NEGOCIACIÓN: Blas Lara
Un lector de este blog, Dr. A.G. de Madrid, me pregunta via e-mail:
“ …el relativismo de que hablas, pienso que es lo mismo que el escepticismo de Descartes y la duda de los filósofos sobre la existencia del mundo, que estudiábamos en el bachillerato… Pero, ¿de qué nos sirven hoy prácticamente todas esas especulaciones? …”

Respondo:
Efectivamente, lo que llamamos relativismo gnoseológico es una formulación más moderna de esa corriente de pensamiento que es muy anterior a Descartes. Ya Protágoras había sentado las premisas del criticismo que habían de ser tan fecundas para el pensamiento occidental y en particular para el futuro desarrollo de las ciencias experimentales.
Socialmente la difusión del espíritu crítico en un pueblo es tan importante que, a lo que pienso , constituye una especie de termómetro para medir su nivel cultural. El fruto primero del espíritu crítico es el cuestionamiento antidogmático de las verdades recibidas o administradas por las diferentes formas de stablishement religioso, político o social.
He sostenido en anteriores artículos de este blog lo difícil que es llegar a verdades absolutas en todos los campos, aún en el científico, pero mucho más cuando se trata formular proposiciones absolutas sobre hechos sociales y sobre la conducta humana. Nuestro cerebro no da para más que para enunciados condicionados. Esas son las bases del relativismo gnoseológico .
A este propósito valga el siguiente comentario.

Relativismo contra credulidad

Ya Tocqueville nos alertó en el XIX sobre el gran peligro que supone para la democracia la maleabilidad de la opinión pública. Hoy, en el XXI, se necesita un gran vigor intelectual para formarse ideas propias a la hora de interpretar los acontecimientos políticos y sociales de nuestro tiempo. Es tremendamente difícil sustraerse a la cómoda tentación de enjuiciar cada suceso importante siguiendo las interpretaciones que nos sirven como un plato precocinado los medios de comunicación. Fabricar etiquetas digestibles parece ser la función de la propaganda política, retransmitida por las distintas variantes del periodismo.(Se nos fabrica de todo: versiones del 11 M, cacerías, sastres, espionajes, crispaciones, etiquetas de fascistas, de idiotas. De todo. Y la gente parece tragar).
La manipulación cínica y sistemática de la opinión pública son una vergüenza para sus autores y una desgracia para nuestra sociedad. Los manipuladores demuestran tan poco respeto a la verdad y a los hechos que no tienen reparo en travestir incluso las evidentes realidades económicas del momento. Hasta ese grado de cinismo y mistificación se ha llegado. Al mismo tiempo constatamos con tristeza lo fácil que es corromper la opinión de masas acríticas e indiferentes .Por eso es tan importante mantener una independencia crítica que tanto tiene que ver con la actitud relativista.
Me indigno contra la deriva totalitaria que supone la manipulación . Me rebelo contra la corrupción del sistema de ideas de nuestra sociedad. Y me rebelo igualmente contra la pereza, pasividad y cómoda credulidad de muchos, que favorece este estado se cosas. Paradójicamente, eso lo saben muy bien los manipuladores de la opinión que de esa fragilidad se sirven.

A la pregunta ¿de qué nos sirven hoy prácticamente todas esas especulaciones?

Respondo:
Me hago la ilusión de que con estas líneas ayudo a alentar el relativismo, el escepticismo y el espíritu crítico, que van de par con la elevación del nivel cultural de un pueblo. Porque la democracia no la heredamos, sino que hay que ganársela a costa de reflexión, esfuerzo y vigilancia permanentes.



Blas Lara Jueves, 26 de Marzo 2009 - 19:25



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Blas Lara
Blas Lara
Actividades profesionales ejercidas: Catedrático de la universidad de Lausanne, Jefe del departamento de Informática, Investigación Operativa y Estadística de Nestlé (Vevey). Libros principales: The boundaries of Machine Intelligence; La decisión, un problema contemporáneo; Negociar y gestionar conflictos.

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