Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
El autor que ha defendido a capa y espada que Jesús, al utilizar esta palabra tan rara en el arameo (su lengua materna) de la época, manifestaba que él tenía conciencia de ser hijo de Dios de una manera especialísima, cercana a considerarse Dios de alguna manera es Joaquim Jeremias, un teólogo protestante alemán, de origen judío, ya fallecido, muy cercano en algunas de sus posiciones teológicas al catolicismo. En lengua española es muy conocido este autor sobre todo por sus publicaciones sobre “Jerusalén en tiempos de Jesús” (Cristiandad, Madrid, 1979), “Las parábolas de Jesús” (Verbo Divino, Estella 1986), “Abba, el mensaje central del Nuevo Testamento” (Sígueme, Salamanca 1993), “Teología del Nuevo Testamento” (Sígueme, Salamanca, 1993), etc. La tesis de Joaquim Jeremias a este propósito es en síntesis la siguiente: • Jesús se dirige frecuentemente a Dios con este vocablo. • El término aparece sólo muy pocas veces en textos judíos más o menos contemporáneos de Jesús, y nunca como invocación, es decir en el caso gramatical “vocativo”. • Aunque abba pertenece en principio al lenguaje coloquial y en concreto infantil (“papaíto”), el escaso uso judío indica que se empleaba también más ampliamente, como “padre”, y por los adultos. • De cualquier modo, la utilización especial por parte de Jesús de este vocablo indica una intimidad muy especial y totalmente nueva de Jesús respecto a Dios. La tesis ha tenido gran repercusión, sobre todo entre los católicos. En España, aparte de por los libros mismos del autor, de varias ediciones, muy leídos y citados ya que abre el camino para defender que Jesús se creía Dios, ha sido divulgada por el prestigioso teólogo católico Hans Küng, sobre todo en su obra Ser cristiano, Trotta, Madrid, 1987. A este respecto conviene hacer algunas observaciones críticas, que creo muy pertinentes. 1. No se puede afirmar que Jesús utilizaba muy frecuentemente la expresión, ya que sólo aparece una sola vez en todos los evangelios, sólo en Mc 14,36: “Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú”. Algunos exegetas opinan que de este texto no se puede afirmar con toda seguridad que proceda del Jesús histórico, ya que sólo está testimoniado una sola vez y por un solo evangelista. Y es norma que al fallar la denominada “atestiguación de múltiples fuentes”, hay que ser prudentes. Otros opinan que en el Nuevo Testamento el vocativo Abba aparece dos veces en las epístolas de Pablo, en Gálatas 4,6 y Romanos 8,15, pero en contexto litúrgico, lo que tiene sus consecuencias. He aquí los textos: Gál.: “La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!” Rom.: “Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!” En estos dos casos el contexto es una liturgia comunitaria, por lo que se ha deducido que tal exclamación quizá no provenga de Jesús, sino del uso comunitario postpascual y que luego fue puesto en boca de Jesús por algún profeta cristiano, y que así pasó a la tradición. Mi opinión al respecto es: este segundo argumento es meramente hipotético. Mejor es abstenerse de opinar en este caso. Respecto al primero, la escena de Getsemaní es tan dura, presenta a un Jesús tan meramente hombre, con una especie de duda grande de si aceptar o no la voluntad de Dios sobre su muerte, y con verdaderas angustias, que no tiene probabilidades de ser un relato meramente inventado por los cristianos, pues contradice la imagen de Jesús como Dios, todopoderoso, que ya se tenía comúnmente entre los ambientes que están detrás del Evangelio de Marco. Opino por tanto que, tal como aparece en el Evangelio de Marcos, está “teologizada” por la mano del evangelista, pero que representa la sustancia del asunto. Por tanto también, aunque el fondo sea verdad históricamente, al presentar tan fuertes signos de labor redaccional por parte de Marcos, del presente pasaje no se puede deducir con absoluta certeza histórica que Jesús empleara el vocablo Abba para dirigirse a Dios. Es probable, pero no seguro. Y en cualquier caso me parece falso que Jesús “empleara frecuente o masivamente esta palabra” para dirigirse a Dios. no hay pruebas de ellos en los Evangelios. De otros pasajes en los que aparece la palabra “Padre”, como Lc 10,21-22 “En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. 22 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” y Lc 11,2 (citado en la nota del día anterior) se ha dicho que el tal “Padre” recubre un arameo “abba” en el original. Este argumento tampoco vale como prueba, pues la reconstrucción del arameo subyacente es meramente hipotética. Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com ....................... Para los interesados, les comunico que en el otro blog que mantengo, "El blog de Antonio Piñero" (Manera de entrar: A. pinchando en la página presente, abajo a la derecha B. Escribiendo en Google, por ejemplo, "El blog de Anonio Piñero"), el tema de hoy es "Variantes y conjeturas en el texto de los Evangelios" De nuevo saludos
Sábado, 14 de Marzo 2009
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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