Bitácora
Insulza: entre Hamlet y Maquiavelo
José Rodríguez Elizondo
Cuando José Miguel Insulza quiso potenciar el perfil democrático de la OEA, Fidel Castro lo trató de “bobito”. Cuando criticó el cierre del canal RCTV, a mediados de este año que se va, Hugo Chávez lo insultó con menos delicadeza. Acto seguido, Mario Vargas Llosa lo maltrató por quedarse con los insultos: “su ominoso silencio avergüenza a los latinoamericanos que creemos en la democracia”, escribió.
¿Palos porque bogas y porque no bogas?
No tan simple. En enero ya era evidente la vigilancia desde Caracas y Washington. Motivo formal: la dedicación preferente de Insulza a la política chilena desafiaba la Carta de la OEA, que sólo reconoce, para sus funcionarios, la patria del sistema (La Tercera, 11.1.07). Motivo real: tal dedicación no iba acompañada de una actitud clara respecto a las peleas, estridentes o sordas, del binomio Chávez-Bush.
Dado que Insulza optó por mantenerse en la cuerda floja, hoy está recibiendo una segunda andanada, encabezada por el Instituto Republicano, el Washington Post y el Wall Street Journal. Lo nuevo es que esta vez mandan los neoconservadores y unen los motivos de acusación. Según ésta, el hombre no actúa contra los desplantes autoritarios de Chávez, por tener un ojo en la OEA y el otro en la Moneda.
Leído al trasluz, esto significa que le perdonarían cualquier instrumentalización de la OEA, si se la jugara por la Casa Blanca. Pero, claro, eso es ignorar que tal opción lo obligaría a una ingratitud flagrante, pues Insulza llegó al cargo gracias al lobby de Ricardo Lagos ante Chávez y a contrapelo de George W. Bush.
Ante este cuadro, la defensa de Insulza, expresada por personalidades como Dante Caputo, ex canciller argentino y alto funcionario de la OEA; Javier Illanes, diplomático chileno, y el periodista Fernando Paulsen, equivale a prestarle un paraguas para capear un huracán.
Al sostener que los éxitos de la OEA son evidentes pero invisibles, que financieramente está mejor que ayer y que el pánzer no se manda sólo, parecen ignorar que el problema no está en la alta capacidad intelectual y administrativa de Insulza, sino en su pretensión de surfear sobre el conflicto principal.
Cuatro cosas
Si procesara esos datos, sin autocomplacencia, Insulza debiera asumir cuatro cosas: Una, que la OEA fue otro de esos caballos regalados por Chávez, a los que alguien debió mirarle el diente. Dos, que para “enchularla” como criadero y no cementerio de elefantes, tendría que manejarla con la audacia política de un predestinado. Tres, que tal osadía supone hasta usar las escalas de sus enemigos para ascender. Cuatro, que la insultadera de Chávez fue una escala que no habría desperdiciado un buen lector de Maquiavelo.
Si Insulza es remolón con ese aprendizaje, seguirá siendo factor de estrategias ajenas y la OEA se convertirá en su paráfrasis del dilema de Campoamor: “si me la dejas me mata / si me la quitas me muero”. A mayor abundamiento, esto ya se lo están advirtiendo los políticos más frontales de la Concertación.
El 16 de este mes, el diputado Jorge Tarud lo conminó: “si quiere ser candidato, tiene que venirse a Chile”. Al día siguiente, en la Fundación Chile 21, el senador Carlos Ominami planteó que los presidenciables de la coalición, por no estar en los debates internos, son parte de los problemas y no de la solución.
En resumen, para conquistar la gran cumbre Insulza debe asumir riesgos burocráticos, cambiar –si es preciso- las reglas del juego de la OEA, no dejarse pautear por los encuestadores y desmarcarse de quienes lo siguen marcando.
Para todo eso, Hamlet no es el modelo indicado.
Publicado en La Tercera el 30.12.07.
Editado por
José Rodríguez Elizondo
Escritor, abogado, periodista, diplomático, caricaturista y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21, José Rodríguez Elizondo es en la actualidad profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Su obra escrita consta de 30 títulos, entre narrativa, ensayos, reportajes y memorias. Entre esos títulos están “El día que me mataron”, La pasión de Iñaki, “Historia de dos demandas: Perú y Bolivia contra Chile”, "De Charaña a La Haya” , “El mundo también existe”, "Guerra de las Malvinas, noticia en desarrollo ", "Crisis y renovación de las izquierdas" y "El Papa y sus hermanos judíos". Como Director del Programa de Relaciones Internacionales de su Facultad, dirige la revista Realidad y Perspectivas (RyP). Ha sido distinguido con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2021), el Premio Rey de España de Periodismo (1984), Diploma de Honor de la Municipalidad de Lima (1985), Premio América del Ateneo de Madrid (1990) y Premio Internacional de la Paz del Ayuntamiento de Zaragoza (1991). En 2013 fue elegido miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales.
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