CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Fernando Bermejo

Durante los años 90 del tan cercano siglo pasado, cuando el mundo se dirigía hacia el fin de un milenio, una serie de grupos apocalípticos pusieron en práctica sus fantasías escatológicas de modos violentamente destructivos. El incidente más memorable, al menos para los estadounidenses, fue el trágico pulso de 1993 entre el FBI y la Rama de los Davidianos (una escisión de los cristianos Adventistas) que acabó con varias docenas de muertos en Waco, pero este fue solo uno de entre varios ejemplos en los telediarios de aquellos días. Aum Shinrikyo, un movimiento milenarista japonés (cuyo fundador, Shoko Asahara, se inspiró en parte en el libro del Apocalipsis), conmocionó a buena parte del mundo cuando lanzó un ataque químico con gas sarín en el metro de Tokio en 1995; la lucha de Hezbolá (“partido de Dios”) contra Israel, aunque sin duda estaba conformada por razones políticas muy concretas, se vio azuzada por la escatología milenarista chií.

La violencia apocalíptica, sin embargo, no empezó recientemente. Se ha sospechado a menudo que en la cultura judía cabe detectar conexiones entre una visión del mundo apocalíptica y la resistencia armada. ¿Por qué Jesús irrumpió en el Templo de modo violento durante su visita a Jerusalén, y por qué estaba acompañado en tal visita por un grupo de seguidores que portaban armas? ¿Por qué se rebelaron sus correligionarios judíos contra los romanos en el 66 e.c.? ¿Y por qué lo hicieron de nuevo en 132, bajo el liderazgo de Bar Kojbá? La respuesta, en opinión de muchos estudiosos, estriba en las fantasías apocalípticas, la espera en que el Fin de los Tiempos estaba muy cerca, y la convicción de que sería necesaria cierta violencia –además de la divina– para realizar las transformaciones políticas y religiosas que implicaba.

Es difícil probar de modo fehaciente el nexo entre escatología y violencia en el judaísmo antiguo. Una de las frustraciones de quienes buscan comprender la literatura del período del Segundo Templo radica en lo poco que conocemos de la relación entre textos y contextos, las circunstancias en que los textos fueron producidos, y cómo se concebía su funcionamiento. La literatura apocalíptica antigua se resiste a tal contextualización en la medida en que enmascara su autoría y las circunstancias a las que responde bajo el disfraz de la atribución pseudoepigráfica.

Hay, sin embargo, una posible excepción, que podría estar constituida por una obra descubierta entre los rollos del Mar Muerto, conocida como el “Rollo de la Guerra”. El título se refiere a una composición encontrada en la cueva 1 de Qumrán y conocida como 1QM (M = Milhamah, Guerra), aunque fragmentos de material similar se encontraron entre los rollos de las cuevas 4 y 11.

El Rollo de la Guerra es una suerte de manual de instrucciones para una guerra escatológica de 40 años que se esperaba que la comunidad, denominada “los hijos de la luz” (una terminología conocida para los lectores del Cuarto Evangelio) llevase a cabo contra sus enemigos, los “hijos de las tinieblas”, aliados con una fuerza demoníaca liderada por Belial, al final de los tiempos. El texto describe los pertrechos militares, la disposición del ejército, los planes de batalla, así como las plegarias y exhortaciones que serían pronunciadas por el sumo sacerdote y otros sacerdotes o levitas. Es, pues, una suerte de vademécum para la guerra santa de la comunidad, que acabaría por supuesto con la derrota de los hijos de las tinieblas.

No sabemos cuándo, o en qué circunstancias, fue compuesto el texto. Su dependencia respecto al libro de Daniel obliga a colocar su composición algo después del 165 a.e.c., época en que se datan varias relevantes secciones de ese libro. Su paleografía sitúa el terminus ad quem en el primer siglo a.e.c, pero los esfuerzos por datar 1QM con más precisión en el período macabeo o en el romano no han obtenido consenso (la frecuente identificación de los Kittim con los romanos, de la que fue un ferviente defensor Yigael Yadin, no es del todo segura; algunos estudiosos sitúan la composición del Rollo, o al menos una parte de él, en el s. II a.e.c., poco después de la revuelta macabea, y a esa luz identifican a los Kittim con los Seléucidas).

El interés que presenta el Rollo de la Guerra para el estudio de Jesús y de los orígenes del cristianismo es indirecto, pero no menor. Por un lado, su combinación de apocalíptica y violencia podría ayudar a arrojar luz sobre la existencia de una combinación semejante en el galileo. Por otro, aunque el género literario del texto difiere del género del libro del Apocalipsis, contiene –como ya reconocieron diversos estudiosos, v. gr. el católico Joseph Fitzmyer– muchos detalles que arrojan luz sobre ese escrito del Nuevo Testamento: el mismo motivo de la guerra santa contra los enemigos del pueblo de Dios, un uso similar de textos del Tanak (en especial, del libro de Daniel), de nombres simbólicos para adversarios, y del papel de los ángeles.

El Rollo de la Guerra es peculiar entre los textos apocalípticos judíos tempranos por su carácter prescriptivo, es decir, su esfuerzo no solo por narrar la guerra escatológica, sino por preparar a sus lectores a cómo combatir en ella. ¿Se puede ser más preciso a la hora de comprender el papel del Rollo de la Guerra en salvar la distancia entre la fantasía escatológica y la violencia de la vida real? Intentaremos responder a esta pregunta en sucesivos posts.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo

Miércoles, 18 de Julio 2012


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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