Yaiza Martínez
Ver, una capacidad sesgada
Reflexión sobre Merma, de Benito del Pliego, (Ediciones Baile del Sol, 2009)

Aunque introducir un poemario es una labor más propia de un prólogo, en Merma, último libro publicado del poeta Benito del Pliego (Madrid, 1970), nos encontramos con una declaración de intenciones, una clave de lectura, directamente en el inicio de dicho poemario.

Esa autorrevelación inicial del libro no es más que una forma más de ser en sí mismo coherente, pues todo él versa sobre una única intención: describir los procesos de interpretación de la realidad (subjetiva, externa al sujeto) a través de la palabra.

Lo cierto es que no es Merma el único poemario de del Pliego que encauza esa intención: otros libros que he podido conocer hasta el momento de este poeta (Índice, Zodiaco) también giran en torno a la expresión, en el lenguaje, de lo que supone el ver.

En este camino emprendido, encontramos un rasgo característico –y apasionante- de la poesía de del Pliego: el mismo lenguaje no se salva de esta querencia de interpretación, de revisión, dado que ese ver lo incluye.




Mostrar el mundo y el lenguaje

Así, realidad externa, realidad interna y lenguaje se convierten todos en objetivo de la expresión. Una cerrazón cubre a veces a este proceso expresivo: en especial, cuando la descripción se realiza a partir de la observación de los procesos del pensamiento, que exige un guante lingüístico de formas no siempre claras.

Merma no es, por eso, una obra sencilla. Bebe del caos del mundo y, sin miramientos, lo muestra. El poeta no conoce respuesta alguna, se expresa y desarrolla fórmulas para declararse que, en su aparente sinsentido, nos introducen en un esfuerzo de interpretación. Por ese motivo, todo en Merma suena al mismo esfuerzo que supone interpretar la vida.

El poemario se sale de sí mismo, imitando al mundo: lector, tú has de entregarle a este caos sus formas (ésa es tu capacidad innata). Del mismo modo que el lenguaje es una pretensión de orden para lo existente, el lector es interpelado en Merma para que interprete, a través de dicho lenguaje, la realidad y, también, el lenguaje escrito (para que establezca algún orden).

De esta forma, al leer Merma se inicia un intercambio de conciencia entre poemas y lector, de cuyo resultado no tenemos garantía alguna, de nuevo, como al vivir: está en las venas del mundo, en nuestras propias venas, esta forma de acercarnos a él para iniciar nuestro entendimiento, y de contarlo con una paciencia de hilanderos.

De Merma cabe resaltar, por todo lo dicho, algunos elementos que suelen acompañar la obra de del Pliego y que son los que hacen de ésta una lectura interesante y original: devoción por la verdad de las palabras, por lo que el lenguaje conlleva; interés por nombrar con el lenguaje el caos; indagación en las formas de interpretación humanas y de su expresión; y reivindicación de la capacidad lingüística como vía de conocimiento y de acercamiento a la realidad y al lenguaje.

La finalidad de los poemas de Benito del Pliego es así la de mostrar, sin pretensiones, más que lo que el lenguaje “ha” en el proceso de conocimiento, haciendo del medio de expresión mismo una realidad a conocer, a indagar.

Con una gran madurez compositiva, cada uno de los poemas de Merma nos interpela, nos cuestiona, nos demanda su interpretación y, como resultado, nos deja entrever respuestas semánticas incompletas. Como en la vida, como en el mundo, en Merma ver es siempre una capacidad sesgada.

Un poema de Merma

"Imaginar en la vivencia una creación hallada": ser quien
desea nuestro ser, porque, vueltos hacia nuestra posesión,
¿de qué tierra somos tierra?, ¿dónde conformar al
inconforme más que en el allí que aquí no existe? Se
levanta un dios al construir su templo; la parturienta grita
porque se pare; la letra no existió hasta que fue escrita.
¿Desistir de lo que no existe? Ninguna vértebra para los
pusilánimes: de la cabeza a la mano por un tendón de
mansos sueños. La lengua cantó lo que, de no ser verdad,
merece serlo.


Benito del Pliego (Madrid, 1970) y reside desde 1997 en Estados Unidos. Fisiones, su primer libro de poesía, se publicó en Madrid en 1997 dentro del proyecto Delta Nueve, del que formaron parte Andrés Fisher, Pedro Núñez y Rodolfo Franco. Alcance de la mano, apareció un año después en Nueva Orleáns. Su poemario Índice fue galardonado con el Premio Internacional de Poesía “Gabriel Celaya” y fue publicado en Valencia por la editorial Germanía el año 2005. En 2003, del Pliego obtuvo el Premio de Poesía Experimental Ciudad de Badajoz por el poema-objeto “Tradición literaria”. Más información sobre el poeta puede encontrarse en la web Las afinidades electivas.

Yaiza Martínez
Jueves, 4 de Febrero 2010


Editado por
Yaiza Martínez
Yaiza Martínez
© Mamis & Mimos
www.mamisymimos.es

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Cuaderno de campo vinculado al poemario "Tratado de las mariposas", de Yaiza Martínez. Imagen: Eva Lí.



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