John Kampfner: Libertad en venta. ¿Por qué vendemos democracia a cambio de seguridad? Barcelona: Ariel, 2011 (374 páginas).
Se suele recurrir al dilema de “seguridad o libertad” en situaciones particularmente extremas o muy excepcionales que, como su propio nombre indica, no deberían de ser la norma. Sin embargo, la tesis que sostiene John Kampfner pone de manifiesto justamente lo contrario. Hoy en día, su uso ha dejado de ser una excepción para transformarse crecientemente en la regla.
Conviene recordar su engañosa fórmula, de disyuntiva entre “seguridad o libertad”, en la que ambos términos se presentan como si fueran excluyentes (esto es, a mayor seguridad menos libertad o, viceversa, a más libertad, menos seguridad). Su uso no se restringe sólo a las dictaduras, que tradicionalmente han justificado la ausencia de libertades en nombre de la sacrosanta “seguridad nacional”.
Por el contrario, su aplicación se ha ensanchado a las democracias tanto incipientes como a otras largamente institucionalizadas en el tiempo. El ejemplo más reciente fue el recorte de libertades, derechos civiles y garantías constitucionales en Estados Unidos tras el 11-S, con la promulgación de la denominada Ley Patriota (USA PATRIOT Act), en octubre de 2011.
En su periplo por diferentes países, el autor recorre tanto los de regímenes autocráticos como los democráticos, dedicándole un capítulo a cada uno: Singapur, China, Rusia, Emiratos Árabes Unidos, India, Italia, Inglaterra y Estados Unidos. Sin embargo, la conclusión que extrae de ambas experiencias, autocrática y democrática, es semejante: el creciente trueque de “nuestras libertades por las promesas de seguridad y prosperidad”, aunque las normas específicas varíen de unos países a otros.
Quizás el ejemplo más patente y exitoso de este modelo, por su mayor visibilidad, sea actualmente China, donde en aras del crecimiento económico las libertades y el respeto a los derechos humanos brillan por su ausencia. Su precedente más inmediato se encuentra en el denominado “modelo de desarrollo asiático” que, entre otros países del entorno, encarna Singapur.
Paralelamente, en los países democráticos, algunos de dudosa o deteriorada calidad democrática, la libertad se circunscribe cada vez más a la esfera económica: la de la desregulación de los mercados, de “ganar dinero y consumir”. Obviamente, si antes no ha sido excluido del circuito económico.
Se suele recurrir al dilema de “seguridad o libertad” en situaciones particularmente extremas o muy excepcionales que, como su propio nombre indica, no deberían de ser la norma. Sin embargo, la tesis que sostiene John Kampfner pone de manifiesto justamente lo contrario. Hoy en día, su uso ha dejado de ser una excepción para transformarse crecientemente en la regla.
Conviene recordar su engañosa fórmula, de disyuntiva entre “seguridad o libertad”, en la que ambos términos se presentan como si fueran excluyentes (esto es, a mayor seguridad menos libertad o, viceversa, a más libertad, menos seguridad). Su uso no se restringe sólo a las dictaduras, que tradicionalmente han justificado la ausencia de libertades en nombre de la sacrosanta “seguridad nacional”.
Por el contrario, su aplicación se ha ensanchado a las democracias tanto incipientes como a otras largamente institucionalizadas en el tiempo. El ejemplo más reciente fue el recorte de libertades, derechos civiles y garantías constitucionales en Estados Unidos tras el 11-S, con la promulgación de la denominada Ley Patriota (USA PATRIOT Act), en octubre de 2011.
En su periplo por diferentes países, el autor recorre tanto los de regímenes autocráticos como los democráticos, dedicándole un capítulo a cada uno: Singapur, China, Rusia, Emiratos Árabes Unidos, India, Italia, Inglaterra y Estados Unidos. Sin embargo, la conclusión que extrae de ambas experiencias, autocrática y democrática, es semejante: el creciente trueque de “nuestras libertades por las promesas de seguridad y prosperidad”, aunque las normas específicas varíen de unos países a otros.
Quizás el ejemplo más patente y exitoso de este modelo, por su mayor visibilidad, sea actualmente China, donde en aras del crecimiento económico las libertades y el respeto a los derechos humanos brillan por su ausencia. Su precedente más inmediato se encuentra en el denominado “modelo de desarrollo asiático” que, entre otros países del entorno, encarna Singapur.
Paralelamente, en los países democráticos, algunos de dudosa o deteriorada calidad democrática, la libertad se circunscribe cada vez más a la esfera económica: la de la desregulación de los mercados, de “ganar dinero y consumir”. Obviamente, si antes no ha sido excluido del circuito económico.