Bitácora
CHILE, BOLIVIA Y LA CORTE RIZAN EL RIZO
José Rodríguez Elizondo
En América Latina la judicialización de los conflictos internacionales está desplazando a la negociación diplomática tradicional. Por esa vía, los tribunales -en especia la Corte de La Haya- se están saliendo de sus casillas onusianas y, en vez de dirimir controversias jurídicas, están definiendo conflictos de poder, Lo notable es que, al hacerlo se inmiscuyen en tareas propias del Consejo de Seguridad, con el riesg de crear desbarajustes mayores. Ese es el contenido del siguiente artículo.
Publicado en El Mercurio de 1.4.2015
Hay quienes, de puro complicados, traducen el Quijote desde el ruso o abren con ariete una puerta que estaba sin llave. Los españoles los definen con una metáfora burlona: dicen que les gusta "rizar el rizo".
Aquí demostraré que con Bolivia y los jueces de La Haya, los chilenos estamos en una afanosa competencia de rizadores de rizos. Para explicarlo me remito a la Carta de la ONU, artículo 33, que da pautas sobre el arreglo pacífico de las controversias que puedan comprometer la paz o la seguridad internacional.
Primera pregunta: ¿Es el caso de la aspiración de Bolivia?
Respuesta: Hay jurisprudencia. Desde su creación en 1825, Bolivia aspira a asumir soberanía sobre Arica, que entonces era peruana. Con ese tema en el corazón, ha combatido tres guerras: una contra el Perú, otra confederada con parte del Perú contra Chile y la última como aliada del Perú contra Chile.
Segunda pregunta: ¿Sigue vigente Arica como su objetivo?
Respuesta: Cedo la palabra a Carlos Mesa, historiador, ex Presidente boliviano y actual vocero de Evo Morales. En texto donde analiza mi prólogo al libro "El Tratado de 1904", de José Miguel Concha y Cristián Garay, dice que:
-Arica es el nudo gordiano de la historia trilateral de Chile, Perú y Bolivia.
-Chile es un subrogante de facto del Perú respecto de la búsqueda de una solución.
-El carácter de honor nacional que tiene Arica para el Perú es una cuestión de primerísima importancia que chilenos y bolivianos no hemos considerado.
-No hay otro camino que Arica si no queremos el "absurdo impracticable" de partir el territorio de Chile.
Vuelvo al artículo 33 y me remito a su lista de seis medios específicos para solucionar controversias, que pueden recomendar el Consejo de Seguridad o escoger las partes: negociación, investigación, mediación, conciliación, arbitraje y arreglo judicial.
Como cualquier hermeneuta sabe, el primer lugar de un listado suele designar lo más idóneo, y el último, lo más improbable. Sobre esa base, la lista privilegia la negociación y su mención al "arreglo judicial", ni siquiera alude a la Corte de La Haya. Al parecer, subentiende que las controversias de alta intensidad no suelen ser solo jurídicas.
Tercera pregunta: ¿Por qué Bolivia desestimó la negociación directa?
Respuesta: Porque en sus negociaciones directas con Chile no obtuvo lo que pretendía: un corredor soberano a través de Arica, hasta el mar y sin contrapartidas. Por eso, ahora pide una "negociación protegida". Esto es, una que produzca ese resultado, con el patrocinio del órgano judicial de la ONU.
Ese es el rizo que riza Bolivia: una orden judicial de negociar, para negociar a la orden. Equivale a una alianza que permita intimidar a Chile, y por eso es tan notable que la Corte no haya rechazado, de oficio, esa instrumentalización política.
Cuarta pregunta: ¿Por qué Chile también riza el rizo?
Respuesta: Porque nos resignamos a ese proceso rizado, en vez de plantear en voz muy alta, preferentemente presidencial, tres puntos principales:
Primero, que estamos llanos a una negociación que no seccione a Chile y que no viole el artículo 1° del Protocolo Complementario del Tratado de 1929.
Segundo, que para ceder soberanía sobre Arica, ese texto exige "un previo acuerdo" con Perú y no una simple anuencia.
Tercero, que las negociaciones anteriores con Bolivia fracasaron porque quisimos ignorar los dos puntos anteriores.
Me explico:
Los chilenos ya sabemos que negociar directamente con Bolivia una salida soberana al mar por Arica, con la posterior anuencia del Perú, nunca fue viable. Para los diplomáticos peruanos el orden de los factores era de la esencia del producto, pues una anuencia posterior no es "un previo acuerdo" y, si no se otorga, se parece a un veto. A mayor abundamiento, las tesis del almirante Faura sobre inexistencia de frontera marítima con Chile tenían un claro componente de retorsión contra el bilateralismo ariqueño de Chile y Bolivia. Agrego que Conrado Ríos Gallardo, el canciller y negociador chileno del Tratado de 1929, advirtió proféticamente este problema en 1950, en la prensa de la época y, luego, en su libro sobre las fronteras con Bolivia.
Por último, de asumir la Corte que tiene competencia para fallar la demanda boliviana, tendría (en teoría) dos posibilidades básicas: rechazarla o acogerla. La primera la complica, pues equivaldría a un mea culpa por haberle dado tramitación. La segunda obligaría a Chile a negociar con Bolivia, sin o con pautas previas, por lo cual la solución final ya no sería judicial. En rigor, dependería de la primera medida del artículo 33 de la Carta de la ONU, que debiera recomendar -y sin pautas- el Consejo de Seguridad.
Rizado estaría, entonces, todo lo que había que rizar.
Hay quienes, de puro complicados, traducen el Quijote desde el ruso o abren con ariete una puerta que estaba sin llave. Los españoles los definen con una metáfora burlona: dicen que les gusta "rizar el rizo".
Aquí demostraré que con Bolivia y los jueces de La Haya, los chilenos estamos en una afanosa competencia de rizadores de rizos. Para explicarlo me remito a la Carta de la ONU, artículo 33, que da pautas sobre el arreglo pacífico de las controversias que puedan comprometer la paz o la seguridad internacional.
Primera pregunta: ¿Es el caso de la aspiración de Bolivia?
Respuesta: Hay jurisprudencia. Desde su creación en 1825, Bolivia aspira a asumir soberanía sobre Arica, que entonces era peruana. Con ese tema en el corazón, ha combatido tres guerras: una contra el Perú, otra confederada con parte del Perú contra Chile y la última como aliada del Perú contra Chile.
Segunda pregunta: ¿Sigue vigente Arica como su objetivo?
Respuesta: Cedo la palabra a Carlos Mesa, historiador, ex Presidente boliviano y actual vocero de Evo Morales. En texto donde analiza mi prólogo al libro "El Tratado de 1904", de José Miguel Concha y Cristián Garay, dice que:
-Arica es el nudo gordiano de la historia trilateral de Chile, Perú y Bolivia.
-Chile es un subrogante de facto del Perú respecto de la búsqueda de una solución.
-El carácter de honor nacional que tiene Arica para el Perú es una cuestión de primerísima importancia que chilenos y bolivianos no hemos considerado.
-No hay otro camino que Arica si no queremos el "absurdo impracticable" de partir el territorio de Chile.
Vuelvo al artículo 33 y me remito a su lista de seis medios específicos para solucionar controversias, que pueden recomendar el Consejo de Seguridad o escoger las partes: negociación, investigación, mediación, conciliación, arbitraje y arreglo judicial.
Como cualquier hermeneuta sabe, el primer lugar de un listado suele designar lo más idóneo, y el último, lo más improbable. Sobre esa base, la lista privilegia la negociación y su mención al "arreglo judicial", ni siquiera alude a la Corte de La Haya. Al parecer, subentiende que las controversias de alta intensidad no suelen ser solo jurídicas.
Tercera pregunta: ¿Por qué Bolivia desestimó la negociación directa?
Respuesta: Porque en sus negociaciones directas con Chile no obtuvo lo que pretendía: un corredor soberano a través de Arica, hasta el mar y sin contrapartidas. Por eso, ahora pide una "negociación protegida". Esto es, una que produzca ese resultado, con el patrocinio del órgano judicial de la ONU.
Ese es el rizo que riza Bolivia: una orden judicial de negociar, para negociar a la orden. Equivale a una alianza que permita intimidar a Chile, y por eso es tan notable que la Corte no haya rechazado, de oficio, esa instrumentalización política.
Cuarta pregunta: ¿Por qué Chile también riza el rizo?
Respuesta: Porque nos resignamos a ese proceso rizado, en vez de plantear en voz muy alta, preferentemente presidencial, tres puntos principales:
Primero, que estamos llanos a una negociación que no seccione a Chile y que no viole el artículo 1° del Protocolo Complementario del Tratado de 1929.
Segundo, que para ceder soberanía sobre Arica, ese texto exige "un previo acuerdo" con Perú y no una simple anuencia.
Tercero, que las negociaciones anteriores con Bolivia fracasaron porque quisimos ignorar los dos puntos anteriores.
Me explico:
Los chilenos ya sabemos que negociar directamente con Bolivia una salida soberana al mar por Arica, con la posterior anuencia del Perú, nunca fue viable. Para los diplomáticos peruanos el orden de los factores era de la esencia del producto, pues una anuencia posterior no es "un previo acuerdo" y, si no se otorga, se parece a un veto. A mayor abundamiento, las tesis del almirante Faura sobre inexistencia de frontera marítima con Chile tenían un claro componente de retorsión contra el bilateralismo ariqueño de Chile y Bolivia. Agrego que Conrado Ríos Gallardo, el canciller y negociador chileno del Tratado de 1929, advirtió proféticamente este problema en 1950, en la prensa de la época y, luego, en su libro sobre las fronteras con Bolivia.
Por último, de asumir la Corte que tiene competencia para fallar la demanda boliviana, tendría (en teoría) dos posibilidades básicas: rechazarla o acogerla. La primera la complica, pues equivaldría a un mea culpa por haberle dado tramitación. La segunda obligaría a Chile a negociar con Bolivia, sin o con pautas previas, por lo cual la solución final ya no sería judicial. En rigor, dependería de la primera medida del artículo 33 de la Carta de la ONU, que debiera recomendar -y sin pautas- el Consejo de Seguridad.
Rizado estaría, entonces, todo lo que había que rizar.
Editado por
José Rodríguez Elizondo
Escritor, abogado, periodista, diplomático, caricaturista y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21, José Rodríguez Elizondo es en la actualidad profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Su obra escrita consta de 30 títulos, entre narrativa, ensayos, reportajes y memorias. Entre esos títulos están “El día que me mataron”, La pasión de Iñaki, “Historia de dos demandas: Perú y Bolivia contra Chile”, "De Charaña a La Haya” , “El mundo también existe”, "Guerra de las Malvinas, noticia en desarrollo ", "Crisis y renovación de las izquierdas" y "El Papa y sus hermanos judíos". Como Director del Programa de Relaciones Internacionales de su Facultad, dirige la revista Realidad y Perspectivas (RyP). Ha sido distinguido con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2021), el Premio Rey de España de Periodismo (1984), Diploma de Honor de la Municipalidad de Lima (1985), Premio América del Ateneo de Madrid (1990) y Premio Internacional de la Paz del Ayuntamiento de Zaragoza (1991). En 2013 fue elegido miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
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