CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero


De lo escrito se deduce fácilmente que la Biblia griega de los Setenta (LXX) recoge versiones de diferentes traductores, de muy variada calidad y de épocas distintas. A menudo también las traducciones de las diversas partes de un mismo libro, son diferentes en lengua, estilo y técnica de traducción, aunque se encuentran también marcadas coincidencias y rasgos comunes.

En general la calidad de las versiones es buena y tendente a la fidelidad literal. Eso ayuda mucho hoy día –aunque tengamos un concepto muy diferente de lo que es una buena traducción— para saber en todo momento qué texto hebreo subyace a los libros. Cada libro presenta características propias.

La versión de Proverbios y Job se aparta considerablemente del texto hebreo que conocemos, pero su griego es excelente. La traducción del Eclesiastés es, por el contrario, de una literalidad extremada y servil. A veces aparecen traslaciones de frases hebreas difícilmente inteligibles para un griego nativo.

En ocasiones los traductores proceden más libremente con el original hebreo, como quizás suceda con el libro de Job (el Job de los LXX es una sexta parte más breve que el texto “masorético”, es decir, el texto hebreo dotado de vocales y de la masora, o variantes de lectura y escritura de cada pasaje anotadas al margen del manuscrito).

En el caso de los Proverbios, los LXX se apartan también notablemente del original hebreo, quizás por tener un texto base distinto al que conocemos. Así, por poner un ejemplo, en Prov 8,22-31 la Sabiduría aparece más claramente que en el texto hebreo como figura divina personificada, engendrada por Dios y garante de una perfecta creación.


Las expresiones técnicas filosóficas griegas no tuvieron relevancia en la traducción de los Setenta más que en casos excepcionales, como veremos. Pero la influencia general de la mentalidad griega, la lengua término de la traducción, es indudable, como veremos, ya se tratara de una versión estrictamente literal o de una más libre.

Los Setenta llegaron a ser la fuente del lenguaje teológico del judaísmo helenístico y, por tanto, del cristianismo primitivo.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Viernes, 7 de Octubre 2011


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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