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(La noción de juego para significar situaciones de interacción, había sido introducida en el vocabulario científico por John von Neuman y de Oskar Morgenstern ya antes de 1930).
La implacable realidad del juego económico
Si por un absurdo, Francisco de Asís hubiera sido elegido presidente de un gran banco internacional, no hubiera tardado en arruinarlo más de un mes.
Business is business. La total ausencia de sensibilidad quizás sea condición necesaria para ganar en los negocios, pero sí se puede afirmar que es incompatible con práctica de los buenos sentimientos, como la compasión y la misericordia. La dura competitividad empresarial difícilmente se compagina con los valores de la caridad cristiana, que han de ser dejados a la entrada de la sala de juego junto con el abrigo y el paraguas.
Una vez ya dentro del espacio de juego, si algo debe quedar de estos altos principios y valores, según la ética en uso en los negocios, solamente ha de ser su versión menguada, estrecha y reducida: a saber, las buenas maneras, una aséptica cortesía mundana, y en el mejor de los casos un frívolo y chic fair play. Que quede claro: la competitividad es Darwin y la lucha por la supervivencia no es Jesús. El caso queda abierto y no zanjado ni práctica, ni teóricamente: Jesús versus Darwin (1).
Para el que sienta aún la necesidad de justificar éticamente la dureza de la competitividad en el mundo empresarial, le queda el refugio de decir que en las negociaciones se trata de un juego jugado con espíritu deportivo. El que boxea conoce y acepta de antemano las reglas del juego. Y su antagonista las conoce y acepta también.
Metafísica de la banalidad
La idea de juego, con su subentendido de trivialidad, subraya también la banalidad y el vacío esencial de lo que está en juego en las interacciones humanas en la vasta comedia de la vida. Cuando en nuestros días el golpe bajo de las subprimes americanas le hace perder a tanta gente las economías de muchos años de ahorro, un último consuelo que les queda es aquello de Juan Crisóstomo. “Vanidad de vanidades, eran pompas de jabón y reventaron”.
Juego de roles
En esa actitud consistente en no tomarse nada últimamente en serio - la metafísica de la banalidad - encuadra también perfectamente el concepto de los intercambios sociales como representación de roles entre personajes. A eso se reducen las interacciones humanas en general y las negociaciones en particular.
El juego dramático nos da también el tono del método. Este método marca igualmente un cierto distanciamiento del jugador al propio juego. El jugador no debe implicarse personalmente en el juego. Debe actuar como quien escenifica un rol. Paradójicamente es ésta además una de las claves del método para bien negociar. El buen jugador, para salir victorioso, nunca se implicará a fondo, ni se comprometerá emocionalmente y de verdad.
Los juegos de vida y muerte
Sin embargo: tanto en la vida como en la política y el comercio, se presentan juegos últimos. Juegos de confrontación en los que entran en juego valores extremos de existencia y hasta de supervivencia para el Otro. A estas situaciones, que no son tan raras en la vida de cada uno, aunque a escala de intensidad variable, les llamaría añadiendo algo de énfasis, los “juegos de vida y muerte”. (La deslocalización de una fábrica, el despido por recorte de gastos estructurales de una empresa, el recorte brutal del valor de las acciones para reajustes contables, constituyen ejemplos de movimientos que son legales en el juego económico pero mortales para la economía de muchas familias).
La pregunta es si en esas ocasiones duras y extremas para nuestro antagonista, es admisible y lícito mantener la misma actitud de deportividad, de ligereza y de frío distanciamiento. No se puede llevar la categoría de juego cínicamente a sus extremos. Comedia y tragedia pertenecen al mismo género teatral. ¿Pero dónde quedan los sentimientos humanos cuando se las confunde y se reduce todo a mero juego?
El concepto de juego dista mucho del de trivialidad como pudiera sugerir el uso ordinario de este vocablo.
(1) Por eso se entiende mal el extraño rol de las Facultades y Escuelas de Empresa de la Iglesia, en el difícil circo ilusionista de las ideas que intenta aliar la filosofía del amor con el salvajismo darwinista del capitalismo, sin haber resuelto la antinomia ideológica fundamental. A no ser que sean estas Escuelas unas meras fábricas de dinero, basadas en el goodwill social de la Iglesia.
Blas Lara
Martes, 25 de Marzo 2008 - 09:26
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Blas Lara
Actividades profesionales ejercidas: Catedrático de la universidad de Lausanne, Jefe del departamento de Informática, Investigación Operativa y Estadística de Nestlé (Vevey). Libros principales: The boundaries of Machine Intelligence; La decisión, un problema contemporáneo; Negociar y gestionar conflictos.
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