Bitácora
CHILE, BOLIVIA Y CARETAS
José Rodríguez Elizondo
Los alegatos de los abogados bolivianos y chilenos en La Haya fueron seguidos con toda atención en el Perú. Y no por interés en la aplicación del derecho internacional, sino porque sus expertos saben que es Arica -provincia peruana antes de la guerra del Pacífico- el territorio que pretenden los bolivianos pragmáticos, para tener una salida soberana al mar. Es el tema de la siguiente entrevista, publicada en la prestigiosa revista Caretas.
¿Qué le parece lo más novedoso en los alegatos bolivianos?
El montar un caso en que todos pierden: Bolivia, porque los jueces no pueden asignarle soberanía sobre territorios chilenos; Chile, porque su “poder suave” quedó lastimado al enfrentar un juicio humillante, y la Corte de La Haya, por meterse en camisa de once varas.
¿En qué consiste esa camisa?
En asumir, de manera imprudente, competencia ante una demanda artificiosa, Esto le debió quedar claro con el doble discurso boliviano que sus jueces debieron soplarse: el de los abogados internacionales, pidiendo una justicia que hiciera ineficaz un tratado de límites y el de Evo Morales, confesando que lo suyo era recuperar Antofagasta. Es decir, revertir los resultados de una guerra que él llama “invasión”, para embolinar la perdiz. Por eso, los jueces hoy arriesgan convertirse en los clásicos “aprendices de brujo”. En lugar de dirimir una controversia para desactivar un conflicto, pusieron un escenario global, que potencia el conflicto y fortalece a un líder que está lejos de garantizar la paz y sensatez internacionales.
Parece una jugada demasiado arriesgada por parte de Evo…
El es supremamente audaz y lo que ha hecho es una típica “fuga hacia adelante”. Y más en términos de poder personal que de interés nacional. Su señuelo es el mar con soberanía a corto plazo, objetivo incrustado en el alma boliviana. Pero su objetivo real es la reelección indefinida, con base en lo que he llamado “estrategia de aproximación indirecta”. Esta implica debilitar a Chile para luego -conseguido ese objetivo- volverse hacia el Perú. Me explico: si acepta que recuperar Antofagasta es imposible, acondicionará a los suyos para aceptar lo que los bolivianos del poder han buscado desde 1825: soberanía sobre Arica, que nunca fue boliviana.
¿Qué posibilidades tiene Chile de que sus argumentos resulten triunfantes ante la Corte Internacional de Justicia?Técnicamente, todas. Ningún tribunal puede obligar a un país a negociar la cesión de territorios pasando por sobre un tratado de límites. Pero, bastaría una simple exhortación amable de los jueces a “negociar de buena fe”, para que Morales envuelva a Bolivia en una bandera gigante. Es que aquí los tecnicismos importan poco y lo comunicacional es casi todo. Alan García lo vio desde un comienzo, cuando aconsejó a ciertos escuchas chilenos “no le den bola a Evo”. Sabía lo que decía, pues como presidente estuvo en la prehistoria del tema. Recordemos que Morales lo acusó de haber demandado a Chile por la frontera marítima, para bloquearle una salida boliviana al mar.
¿Lo decidido por la Corte respecto del diferendo marítimo con el Perú incidirá en su fallo en este caso?
Es parte de la camisa de once varas. Si los jueces inducen una negociación para dar a Bolivia una salida soberana al Pacífico, chocarán con su propio fallo de 2014. Este ratifica la continuidad de los litorales peruano y chileno y, obviamente, si hay continuidad de dos, no cabe la inserción de un tercero. Por eso Morales soslaya, por el momento -subrayo “por el momento”-, cualquier protagonismo del Perú. Imagino que en Torre Tagle siguen al milímetro los avatares de este pleito y algunos estarán releyendo a Bákula.
¿Favorece a Evo Morales la caída de PPK y la asunción de Martín Vizcarra?
Posiblemente lo peor para él era PPK, por sus vínculos con “el imperio”. Quizás ignora que la negociación chileno-boliviana de 1948-1951, invocada como principal por sus abogados, fue fruto de la inducción de Harry Truman. Ese líder del “imperio” fue muy convincente sobre el tema, ante el presidente chileno Gabriel González Videla. El mismo a quien el abogado Antonio Remiro Brotons ungió en La Haya como estadista máximo de Chile.
¿Conoce usted la opinión que tiene al respecto el expresidente y actual vocero Carlos Mesa?
Conozco una de 2013, que está en su blog y me extraña mucho que no haya salido a colación en La Haya. Marca una profunda diferencia con la fuga hacia delante de Morales. Basta citarle el siguiente párrafo: “el presidente Morales debe entender la grave complejidad que representa la posición peruana, sobre la que Bolivia no hace nada desde hace tantos años. Pero debe estar claro que no hay otro camino que Arica si no queremos ir al absurdo impracticable de partir en dos el territorio de Chile”.
Post fallo de La Haya, ¿cuál será el nuevo escenario?
Depende de si Morales tiene o no éxito en su ilegítimo empeño re-re-re-electoral. Si lo consigue, tendrá que enfrentar la frustración de sus electores, cuando verifiquen que La Haya no les dio una salida soberana al mar. Desde su audacia, eso puede potenciar otra fuga hacia adelante y ahí todos debemos estar bien preparados. Un presidente capaz de ignorar un referendum, camuflar una guerra, inventar triunfos bélicos inexistentes y sembrar la cizaña entre sus vecinos, es un peligro para todos. Comenzando por los bolivianos.
El montar un caso en que todos pierden: Bolivia, porque los jueces no pueden asignarle soberanía sobre territorios chilenos; Chile, porque su “poder suave” quedó lastimado al enfrentar un juicio humillante, y la Corte de La Haya, por meterse en camisa de once varas.
¿En qué consiste esa camisa?
En asumir, de manera imprudente, competencia ante una demanda artificiosa, Esto le debió quedar claro con el doble discurso boliviano que sus jueces debieron soplarse: el de los abogados internacionales, pidiendo una justicia que hiciera ineficaz un tratado de límites y el de Evo Morales, confesando que lo suyo era recuperar Antofagasta. Es decir, revertir los resultados de una guerra que él llama “invasión”, para embolinar la perdiz. Por eso, los jueces hoy arriesgan convertirse en los clásicos “aprendices de brujo”. En lugar de dirimir una controversia para desactivar un conflicto, pusieron un escenario global, que potencia el conflicto y fortalece a un líder que está lejos de garantizar la paz y sensatez internacionales.
Parece una jugada demasiado arriesgada por parte de Evo…
El es supremamente audaz y lo que ha hecho es una típica “fuga hacia adelante”. Y más en términos de poder personal que de interés nacional. Su señuelo es el mar con soberanía a corto plazo, objetivo incrustado en el alma boliviana. Pero su objetivo real es la reelección indefinida, con base en lo que he llamado “estrategia de aproximación indirecta”. Esta implica debilitar a Chile para luego -conseguido ese objetivo- volverse hacia el Perú. Me explico: si acepta que recuperar Antofagasta es imposible, acondicionará a los suyos para aceptar lo que los bolivianos del poder han buscado desde 1825: soberanía sobre Arica, que nunca fue boliviana.
¿Qué posibilidades tiene Chile de que sus argumentos resulten triunfantes ante la Corte Internacional de Justicia?Técnicamente, todas. Ningún tribunal puede obligar a un país a negociar la cesión de territorios pasando por sobre un tratado de límites. Pero, bastaría una simple exhortación amable de los jueces a “negociar de buena fe”, para que Morales envuelva a Bolivia en una bandera gigante. Es que aquí los tecnicismos importan poco y lo comunicacional es casi todo. Alan García lo vio desde un comienzo, cuando aconsejó a ciertos escuchas chilenos “no le den bola a Evo”. Sabía lo que decía, pues como presidente estuvo en la prehistoria del tema. Recordemos que Morales lo acusó de haber demandado a Chile por la frontera marítima, para bloquearle una salida boliviana al mar.
¿Lo decidido por la Corte respecto del diferendo marítimo con el Perú incidirá en su fallo en este caso?
Es parte de la camisa de once varas. Si los jueces inducen una negociación para dar a Bolivia una salida soberana al Pacífico, chocarán con su propio fallo de 2014. Este ratifica la continuidad de los litorales peruano y chileno y, obviamente, si hay continuidad de dos, no cabe la inserción de un tercero. Por eso Morales soslaya, por el momento -subrayo “por el momento”-, cualquier protagonismo del Perú. Imagino que en Torre Tagle siguen al milímetro los avatares de este pleito y algunos estarán releyendo a Bákula.
¿Favorece a Evo Morales la caída de PPK y la asunción de Martín Vizcarra?
Posiblemente lo peor para él era PPK, por sus vínculos con “el imperio”. Quizás ignora que la negociación chileno-boliviana de 1948-1951, invocada como principal por sus abogados, fue fruto de la inducción de Harry Truman. Ese líder del “imperio” fue muy convincente sobre el tema, ante el presidente chileno Gabriel González Videla. El mismo a quien el abogado Antonio Remiro Brotons ungió en La Haya como estadista máximo de Chile.
¿Conoce usted la opinión que tiene al respecto el expresidente y actual vocero Carlos Mesa?
Conozco una de 2013, que está en su blog y me extraña mucho que no haya salido a colación en La Haya. Marca una profunda diferencia con la fuga hacia delante de Morales. Basta citarle el siguiente párrafo: “el presidente Morales debe entender la grave complejidad que representa la posición peruana, sobre la que Bolivia no hace nada desde hace tantos años. Pero debe estar claro que no hay otro camino que Arica si no queremos ir al absurdo impracticable de partir en dos el territorio de Chile”.
Post fallo de La Haya, ¿cuál será el nuevo escenario?
Depende de si Morales tiene o no éxito en su ilegítimo empeño re-re-re-electoral. Si lo consigue, tendrá que enfrentar la frustración de sus electores, cuando verifiquen que La Haya no les dio una salida soberana al mar. Desde su audacia, eso puede potenciar otra fuga hacia adelante y ahí todos debemos estar bien preparados. Un presidente capaz de ignorar un referendum, camuflar una guerra, inventar triunfos bélicos inexistentes y sembrar la cizaña entre sus vecinos, es un peligro para todos. Comenzando por los bolivianos.
Editado por
José Rodríguez Elizondo
Escritor, abogado, periodista, diplomático, caricaturista y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21, José Rodríguez Elizondo es en la actualidad profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Su obra escrita consta de 30 títulos, entre narrativa, ensayos, reportajes y memorias. Entre esos títulos están “El día que me mataron”, La pasión de Iñaki, “Historia de dos demandas: Perú y Bolivia contra Chile”, "De Charaña a La Haya” , “El mundo también existe”, "Guerra de las Malvinas, noticia en desarrollo ", "Crisis y renovación de las izquierdas" y "El Papa y sus hermanos judíos". Como Director del Programa de Relaciones Internacionales de su Facultad, dirige la revista Realidad y Perspectivas (RyP). Ha sido distinguido con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2021), el Premio Rey de España de Periodismo (1984), Diploma de Honor de la Municipalidad de Lima (1985), Premio América del Ateneo de Madrid (1990) y Premio Internacional de la Paz del Ayuntamiento de Zaragoza (1991). En 2013 fue elegido miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
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