El Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial ‘Esteban Terradas’ (INTA: http://www.inta.es/WEB/INTA/es/quienes-somos/), siendo el Organismo Público de Investigación (OPI), dependiente de la Secretaría de Estado de Defensa, y especializado en tecnología aeroespacial, ha iniciado la puesta en marcha de un programa de observación de la Tierra, con tres misiones de observación diferenciadas, para monitorizar los pantanos, y hacer mediciones atmosféricas.
Ya en febrero de 2018 puso en órbita un satélite de observación militar: PAZ (http://www.inta.es/WEB/paz-ciencia/en/).
Actualmente, el nuevo proyecto es lanzar al espacio constelaciones de varios mini-satélites, de un menor tamaño, que orbitarán a menor altura, y que tendrán aplicaciones de apoyo a la lucha contra el cambio climático.
ANSER, Advances Nanosatellites Systems for Earth observation Research, será la primera misión de observación y control de nuestro territorio, dentro del programa de Constelaciones de Pequeños Satélites que ha sido iniciado.
Dichos satélites no tendrán necesariamente, una misión, militar, pues servirán para vigilar y fiscalizar la calidad de las aguas continentales en la Península Ibérica, concretamente el agua de los embalses y pantanos de la España peninsular.
Consistirá en un equipo de cuatro satélites, un líder y tres seguidores, que operarán en distancias cercanas, con una separación máxima entre ellos de diez kilómetros, lo que se denomina Control de Vuelo en Formación.
Pero esta misión piloto, permitirá también adquirir más experiencia en la utilización de estas nuevas tecnologías de vigilancia aeroespacial, con el menor coste posible, y creando un Centro de Misión específico para el control y operación de una constelación de nano-satélites.
Se espera disponer de la misión ANSER de monitorización de embalses para 2021, y dos años después se iniciará el lanzamiento al espacio de la segunda misión: ANSAT.
Esta otra misión, a partir de 2023, operará otra constelación de pequeños satélites para la observación de la atmosfera, y realizar mediciones de gases atmosféricos, asociados al estudio de la calidad del aire, cambio climático y ozono polar.
Por último, la misión ANSAR, consistirá en la implementación de un Sistema de Observación SAR (Radar de Apertura Sintética) en una plataforma distribuida.
Estas plataformas, son satélites de reducido coste y dimensión, con un peso por debajo de los 10 kilogramos, que actualmente son objeto de experimentación en universidades e institutos tecnológicos, y que se están convirtiendo en una verdadera alternativa, a las tradicionales grandes misiones de satélites. Además, permiten reducir de forma drástica los tiempos y costes de desarrollo asociados a los sistemas espaciales.
Estos proyectos se basan en la utilización de una “constelación” de mini-satélites de pequeño tamaño, que operarían de forma coordinada, distribuyéndose las zonas de la superficie terrestre que cubren, como si fuesen un solo elemento espacial.
Inicialmente se utilizaran plataformas de sólo tres kilogramos de masa, en las que es difícil instalar un sistema de propulsión a bordo. Se intentará aprovechar la leve resistencia aerodinámica que existe en órbitas por debajo de 500 kilómetros, para mantener el control del vuelo en formación, con un reducido coste de explotación.
No obstante, se estima que los satélites posicionados en alturas iniciales por debajo de 500 kilómetros tienen como límite de duración tres años, y si llegan a orbitar por encima de 650 kilómetros, se convierten en basura espacial permanente si no disponen de un sistema de propulsión que lo precipite a tierra al final de su vida útil.
Posiblemente, el cambio climático constituye hoy el mayor reto medioambiental a la que se enfrenta la humanidad, por lo que conocer estos nuevos proyectos tecnológicos aeroespaciales, pueden generarnos cierto optimismo.
Otras agencias espaciales, como NASA han desarrollado ya numerosos proyectos en este ámbito. La NASA, en concreto, cuenta con más de una docena de satélites estudiando la Tierra, incluso ofrece un portal específico sobre el cambio climático:
https://climate.nasa.gov/
Ya en febrero de 2018 puso en órbita un satélite de observación militar: PAZ (http://www.inta.es/WEB/paz-ciencia/en/).
Actualmente, el nuevo proyecto es lanzar al espacio constelaciones de varios mini-satélites, de un menor tamaño, que orbitarán a menor altura, y que tendrán aplicaciones de apoyo a la lucha contra el cambio climático.
ANSER, Advances Nanosatellites Systems for Earth observation Research, será la primera misión de observación y control de nuestro territorio, dentro del programa de Constelaciones de Pequeños Satélites que ha sido iniciado.
Dichos satélites no tendrán necesariamente, una misión, militar, pues servirán para vigilar y fiscalizar la calidad de las aguas continentales en la Península Ibérica, concretamente el agua de los embalses y pantanos de la España peninsular.
Consistirá en un equipo de cuatro satélites, un líder y tres seguidores, que operarán en distancias cercanas, con una separación máxima entre ellos de diez kilómetros, lo que se denomina Control de Vuelo en Formación.
Pero esta misión piloto, permitirá también adquirir más experiencia en la utilización de estas nuevas tecnologías de vigilancia aeroespacial, con el menor coste posible, y creando un Centro de Misión específico para el control y operación de una constelación de nano-satélites.
Se espera disponer de la misión ANSER de monitorización de embalses para 2021, y dos años después se iniciará el lanzamiento al espacio de la segunda misión: ANSAT.
Esta otra misión, a partir de 2023, operará otra constelación de pequeños satélites para la observación de la atmosfera, y realizar mediciones de gases atmosféricos, asociados al estudio de la calidad del aire, cambio climático y ozono polar.
Por último, la misión ANSAR, consistirá en la implementación de un Sistema de Observación SAR (Radar de Apertura Sintética) en una plataforma distribuida.
Estas plataformas, son satélites de reducido coste y dimensión, con un peso por debajo de los 10 kilogramos, que actualmente son objeto de experimentación en universidades e institutos tecnológicos, y que se están convirtiendo en una verdadera alternativa, a las tradicionales grandes misiones de satélites. Además, permiten reducir de forma drástica los tiempos y costes de desarrollo asociados a los sistemas espaciales.
Estos proyectos se basan en la utilización de una “constelación” de mini-satélites de pequeño tamaño, que operarían de forma coordinada, distribuyéndose las zonas de la superficie terrestre que cubren, como si fuesen un solo elemento espacial.
Inicialmente se utilizaran plataformas de sólo tres kilogramos de masa, en las que es difícil instalar un sistema de propulsión a bordo. Se intentará aprovechar la leve resistencia aerodinámica que existe en órbitas por debajo de 500 kilómetros, para mantener el control del vuelo en formación, con un reducido coste de explotación.
No obstante, se estima que los satélites posicionados en alturas iniciales por debajo de 500 kilómetros tienen como límite de duración tres años, y si llegan a orbitar por encima de 650 kilómetros, se convierten en basura espacial permanente si no disponen de un sistema de propulsión que lo precipite a tierra al final de su vida útil.
Posiblemente, el cambio climático constituye hoy el mayor reto medioambiental a la que se enfrenta la humanidad, por lo que conocer estos nuevos proyectos tecnológicos aeroespaciales, pueden generarnos cierto optimismo.
Otras agencias espaciales, como NASA han desarrollado ya numerosos proyectos en este ámbito. La NASA, en concreto, cuenta con más de una docena de satélites estudiando la Tierra, incluso ofrece un portal específico sobre el cambio climático:
https://climate.nasa.gov/