Bitácora
El mar pasa por Perú
José Rodríguez Elizondo
Evo Morales
Estamos viviendo un momento entusiasmante y delicado con Bolivia. Lo primero, porque, tras las crisis del sexenio pasado, los dioses de la polémica están cansados y la opinión pública binacional disfruta del carisma andino de Evo Morales y la calidez humana de Michelle Bachelet. Todos entienden que es mejor conversar sobre la aspiración marítima boliviana desde la amistad formalizada -con relaciones diplomáticas- que desde la enemistad informal que nos manifestara Carlos Mesa.
Pero como solía advertir el ex canciller Carlos Martínez Sotomayor, para no reincidir en el error estratégico de crear expectativas infundadas, lo delicado está en regular los entusiasmos. Así lo recordó ayer el canciller Alejandro Foxley, al apuntar que "para no frustrar a nuestros pueblos" no hay que confundir una meta con un primer paso.
Aun aceptando que el Tratado de 1904 es revisable de común acuerdo (intangible sólo es la divinidad), nadie debe olvidar los dos puntos básicos de cualquier negociación: a) una salida "soberana y útil" para Bolivia sólo podría hacerse por territorios ex peruanos y b) para ceder esos territorios no nos mandamos solos: requerimos la voluntad de Perú, en virtud de una cláusula del Tratado de 1929 propuesta, al parecer, por el ex canciller chileno Conrado Ríos Gallardo.
Para no volver a los exasperantes juegos del pasado, debemos recordar que el "abrazo de Charaña" de 1975, con militares gobernando en los tres países concernidos, marcó un momento de máximo sinceramiento. En lo principal, mostró que Chile podía negociar una salida soberana al mar para Bolivia. Pero también mostró, de manera simultánea, que el Perú rechazaba la alternativa simple de decir "sí o no". Su gobernante, el general Francisco Morales Bermúdez, aprovechó la coyuntura para manifestar aspiraciones propias sobre Arica, bajo la forma de un polo de desarrollo trinacional.
Por cierto, la creación de expectativas infundadas se vincula con la carencia de una doctrina nacional en forma respecto de la pretensión de Bolivia. A fines del sexenio pasado, tal déficit se manifestó en la invocación de la bilateralidad como una suerte de dogma diplomático y en la relativa pasividad de los partidos de la Concertación ante las visitas de Ricardo Lagos a Bolivia y de Evo Morales a Chile.
Por ese vacío se coló la manifestación con que nuestra minoritaria izquierda extrasistémica recibió al Presidente boliviano. Ese 10 de marzo, con el terreno político a su disposición, cinco mil personas lo ovacionaron y su eslogan "mar para Bolivia" recorrió el mundo. Muchos chilenos se sorprendieron ante tan estupendo regalo internacionalista. La sorpresa aumentó cuando el ex jefe naval y senador UDI, Jorge Arancibia, se manifestó dispuesto a negociar una salida soberana al mar.
En rigor, la izquierda extrasistémica sólo demostró que no tenemos una posición monolítica sobre un tema "duro" de conquista y soberanía. Sin embargo, el canciller boliviano, David Choquehuanca, entendió su gesto como una posición global del "pueblo chileno", concordante con "el apoyo total" que recibieron de los otros invitados a la transmisión del mando. El Presidente Morales, por su lado, ya comunicó a sus diplomáticos que las relaciones con Chile deben vincularse a la solución del problema marítimo.
Por lo señalado, y aunque la emergencia de Ollanta Humala parezca una mala señal, Chile debiera explorar la posibilidad previa de una política común con el Perú. Al respecto, es sabio el reconocimiento anterior del ex canciller Gabriel Valdés sobre la "trilateralidad" del problema. También es preciso estudiar la conveniencia de someter cualquier eventual acuerdo a la ratificación ciudadana, como dijo el diputado y ex diplomático Jorge Tarud.
En definitiva, nuestra Presidenta tendrá que persuadir a su colega Morales de que el restablecimiento de relaciones diplomáticas es un must para Chile, pero no nos permite ir más allá de lo que es legal y políticamente posible. El espacio decisorio es estrecho para expectativas demasiado anchas.
Artículo publicado en el diario chileno La Tercera el 23-03-2006.
Pero como solía advertir el ex canciller Carlos Martínez Sotomayor, para no reincidir en el error estratégico de crear expectativas infundadas, lo delicado está en regular los entusiasmos. Así lo recordó ayer el canciller Alejandro Foxley, al apuntar que "para no frustrar a nuestros pueblos" no hay que confundir una meta con un primer paso.
Aun aceptando que el Tratado de 1904 es revisable de común acuerdo (intangible sólo es la divinidad), nadie debe olvidar los dos puntos básicos de cualquier negociación: a) una salida "soberana y útil" para Bolivia sólo podría hacerse por territorios ex peruanos y b) para ceder esos territorios no nos mandamos solos: requerimos la voluntad de Perú, en virtud de una cláusula del Tratado de 1929 propuesta, al parecer, por el ex canciller chileno Conrado Ríos Gallardo.
Para no volver a los exasperantes juegos del pasado, debemos recordar que el "abrazo de Charaña" de 1975, con militares gobernando en los tres países concernidos, marcó un momento de máximo sinceramiento. En lo principal, mostró que Chile podía negociar una salida soberana al mar para Bolivia. Pero también mostró, de manera simultánea, que el Perú rechazaba la alternativa simple de decir "sí o no". Su gobernante, el general Francisco Morales Bermúdez, aprovechó la coyuntura para manifestar aspiraciones propias sobre Arica, bajo la forma de un polo de desarrollo trinacional.
Por cierto, la creación de expectativas infundadas se vincula con la carencia de una doctrina nacional en forma respecto de la pretensión de Bolivia. A fines del sexenio pasado, tal déficit se manifestó en la invocación de la bilateralidad como una suerte de dogma diplomático y en la relativa pasividad de los partidos de la Concertación ante las visitas de Ricardo Lagos a Bolivia y de Evo Morales a Chile.
Por ese vacío se coló la manifestación con que nuestra minoritaria izquierda extrasistémica recibió al Presidente boliviano. Ese 10 de marzo, con el terreno político a su disposición, cinco mil personas lo ovacionaron y su eslogan "mar para Bolivia" recorrió el mundo. Muchos chilenos se sorprendieron ante tan estupendo regalo internacionalista. La sorpresa aumentó cuando el ex jefe naval y senador UDI, Jorge Arancibia, se manifestó dispuesto a negociar una salida soberana al mar.
En rigor, la izquierda extrasistémica sólo demostró que no tenemos una posición monolítica sobre un tema "duro" de conquista y soberanía. Sin embargo, el canciller boliviano, David Choquehuanca, entendió su gesto como una posición global del "pueblo chileno", concordante con "el apoyo total" que recibieron de los otros invitados a la transmisión del mando. El Presidente Morales, por su lado, ya comunicó a sus diplomáticos que las relaciones con Chile deben vincularse a la solución del problema marítimo.
Por lo señalado, y aunque la emergencia de Ollanta Humala parezca una mala señal, Chile debiera explorar la posibilidad previa de una política común con el Perú. Al respecto, es sabio el reconocimiento anterior del ex canciller Gabriel Valdés sobre la "trilateralidad" del problema. También es preciso estudiar la conveniencia de someter cualquier eventual acuerdo a la ratificación ciudadana, como dijo el diputado y ex diplomático Jorge Tarud.
En definitiva, nuestra Presidenta tendrá que persuadir a su colega Morales de que el restablecimiento de relaciones diplomáticas es un must para Chile, pero no nos permite ir más allá de lo que es legal y políticamente posible. El espacio decisorio es estrecho para expectativas demasiado anchas.
Artículo publicado en el diario chileno La Tercera el 23-03-2006.
Editado por
José Rodríguez Elizondo
Escritor, abogado, periodista, diplomático, caricaturista y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21, José Rodríguez Elizondo es en la actualidad profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Su obra escrita consta de 30 títulos, entre narrativa, ensayos, reportajes y memorias. Entre esos títulos están “El día que me mataron”, La pasión de Iñaki, “Historia de dos demandas: Perú y Bolivia contra Chile”, "De Charaña a La Haya” , “El mundo también existe”, "Guerra de las Malvinas, noticia en desarrollo ", "Crisis y renovación de las izquierdas" y "El Papa y sus hermanos judíos". Como Director del Programa de Relaciones Internacionales de su Facultad, dirige la revista Realidad y Perspectivas (RyP). Ha sido distinguido con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2021), el Premio Rey de España de Periodismo (1984), Diploma de Honor de la Municipalidad de Lima (1985), Premio América del Ateneo de Madrid (1990) y Premio Internacional de la Paz del Ayuntamiento de Zaragoza (1991). En 2013 fue elegido miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales.
Libros de José Rodríguez Elizondo
Últimos apuntes
Archivo
Enlaces
Tendencias21
-
Revelan por accidente un mundo perdido de 280 millones de años de antigüedad en los Alpes italianos
20/11/2024 17:57 -
Revelan por accidente un mundo perdido de 280 millones de años de antigüedad en los Alpes italianos
20/11/2024 17:57 -
La IA ya está ocupando puestos de trabajo
19/11/2024 17:45 -
La IA ya está ocupando puestos de trabajo
19/11/2024 17:45 -
Un videojuego puede eliminar los pensamientos negativos
18/11/2024 17:38
Blog latinoamericano de Tendencias21
Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850