Bitácora
27/04/2007
Es unánime en todos los estudios destacar el incremento de la productividad mediante el teletrabajo, gracias a la reducción del tiempo dedicado a transportes, a la disminución del absentismo, a la ausencia de interrupciones y a la mejora de la concentración del empleado en sus tareas. Pero la mejora que más incide en el incremento de la productividad mediante el teletrabajo es la de los métodos de gestión, de racionalización y modernización que exige la implantación del teletrabajo.
Un informe al respecto (Employers Organization Report) señala que, por término medio, la productividad de un empleado se incrementa entre un 10 y un 20 por ciento como consecuencia del teletrabajo. Como un ejemplo concreto, en 2003, el incremento de productividad asociada al teletrabajo en AT&T supuso casi 150 millones de dólares de beneficios. También en el teletrabajo tienen menor incidencia situaciones extremas como huelgas de transporte o catástrofes, o situaciones excepcionalmente graves del tráfico. Se puede también reducir el riesgo de una disrupción de la organización como resultado de un problema en la sede central.
Esto se demostró con ocasión del terremoto de 1996 en San Francisco, del ataque a las torres gemelas del 11 de septiembre y también en el incendio del edificio Windsor de Madrid en 2005 (por ejemplo, en la empresa Deloitte & Touche, de la que tuvo noticia directa el autor). Un último y considerable factor de productividad es la posibilidad de trabajar en un proyecto durante las 24 horas del día, aprovechando los diferentes husos horarios. Posibilidad que explotan muchas multinacionales (T.L. Friedman, The World is Flat, Nueva York 2005).
Resulta importante conocer estos datos cuando continuamente se está poniendo de manifiesto la baja productividad del trabajo, tanto en España como en Iberoamérica. En lo que se refiere a España, el Euroíndice laboral elaborado por IESE y Adecco pone de manifiesto que España es el tercer país (entre siete europeos: Reino Unido, Polonia, España, Portugal, Alemania, Italia, Bélgica, Francia y Holanda, estudiados a fines de 2006) con la jornada laboral más larga y menos rendimiento por hora trabajada. Sólo le siguen Portugal y Polonia.
Trabajo y calidad
En el mismo trabajo se informa de que la productividad media española creció un 0,9 por ciento en 2006, frente a un 1 por ciento de media en Europa. Además, la productividad media del trabajador español ha descendido un 4 por ciento respecto a 2001.
El caso de Iberoamérica es similar, por cuanto los estudios ponen de manifiesto que la economía de la región presenta, en su conjunto, serios problemas de competitividad. Se dan razones relativas a los bajos niveles educativos de la fuerza de trabajo: los cambios tecnológicos (de las dos últimas décadas) sólo se pudieron aplicar en los países que contaban con una fuerza laboral lo suficientemente formada, como ocurrió en los países más desarrollados.
Otro factor que se menciona en los estudios es la "calidad de las instituciones públicas". Y se habla de la brecha de productividad, como una más de las que engloba la llamada mundialmente brecha digital. La situación puede generalizarse para toda la región, incluso para aquellos "países donde la productividad es más elevada: Chile, Costa Rica y México" (World Economic Forum, 2001).
Las conclusiones de esta brevísima exposición no pueden ser más claras: hay que fomentar los métodos, procesos, tecnologías y capacitaciones que ayuden a incrementar la productividad. Y la posibilidad que está más al alcance de todas las personas, empresas e instituciones es el teletrabajo.
Editado por
Francisco Ortiz Chaparro
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