Bitácora
Gestión de Bolivia en La Haya “conviene” a Chile
José Rodríguez Elizondo
Entrevista a José Rodríguez Elizondo
Para el ex diplomático y analista internacional José Rodríguez Elizondo, el «téngase presente» de Bolivia a la Corte de La Haya no fue sorpresa. Ya hace un año, en uno de sus libros, había advertido que La Paz “está en la misma línea peruana de la judicialización de los conflictos de poder”.
Pero, aunque tiene claro que, el gobierno boliviano se ha embarcado en la elaboración de “un sistema —o coartada— para denunciar unilateralmente el Tratado de Límites de 1904 y así construir un caso jurídico contra Chile”, también sostiene que la presentación de Bolivia (en la que señala su interés en el juicio donde Perú intenta desconocer el actual límite marítimo con nuestro país) puede terminar siendo útil a la posición chilena.
—En otro de sus libros, Ud. planteó que un objetivo de la demanda de Lima es bloquear cualquier solución a la mediterraneidad de Bolivia que pase por ex territorios peruanos. ¿Los bolivianos están haciendo esa misma lectura?
—En 2004 yo planteé el tema como hipótesis académica y después lo estructuré como ensayo periodístico en la revista Mensaje. Percibí dos tipos de reacción: silencio total en Chile, y rechazo en dos tiempos del embajador Juan Miguel Bákula (q.e.p.d.), entonces principal ideólogo de la posición peruana. Primero fue un franco debate por correo electrónico, en el cual me decía que aquello jamás estuvo en su intención ni en la de Alan García (primera Presidencia). Luego, en un libro de 2008, Bákula optó por descalificar mi hipótesis de manera pública. Habló de “una extraña interpretación”. Lo notable fue que, pocos meses después, Evo Morales transformó mi hipótesis en tesis boliviana. Fue cuando acusó a Alan García de haber demandado a Chile a sabiendas de que iba a perder, pues su objetivo sólo era “perjudicar a Bolivia”. ¿Y cómo?... pues, bloqueándole una salida al mar por Arica. Con esos antecedentes, el “téngase presente” actual sería una versión judicializada de la dura denuncia de Morales.
—En sus contactos con expertos peruanos, ¿ha accedido a antecedentes que confirmen su tesis?
—Salvo esa reacción de Bákula, no existe análisis que yo conozca. Por eso, vale la pena contar que el origen de mi hipótesis estuvo en una entrevista de 2001 al general y ex presidente peruano Francisco Morales Bermúdez. Este homólogo e interlocutor de los generales Pinochet y Bánzer en la época de los Acuerdos de Charaña, me explicó la relación entre la presión boliviana —que estaba recibiendo— y su variable de una salida soberana al mar para Bolivia con administración tripartita sobre el puerto de Arica. Años después, cuando creció el ruido de la demanda peruana, observé que Morales Bermúdez ni siquiera mencionó el tema de un posible conflicto marítimo con Chile. Ni en los años de Charaña ni en el año de la entrevista. Raro, pues la supuesta peruanidad del mar adyacente a Arica pudo ser motivo suficiente para negar su acuerdo a Bánzer y Pinochet en 1975 o para desconocer carácter fronterizo a los tratados de 1952 y 1954. Un historiador contrafactual diría que, de haberse aceptado la variable tripartita, Bolivia habría accedido, soberana, al segmento oceánico que hoy está en litigio en La Haya, por la línea del paralelo y sin bisectriz que lo modificara.
—¿Conviene o perjudica a Chile la presentación boliviana?
—Conviene… siempre que aceptemos que los actos jurídicos no existen en el vacío y son indivisibles de su motivación. Me explico: la iniciativa boliviana podría servir para probar que lo determinante en la estrategia peruana no fueron las nuevas tendencias del Derecho del Mar, sino la necesidad de evitar la presencia de un “país tampón” en la confluencia del mar peruano con el de Chile.
—¿Puede generar algún efecto en un tribunal que supuestamente sólo considera antecedentes jurídicos?
—Los jueces de cualquier tribunal suelen consignar en sus sentencias sólo elementos que tengan respaldo en el Derecho. Pero ninguno podría formarse un juicio propio si no examina los hechos que anteceden al Derecho o si ignora la Teoría de la Causa. Esa es la esencial complejidad del contencioso chileno-peruano: los hechos que se asumirán, sin ser mencionados en el fallo.
—¿Cómo se explica la fuerte reacción de la Cancillería chilena?
—Tal vez porque el aventurerismo jurídico del gobierno boliviano fue excesivo. Pero aquí cabe una pregunta paralela y complementaria: ¿Cómo se explica el silencio de la Cancillería peruana?
—¿No tiene razón la Cancillería chilena cuando señala que Bolivia no tiene nada que ver con lo que se ve en La Haya ni puede pretender algún tipo de derechos sobre la zona?
—Tiene toda la razón. Según la Carta de la Corte, también podrían ser actores los Estados que tengan “un interés de orden jurídico” que pueda ser afectado por el fallo. Bolivia no lo tiene. Sólo tiene expectativas de negociación con sus vecinos que sí tienen interés jurídico real en el Pacífico. El que a esas expectativas las califique como “derechos” es una simple curiosidad semántica. Un oxímoron.
— ¿Cómo cabe manejar el factor Bolivia de forma tal de no quedar Chile cazado hacia adelante?
—Sólo me atrevo a decir que Bolivia debe reposicionarse en el terreno de la racionalidad política y jurídica, para que pueda volver a negociar con Chile como lo venía haciendo. Para estos efectos, la racionalidad consiste en asumir que en el mundo real de los hechos y del Derecho siempre hay problemas que no tienen solución. Lo sabio, entonces, es no plantear la soberanía como un sine qua non y empezar a contemplar la postergada vía de la integración.
Publicado en La Segunda, 14.7.11
Pero, aunque tiene claro que, el gobierno boliviano se ha embarcado en la elaboración de “un sistema —o coartada— para denunciar unilateralmente el Tratado de Límites de 1904 y así construir un caso jurídico contra Chile”, también sostiene que la presentación de Bolivia (en la que señala su interés en el juicio donde Perú intenta desconocer el actual límite marítimo con nuestro país) puede terminar siendo útil a la posición chilena.
—En otro de sus libros, Ud. planteó que un objetivo de la demanda de Lima es bloquear cualquier solución a la mediterraneidad de Bolivia que pase por ex territorios peruanos. ¿Los bolivianos están haciendo esa misma lectura?
—En 2004 yo planteé el tema como hipótesis académica y después lo estructuré como ensayo periodístico en la revista Mensaje. Percibí dos tipos de reacción: silencio total en Chile, y rechazo en dos tiempos del embajador Juan Miguel Bákula (q.e.p.d.), entonces principal ideólogo de la posición peruana. Primero fue un franco debate por correo electrónico, en el cual me decía que aquello jamás estuvo en su intención ni en la de Alan García (primera Presidencia). Luego, en un libro de 2008, Bákula optó por descalificar mi hipótesis de manera pública. Habló de “una extraña interpretación”. Lo notable fue que, pocos meses después, Evo Morales transformó mi hipótesis en tesis boliviana. Fue cuando acusó a Alan García de haber demandado a Chile a sabiendas de que iba a perder, pues su objetivo sólo era “perjudicar a Bolivia”. ¿Y cómo?... pues, bloqueándole una salida al mar por Arica. Con esos antecedentes, el “téngase presente” actual sería una versión judicializada de la dura denuncia de Morales.
—En sus contactos con expertos peruanos, ¿ha accedido a antecedentes que confirmen su tesis?
—Salvo esa reacción de Bákula, no existe análisis que yo conozca. Por eso, vale la pena contar que el origen de mi hipótesis estuvo en una entrevista de 2001 al general y ex presidente peruano Francisco Morales Bermúdez. Este homólogo e interlocutor de los generales Pinochet y Bánzer en la época de los Acuerdos de Charaña, me explicó la relación entre la presión boliviana —que estaba recibiendo— y su variable de una salida soberana al mar para Bolivia con administración tripartita sobre el puerto de Arica. Años después, cuando creció el ruido de la demanda peruana, observé que Morales Bermúdez ni siquiera mencionó el tema de un posible conflicto marítimo con Chile. Ni en los años de Charaña ni en el año de la entrevista. Raro, pues la supuesta peruanidad del mar adyacente a Arica pudo ser motivo suficiente para negar su acuerdo a Bánzer y Pinochet en 1975 o para desconocer carácter fronterizo a los tratados de 1952 y 1954. Un historiador contrafactual diría que, de haberse aceptado la variable tripartita, Bolivia habría accedido, soberana, al segmento oceánico que hoy está en litigio en La Haya, por la línea del paralelo y sin bisectriz que lo modificara.
—¿Conviene o perjudica a Chile la presentación boliviana?
—Conviene… siempre que aceptemos que los actos jurídicos no existen en el vacío y son indivisibles de su motivación. Me explico: la iniciativa boliviana podría servir para probar que lo determinante en la estrategia peruana no fueron las nuevas tendencias del Derecho del Mar, sino la necesidad de evitar la presencia de un “país tampón” en la confluencia del mar peruano con el de Chile.
—¿Puede generar algún efecto en un tribunal que supuestamente sólo considera antecedentes jurídicos?
—Los jueces de cualquier tribunal suelen consignar en sus sentencias sólo elementos que tengan respaldo en el Derecho. Pero ninguno podría formarse un juicio propio si no examina los hechos que anteceden al Derecho o si ignora la Teoría de la Causa. Esa es la esencial complejidad del contencioso chileno-peruano: los hechos que se asumirán, sin ser mencionados en el fallo.
—¿Cómo se explica la fuerte reacción de la Cancillería chilena?
—Tal vez porque el aventurerismo jurídico del gobierno boliviano fue excesivo. Pero aquí cabe una pregunta paralela y complementaria: ¿Cómo se explica el silencio de la Cancillería peruana?
—¿No tiene razón la Cancillería chilena cuando señala que Bolivia no tiene nada que ver con lo que se ve en La Haya ni puede pretender algún tipo de derechos sobre la zona?
—Tiene toda la razón. Según la Carta de la Corte, también podrían ser actores los Estados que tengan “un interés de orden jurídico” que pueda ser afectado por el fallo. Bolivia no lo tiene. Sólo tiene expectativas de negociación con sus vecinos que sí tienen interés jurídico real en el Pacífico. El que a esas expectativas las califique como “derechos” es una simple curiosidad semántica. Un oxímoron.
— ¿Cómo cabe manejar el factor Bolivia de forma tal de no quedar Chile cazado hacia adelante?
—Sólo me atrevo a decir que Bolivia debe reposicionarse en el terreno de la racionalidad política y jurídica, para que pueda volver a negociar con Chile como lo venía haciendo. Para estos efectos, la racionalidad consiste en asumir que en el mundo real de los hechos y del Derecho siempre hay problemas que no tienen solución. Lo sabio, entonces, es no plantear la soberanía como un sine qua non y empezar a contemplar la postergada vía de la integración.
Publicado en La Segunda, 14.7.11
Editado por
José Rodríguez Elizondo
Escritor, abogado, periodista, diplomático, caricaturista y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21, José Rodríguez Elizondo es en la actualidad profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Su obra escrita consta de 30 títulos, entre narrativa, ensayos, reportajes y memorias. Entre esos títulos están “El día que me mataron”, La pasión de Iñaki, “Historia de dos demandas: Perú y Bolivia contra Chile”, "De Charaña a La Haya” , “El mundo también existe”, "Guerra de las Malvinas, noticia en desarrollo ", "Crisis y renovación de las izquierdas" y "El Papa y sus hermanos judíos". Como Director del Programa de Relaciones Internacionales de su Facultad, dirige la revista Realidad y Perspectivas (RyP). Ha sido distinguido con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2021), el Premio Rey de España de Periodismo (1984), Diploma de Honor de la Municipalidad de Lima (1985), Premio América del Ateneo de Madrid (1990) y Premio Internacional de la Paz del Ayuntamiento de Zaragoza (1991). En 2013 fue elegido miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales.
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