívoco a los lectores? Porque los gnósticos gustan de metáforas sexuales para designar la unión espiritual fuerte, ya que no encuentran en la naturaleza mejor metáfora para simbolizarla. Y ellos saben que por el contexto se entiende que no están hablando de sexo. La metáfora recalca lo que debe entenderse como una fuerte unión espiritual entre el maestro/revelador y su discípula. No hay que extrañarse de la expresión o metáfora sexual si se conoce algo de la literatura gnóstica. Si se admite esta interpretación, la referencia a la mesa podría entenderse entonces también como una alusión a Lc 17,35: “Habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada” con un significado parejo a lo que dice Jesús al principio de este logion: una se salvará; otra (no gnóstica) se condenará. Así se comprende también el final de la sentencia: “Si el discípulo llega a ser igual, se llenará de luz; pero si llega a estar dividido, se llenará de tiniebla”. “Ser igual” es ser uno –unión total- con el Revelador. “Estar dividido” es no ser uno, fundido con el Revelador. Resultado, el alma/espíritu que no es una con el Revelador no está en la luz/salvación, sino en la tiniebla/muerte/condenación. En conclusión: así interpretado en su contexto gnóstico, el logion 61 del Evangelio de Tomás no sirve para demostrar que Jesús y Salomé eran marido y mujer en un sentido usual y corriente del término, sino que formaban sólo una pareja espiritual, gnóstica. El contexto del logion es apocalíptico y destaca que la verdadera discípula de Jesús es su pareja espiritual y no sufrirá la condenación al final de los tiempos (Jesús y las mujeres, Aguilar, Madrid, 2008, p. 206. En conclusión: el texto del papiro puede tener la misma significación “mística” o simbólica. Continuará. Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 28 de Septiembre 2012
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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