Yaiza Martínez
Líquido de leones

En los reflejos donde la luz llega desde lo más hondo luce una textura mostaza que rasga la materia, un cuerpo borroso que se adhiere hacia adentro. En los ojos oscuros de la noche yace un líquido de leones apagados, un bucle de lava enfriada.

Ves un hombre verde que se pierde en su ciudad, en su caminar de piernas de plomo. Piensas que el dolor es una máscara del miedo. El temor rojea en los ojos de los perros que mean en las esquinas y se confunden con los transeúntes.

Dejaste los insectos amarillos recorriendo tus manos, los líquenes borrachos en cada escarcha y ahora sientes el vértigo arrojado a tus pasos, las manos que borran las huellas en la arena, el polvo acumulado en los muebles y en las uñas, el rugido encogido en el interior de la jaula.

Cuando llegas a casa, escuchas el ruido de una habitación contigua, con la misma extrañeza de todos los días. Te asomas a la ventana y te preguntas si lo que ves es lo mismo que piensas. Contemplas los balcones y el musgo acumulado en las cornisas, sin saber cuándo empezó a convertirse en parte de la fachada. Escribes un poema, rasgas las marañas del abismo en sus bordes, miras tus manos de hombre y tus ojos de perro en un país trazado en un lago de hielo, antes de decirte que todo se convierte en fragmentos de un sueño que se pierde en la lejanía.

Poemas de "Un hombre en el umbral", de Carlos Huerga


El silencio de un hombre

Piensas el lenguaje y sabes que es imposible entrar en los ojos negrísimos del lobo, en los entresijos del abismo que cercan el camino, porque la palabra es musgo y es pájaro, mas el pájaro se pierde en el vacío y el musgo se come las piedras. Solo el silencio es piedra pura, vuelo de pájaro cruzando el cielo azulado esperando la muerte y cantando el instante del instante.





Taller de cenizas

Miras las señales de una vida real, los pájaros de madera pululando entre los árboles viejos, las brasas apagadas por una lluvia de cristal en un jardín baldío.

Pules la madera con cincel de plomo, miras las fotografías como si pudieran mostrar un mundo que ha existido y que todavía existe. El temor siempre fue amigo de la inocencia.

No puedes fotografiar la nieve, porque el blanco atrapa la luz y las huellas se pierden en la nieve. Ni siquiera tus dedos de madera que rozan los bordes de las fotografías pueden acercarse al tacto.

Lo que antes eran vencejos ahora son piedras, vestigios mitológicos de tu propio pasado. Lo que ahora miras y tocas se convierte en pedazos, luz que se pierde entre las grietas de la tarde. Por eso ahora te encierras en tu taller de cenizas.

Miras los restos y escribes un poema.


Carlos Huerga (Madrid, 1977) es Licenciado en Filología Hispánica y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad Complutense de Madrid. Obtuvo su DEA con un trabajo sobre RIcardo Piglia y actualmente realiza su tesis doctoral e imparte clases de lengua y literatura. Ha sido lector de español en la Universidad de Lille 1 (Francia). Es codirector de la revista Deriva y colabora con varios medios culturales. Algunos de sus textos pueden leerse en su blog Figuras en la niebla. Los poemas que reproducimos pertenecen a su primer libro de poemas, "Un hombre en el umbral", que fue editado por Amargord ediciones en 2010 y prologado por el también poeta Óscar Curieses.

Yaiza Martínez
Jueves, 28 de Abril 2011


Editado por
Yaiza Martínez
Yaiza Martínez
© Mamis & Mimos
www.mamisymimos.es

"Parten los Viajeros hacia la restauración de la Frondosa"


Cuaderno de campo vinculado al poemario "Tratado de las mariposas", de Yaiza Martínez. Imagen: Eva Lí.



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