Bitácora
HAY MÉTODO EN LA LOCURA DE EVO
José Rodríguez Elizondo
En el pleito boliviano-chileno ante la Corte Internacional de Justicia, Evo Morales y sus acompañantes no esperan que un fallo les entregue una salida soberana al mar por territorio de Chile. No son tan ilusos. Lo que esperan es avanzar en una estrategia de mediano y largo plazo, bajo cobertura jurídica, para crear las condiciones que les permitan desentenderse del tratado de límites de 1904, sin el costo de un encontronazo. Es una variable de lo que los teóricos de la Defensa llaman "aproximación indirecta".
Publicado en El Mercurio, 21 de marzo de 2018
Siguiendo una estrategia de aproximación indirecta, los tuits de Evo Morales desde La Haya, su presencia en la sala del tribunal, la reingeniería de la historia a cargo de abogados extranjeros y el reivindicativo himno naval cantado a coro ante los medios, fueron un emplazamiento en bloque. Los jueces, en cuanto funcionarios de la ONU, deben privilegiar la justicia inmanente de su causa, por sobre el "derecho formal", para garantizar la paz y seguridad internacionales. Para ese efecto, basta con que obliguen a Chile a negociar y soslayen la vigencia del Tratado de 1904
Ha sido el punto más alto de la ofensiva política de Morales, desde que constitucionalizara la necesidad de poner fin, unilateralmente, a dicho tratado de límites. Además, con sus alusiones a Antofagasta "siempre nuestra" dejó en claro que, en jerga política boliviana, hoy es un "recuperacionista" (revanchista), con cuatro objetivos cardinales: a) inducir una gran unidad nacional contra Chile, b) potenciar la agresividad de los agentes de su "poder duro", c) debilitar internacionalmente el "poder blando" de Chile, y d) acaparar fuerzas políticas para seguir gobernando. Obviamente, el último objetivo es el que ha generado los tres primeros.
Por parte chilena, tras una década de política exterior concentrada en La Haya, sin éxitos reales, se sigue jugando lealmente el juego de la razón jurídica ante la CIJ. Se quiere creer que allí la legalidad internacional domina la realidad política y se olvida que la Carta de la ONU -mandatoria para sus jueces- homologa "los principios de la justicia y del derecho internacional". Desde esa fe conmovedora, un ex canciller insistió, hace poco, en que Chile había ganado claramente el juicio contra el Perú. Esto, porque la CIJ acogió la "sólida tesis jurídica" sobre el paralelo del hito 1. Los 21.000 kilómetros cuadrados de mar que, creatividad mediante, adjudicó al Perú y los 30.000 que convirtió en aguas internacionales eran harina de otro costal.
En el clímax del pleito que Morales nos ha propinado a los chilenos, eso habría que tenerlo muy presente. Él intuye que, según aprecien la envergadura del conflicto, los jueces pueden dar rienda suelta a su "creatividad". Por ello, no ha vacilado en enriquecer su repertorio de provocaciones, en la misma sede de la CIJ, importándole un comino que eso pueda disgustar a los litigantes ortodoxos.
Puede que algunos de nuestros expertos arrisquen la nariz. Quieren creer que los jueces se fastidian ante ese tipo de audacias, o que antes se sentían halagados porque nuestros gobernantes no intervenían para nada. Sin embargo, los hechos les están diciendo que, manipulando el Derecho, el Presidente boliviano ha ilusionado a los suyos, desconcertado a una minoría de chilenos y alzado el umbral de un conflicto mayor.
Parafraseando a Shakespeare, Morales está demostrando que "hay método en su locura", porque su afán de poder sigue siendo más fuerte.
Siguiendo una estrategia de aproximación indirecta, los tuits de Evo Morales desde La Haya, su presencia en la sala del tribunal, la reingeniería de la historia a cargo de abogados extranjeros y el reivindicativo himno naval cantado a coro ante los medios, fueron un emplazamiento en bloque. Los jueces, en cuanto funcionarios de la ONU, deben privilegiar la justicia inmanente de su causa, por sobre el "derecho formal", para garantizar la paz y seguridad internacionales. Para ese efecto, basta con que obliguen a Chile a negociar y soslayen la vigencia del Tratado de 1904
Ha sido el punto más alto de la ofensiva política de Morales, desde que constitucionalizara la necesidad de poner fin, unilateralmente, a dicho tratado de límites. Además, con sus alusiones a Antofagasta "siempre nuestra" dejó en claro que, en jerga política boliviana, hoy es un "recuperacionista" (revanchista), con cuatro objetivos cardinales: a) inducir una gran unidad nacional contra Chile, b) potenciar la agresividad de los agentes de su "poder duro", c) debilitar internacionalmente el "poder blando" de Chile, y d) acaparar fuerzas políticas para seguir gobernando. Obviamente, el último objetivo es el que ha generado los tres primeros.
Por parte chilena, tras una década de política exterior concentrada en La Haya, sin éxitos reales, se sigue jugando lealmente el juego de la razón jurídica ante la CIJ. Se quiere creer que allí la legalidad internacional domina la realidad política y se olvida que la Carta de la ONU -mandatoria para sus jueces- homologa "los principios de la justicia y del derecho internacional". Desde esa fe conmovedora, un ex canciller insistió, hace poco, en que Chile había ganado claramente el juicio contra el Perú. Esto, porque la CIJ acogió la "sólida tesis jurídica" sobre el paralelo del hito 1. Los 21.000 kilómetros cuadrados de mar que, creatividad mediante, adjudicó al Perú y los 30.000 que convirtió en aguas internacionales eran harina de otro costal.
En el clímax del pleito que Morales nos ha propinado a los chilenos, eso habría que tenerlo muy presente. Él intuye que, según aprecien la envergadura del conflicto, los jueces pueden dar rienda suelta a su "creatividad". Por ello, no ha vacilado en enriquecer su repertorio de provocaciones, en la misma sede de la CIJ, importándole un comino que eso pueda disgustar a los litigantes ortodoxos.
Puede que algunos de nuestros expertos arrisquen la nariz. Quieren creer que los jueces se fastidian ante ese tipo de audacias, o que antes se sentían halagados porque nuestros gobernantes no intervenían para nada. Sin embargo, los hechos les están diciendo que, manipulando el Derecho, el Presidente boliviano ha ilusionado a los suyos, desconcertado a una minoría de chilenos y alzado el umbral de un conflicto mayor.
Parafraseando a Shakespeare, Morales está demostrando que "hay método en su locura", porque su afán de poder sigue siendo más fuerte.
Editado por
José Rodríguez Elizondo
Escritor, abogado, periodista, diplomático, caricaturista y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21, José Rodríguez Elizondo es en la actualidad profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Su obra escrita consta de 30 títulos, entre narrativa, ensayos, reportajes y memorias. Entre esos títulos están “El día que me mataron”, La pasión de Iñaki, “Historia de dos demandas: Perú y Bolivia contra Chile”, "De Charaña a La Haya” , “El mundo también existe”, "Guerra de las Malvinas, noticia en desarrollo ", "Crisis y renovación de las izquierdas" y "El Papa y sus hermanos judíos". Como Director del Programa de Relaciones Internacionales de su Facultad, dirige la revista Realidad y Perspectivas (RyP). Ha sido distinguido con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2021), el Premio Rey de España de Periodismo (1984), Diploma de Honor de la Municipalidad de Lima (1985), Premio América del Ateneo de Madrid (1990) y Premio Internacional de la Paz del Ayuntamiento de Zaragoza (1991). En 2013 fue elegido miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
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