Bitácora
20/04/2007
La creciente interconexión económica y cultural de los países (a la que nos referiríamos como globalización si el término no estuviera tan manipulado) se extiende horizontalmente como una mancha de aceite, pero también lo hace de forma vertical, afectando a las sociedades, las personas y los colectivos. Entre estos colectivos se encuentran los profesionales. Esta es la causa de que en muchos lugares exista un notable desfase entre la oferta y la demanda de talentos específicos.
Un reciente estudio de la agencia de trabajo Manpower, realizado entre 37.000 empleados de 27 países, y que se cita en el número 548 del "Informe semanal de política exterior", "encontró que un 41% de ellos está teniendo problemas para contratar a las personas que necesitan".
Este fenómeno se combina con la que denominaría verticalización creciente de los saberes. La innovación científica y técnica eleva vertiginosamente su nivel a modo de espiral cada vez más incisiva, produciendo un fenómeno de estiramiento de la pirámide del saber que provoca que todo el cuerpo del mismo se adelgace y amenace con quebrarse.
Porque no podemos olvidar que la innovación tiene que ser seguida inmediatamente por la consolidación de sus aplicaciones, si no quiere trabajar en vacío. Y para que haya aplicaciones tiene que haber aplicadores.
¿Qué soluciones pueden darse? Una de ellas tiene que ver plenamente con el teletrabajo. Los profesionales de la ciencia y la tecnología precisan trabajar cada vez más en red, desde cualquier institución académica, laboratorio o lugar físico en que se encuentren. La segunda afecta a las políticas educativas de los gobiernos.
No se puede hacer frente a la innovación continua sin una adaptación constante de los saberes y los planes de estudio. Porque se ha puesto mucho énfasis en el aprendizaje continuo, de por vida, de las personas, pero no se ha incidido suficientemente en la creciente necesidad de adaptación continua de los curricula y los planes de estudio oficiales.
También en esto son fundamentales la innovación, la agilidad y la capacidad de adaptación, algo que casa mal con la rigidez de los prejuicios e imposiciones de materias y planes educativos, seas cuales sean sus fundamentos.
Editado por
Francisco Ortiz Chaparro
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