Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Este es el título, y subtítulo, de una obra que despertó vivamente mi interés por el tema en sí y por su autor, Paul Heinrich Dietrich, barón (Freiherr von) de Holbach, uno de los prohombres que formaron el humus en el que nació y se desarrolló la Ilustración en Francia y la Revolución francesa. Nació en Edesheim en 1723, en el Palatinado (Palfz), en Alemania y quedó huérfano a los siete años, pero un tío suyo, Franz –que había emigrado a París donde logró amasar un buena fortuna-- lo recogió en su casa parisina y le educó como hijo propio. Su tío lo envió a la Universidad de Leiden, donde estudio derecho, y posteriormente en Berlín y Mannheim donde frecuentó cursos diversos de mineralogía, historia natural geología y química. En 1749 volvió a París y se nacionalizó francés. Holbach redactó unos 400 artículos de La Enciclopedia, de Diderot, sobre temas de ciencias naturales, en especial física y química. Al heredar una buena parte de la fortuna de su tío se dedicó a fomentar las ciencias en general –hizo que se tradujeran al francés obras científicas alemanas e inglesas-- y sobre todo la filosofía y la religión. A partir de 1756 organizaba en su casa de París cenas / tertulias de temas científicos, sobre todo de religión, filosofía y política. Su buen estado económico le permitió dedicarse al estudio y publicar más de una docena de obras relativamente originales de una tonalidad deísta –finalmente más bien atea-- y materialista sobre temas de filosofía, religión y ética, siempre con un sesgo eminentemente crítico y, en la mayoría de los casos, muy anticlericales. El libro que comentamos se publicó en 1770 en Amsterdam, debido al riguroso control de la censura oficial en Francia. En vida de Holbach se hicieron unas 16 ediciones, aunque siempre limitadas, pues los libros eran caros y la gente que leía, escasa. Pronto fue conocido fuera de las fronteras de Francia y alcanzó fama como uno de los prototipos de librepensador en materias de ética y religión. Esta versión española, editada por Laetoli, Pamplona 2013, lleva de nuevo el marchamo de “Printed in the European Union”. Esto no lo hacen otros editores en la Unión Europea. Lo interpreto como un intento de “tocar las narices” (no ofende quien quiere, sino quien puede) gratuita e inútilmente –por la ocultación de España-- a los que nos sentimos navarros, andaluces, gallegos etc., y a la vez españoles y europeos y ciudadanos del mundo sin contradicción alguna. Me temo que esta “brillante” idea del editor hará que sus libros se vendan menos en su propio país. Por cierto: el tan denostado “nacionalismo español” es infinitamente más abierto, plural, comprensivo y comprehensivo, antitotalitario e incluso simpático que el resto de los nacionalismos hispanos, muy exclusivistas, cerrados, antipáticos, insultones y de un espíritu que concuerda más con el fascismo de lo que ellos mismos creen. La traducción de este libro es de José Vicente Garde, que me parece buena. Este volumen tiene un excelente apéndice de Andrew Hunwick, que me ha gustado e ilustrado mucho en su nota bibliográfica, en su apartado sobre Holbach y la religión y en su análisis-resumen y difusión de la obra presente. ISBN: 978-84-924222-66-1; 279 pp., incluido el anexo y las disquisiciones sobre los seguidores de Jesús, especialmente Pablo de Tarso, el establecimiento del cristianismo y un análisis muy crítico del panorama del Cristo hasta su época. Como casi siempre, ignoro el precio. Cuando Holbach publica esta “Historia crítica” tenía ya muy bien formada su idea de Dios y de la religión. Hunwick presume que en su postura muy crítica debió de influir la muerte casi repentina de su esposa a la edad de 25 años, evento para Holbach terrible; pero pienso que --aunque este extremo sea verdad-- las ideas principales de nuestro autor estaban ya bien formadas. Probablemente ayudó a radicalizarlas. Al escribir esta obra, Holbach parte ya de la premisa de que toda religión está fundada en el miedo y la ignorancia y en una negación del pensamiento racional. Si el mundo pueda progresar muy bien sin la idea de Dios, opinaba Holbach, lo importante es enseñar a toda la sociedad una moral que no estuviera fundada en el miedo al futuro y a una divinidad terrible, sino en la razón. Toda moral debe asentarse en el conocimiento científico y racional. La moral religiosa es nociva. Tenía nuestro autor un sentido elevado de su responsabilidad como educador de lectores, y a través de estoa a toda la sociedad, en una ética que pudiera ser asumida por todos y que estableciera, sin dudas “metafísicas”, un modo de comportamiento hiciera de los individuos algo más que meros seres humano, a saber seres sociales y felices. El citado Hunwick sostiene que Holbach no fue del todo original, ni mucho menos en la composición de esta crítica a los Evangelios, sino que se inspiró en una obra anterior, una suerte de “Vida de Cristo” que, como muchas otras habían circulado en Francia clandestinamente, anónimas y en copias manuscritas. Nuestro autor la corrigió, amplió, parafraseó, reescribió y añadió análisis y argumentos de su propia cosecha. Me parece útil citar a este epilogista cuando sintetiza la finalidad de la “Histría crítica de Jesucristo”: “Las ideas fundamentales de Holbach se encuentran claramente expresadas, o implícitas en la ‘Historia crítica de Jesucristo’. De hecho la intención de autor se expresa desde el primer párrafo del libro: hay que examinar atentamente la historia de Jesús . Las Escrituras son poco claras, ambiguas. El comportamiento de Jesús se parece al de un fanático poco juicioso, poco en consonancia con lo que uno esperaría de un Dios: no ha sido la luz del mundo. Todo lo contrario. El pueblo judío (y el de ahora) --bajo el yugo de los sacerdotes, sostenidos a la vez por los soberanos de este mundo, que no son émulos de su maestro divino, Jesús, en la dulzura-- se resigna a su profunda miseria convencido de que su sumisión ciega, bautizada como ‘fe’, es indispensable para su salvación en la otra vida y su protección contra la condena eterna. Las gentes no se atreven a hacer caso de sus dudas surgidas de su propia capacidad de razonamiento, tan poderoso es el control del clero sobre sus pensamientos. “Con el propósito de hacer un favor al género humano (y cumplir una suerte de misión ‘salvadora’) Holbach se propuso en la ‘Historia crítica de Jesucristo’ emprender un examen crítico de los relatos llegados hasta nosotros de la vida de quien (se dice) el fundador del cristianismo. El debate sobre los Evangelios ha de apoyarse en la razón, el único criterio aceptable de conocimiento. Pero Holbach avisa de que el lector puede estar tranquilo: es posible tener dudas sobre las Escrituras y ser una buena persona. El deseo anhelado al término de la obra es que llegue un tiempo en el que la humanidad no esté ya aterrorizada por el clero ni sufra sus expolios tanto morales como materiales (p. 108). Entonces, según el último párrafo de la obra, la religión será sustituida por el triunfo de la razón y de la naturaleza, por un sistema ético y moral opuesto a la religión e independiente de ella” (pp. 247-248). Al final de su extenso “Prólogo” Holbach advierte al lector de que “Hará bien en recordar que una sola falsedad, un solo absurdo (la razón ha sido –por hipótesis creada por Dios mismo-- una sola contradicción, una sola equivocación bien demostrada en el Evangelio bastará para hacerlo sospechoso, e incluso para echar por tierra la autoridad de un libro que debe ser perfecto en todos sus detalles, si es cierto que es la obra, en ultimo término, de un Ser infinitamente perfecto. Un incrédulo, al ser solamente un hombre, tiene a veces ‘razones’ para discurrir muy mal, pero a un Dios, o a sus órganos, no les está permitido jamás contradecirse ni desvariar” (p. 22). Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid Www.antoniopinero.com
Viernes, 9 de Mayo 2014
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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