Siendo director del Museo Federico Sopeña Ibáñez, se realiza la convocatoria del primer concurso. En 1976 es nombrado subdirector Manuel Jorge Aragoneses, (Madrid, 1927-1998), quien dirigirá los primeros trabajos de acondicionamiento, climatización y modernización del Museo, incluso con el siguiente director, Alfonso E. Pérez Sánchez.
Posteriormente, y siendo José Manuel Pita Andrade (La Coruña, 1922-Granada, 2009), director del Museo del Prado, se desarrolló sustancialmente el Plan de Obras de Climatización y Reforma de Servicios e Iluminación del Museo.
En aquella época, eran las grandes empresas instaladoras las que definían el sector y su mercado, por lo que la administración no contrató previamente la redacción de un proyecto de diseño, ni menos aún un proyecto de ejecución. Se sacó a concurso la ejecución de la instalación, en base a unas someras especificaciones técnicas. Se trataba que el ofertante resolviese los graves problemas ambientales y de contaminación que se expresaban en esas especificaciones.
Por tanto, al concurso se presentaba tanto un presupuesto económico, como el propio proyecto que proponía la empresa instaladora concursante. La convocatoria había sido muy polémica, pero parecía que la resolución del concurso podría serlo aún más, dada la dificultad de establecer baremos comparativos.
Un ingeniero de la empresa alemana Linde en España, situada entonces en Barcelona, me vino a ver a mi despacho y me habló del concurso convocado, me comento que iban a iniciar la climatización del Palacio de la Zarzuela, y que deseaban que actuase como director de obra, ya que su oficina de Madrid era reducida, y no disponían del especialista adecuado, a lo cual accedí profesionalmente satisfecho.
A continuación me indico que estaba también autorizado, para proponerme la realización del proyecto de climatización del Museo del Prado, para incluirlo en su propuesta. Lógicamente me encontré desbordado ante aquella oferta de una gran empresa alemana, especialista en frio y climatización. Hablamos de los términos y condiciones en los que se podría realizar ese trabajo, llegando a un primer acuerdo de intenciones, a expensas de redactar un contrato.
Llegamos a un acuerdo final, con muy poco tiempo disponible para la redacción del trabajo. Desde el principio, exigí disponer de presupuesto para conocer personalmente lo realizado en museos equiparable del mundo. Quitando el Museo del Hermitage, pues en aquel momento podrían plantearse retrasos con el visado, visité la mayoría de las pinacotecas de Europa y América, buscando referencias y modelos de actuación para definir el proyecto solicitado. Fue realmente una etapa sugestiva y de aprendizaje, pero no existían instalaciones de referencia que pudieran entenderse como modélicas. La situación de los principales museos era semejante a la del Prado, y las recientes instalaciones realizadas en Londres o Paris no respondían a las mismas exigencias, especialmente por el clima y la aparente despreocupación por la contaminación. Realmente el concurso suponía un reto mundial en el ámbito de la climatización.
A lo largo del transcurso del tiempo de ejecución, advertí que la empresa contratista delegaba en mi criterio en cuanto al diseño del sistema y en la búsqueda de soluciones. Quise comentar el tema con algún especialista, como mi profesor el catedrático Francisco Vighi, pero este, me comentó que era miembro del jurado, y que lógicamente, no podían tener ningún contacto en relación con el concurso, al menos hasta después de la entrega de la propuesta.
Con todo ello, trabajamos duramente en el diseño y el presupuesto, y el día antes del plazo previsto, los ingenieros de Linde disponían ya de su proyecto y su presupuesto, realizado todo íntegramente en nuestro despacho de ingeniería. Linde presento en fecha su oferta.
Se presentaron muchas empresas instaladoras: Autoelectricidad, Burner; Linde, Sulzer, Airesa, Acoysa, etc…Siendo adjudicada la obra a esta última. Fuimos informados que nuestro proyecto no había sido formalmente aceptado, pues había sido administrativamente rechazado: La empresa instaladora alemana no se había registrado como Contratista del Estado Español. Parece ser que la oficina de Patrimonio, que era quien había contratado la ejecución de la instalación del Palacio de la Zarzuela, no exigía ese requisito para contratar.
La adjudicación de las obras se publicó en el Boletín Oficial del Estado en enero de 1976, año en que dieron comienzo las mismas, con un presupuesto inicial de 337 millones de pesetas. La primera fase de la climatización del palacio de Villanueva se estimaba que finalizaría en 1978, pero se concluyó la sala de máquinas en 1979, y se abrieron al público, en febrero de 1980 diez nuevas salas climatizadas, cerradas desde hacía años, y en octubre de 1980, comenzaron las obras de la segunda fase, que comprendía el arreglo de quince salas más, y el acondicionamiento de nuevos ámbitos destinados al taller de restauración, depósito de cuadros, espacio para embalaje y nuevos vestuarios y aseos del personal del Museo, (Moleón Gavilanes, Pedro, Proyectos y obras para el Museo del Prado. Fuentes documentales para su historia, Madrid, Museo del Prado, 1996).
En el presupuesto de 1986, todavía se incluyeron 500 millones de pesetas para estas obras de climatización. El hecho es que posteriormente poco se habló en los medios de esa instalación, lo que indica que funcionó satisfactoriamente durante los últimos casi, cuarenta años.
Acoysa había concebido una central térmica y un climatizador central para tratamiento del aire exterior, manteniendo en sobrepresión el edificio, para que no se produjesen filtraciones de aire exterior. Este climatizador alimentaba a otros cinco de área, estos a su vez, alimentaban a nuevos climatizadores zonales, con un total de 28 unidades zonales.
Posteriormente, y en la actuación correspondiente a la 3ª fase del Plan Director, ala de Goya-Velázquez, el arquitecto Francisco Rodriguez Partearroyo realizó un nuevo proyecto, para una superficie de 15.000 m2, y 50 salas. También la reforma de la zona de oficinas en los encañonados, y de las torres de enfriamiento del sistema de climatización, realizándose su traslado a la zona posterior del edificio. Como parte del proyecto se diseñó una nueva solución para la difusión de aire, en sustitución del existente, en esas zonas.
Con el paso del tiempo, y un adecuado mantenimiento, la instalación original mantenía sus prestaciones, pero requería de un profundo análisis y de ciertas mejoras, por lo que el despacho de ingeniería de Juan Travesí, ha sido contratado para realizar un Plan estratégico de modificación de las instalaciones de climatización del edificio histórico, en tres fases, con el objetivo de actualizar las instalaciones existentes de climatización, reducir el consumo de energía y mejorar la regulación del sistema. En la actualidad está ya definida y proyectada la primera fase de actuación.
En el proyecto, y posterior obra, de la ampliación, llevada a cabo por el arquitecto Rafael Moneo, las instalaciones de climatización fueron diseñadas por Úrculo Ingenieros. La central frigorífica y térmica existente fue reformada y ampliada en potencia, con el fin de dar servicio a los nuevos espacios de la ampliación (se sustituyeron los 4 grupos frigoríficos de condensación por agua por otros 4 de mayor potencia, se instalaron 4 nuevas torres de enfriamiento y, por último, se sustituyeron las 2 calderas existentes por otras dos nuevas de gasóleo de mayor potencia). Las nuevas torres de enfriamiento se ubicaron en el pabellón junto al acceso de Velázquez, integrándose en el mismo de forma ingeniosa.
Por otro lado, en el nuevo edificio de la ampliación se diseñaron sistemas de climatización por aire, con climatizadores exclusivos para cada zona (salas de exposiciones, salas de restauración, almacenes, salón de actos, vestíbulo, etc.). Por ejemplo, para el Claustro, que dispone de una superficie de 524 m2, se concibe un sistema específico de climatización para la conservación de bienes culturales.
Se aplicaron en el diseño, criterios estrictos para mantener condiciones en el aire interior de elevada pureza, y un control riguroso tanto de temperatura, como de la humedad relativa (condiciones establecidas por el departamento de restauración), lo que exigía un sistema de gestión centralizado de última generación. Este fue, quizás, uno de las mejoras más relevantes que se implementaron en el Museo, un sistema de control moderno y potente que permitiese captar información en tiempo real, con el fin de monitorizar la totalidad de los equipos del sistema de climatización con la fiabilidad y la rapidez exigidas. Realizó la instalación la empresa ATIL.
En la actualidad se está desarrollando el proyecto de ejecución de la nueva ampliación del museo, que comprende el edificio del Salón de Reinos, que anteriormente ocupaba el Museo del Ejército.
Esta nueva actuación es el resultado de un concurso internacional, adjudicado a los estudios de arquitectura de Norman Foster y Carlos Rubio en 2016, con los que Urculo Ingenieros está también colaborando, en el desarrollo de las instalaciones del nuevo edificio.
El proyecto fortalece y consolida la identidad del campus del Museo del Prado, mejorando la potenciación peatonal del eje Parque del Retiro – Paseo del Prado, a través de la calle Felipe IV.
El Salón de Reinos, fue parte integrante del desaparecido Palacio Real de Buen Retiro y como ya hemos comentado, antigua sede del Museo del Ejército. Actualmente está adscrito formalmente al Museo Nacional del Prado desde octubre de 2015.
Aunque estaba previsto que las obras se iniciasen en 2018, por problemas presupuestarios, su ejecución ha sido retrasada.
Posteriormente, y siendo José Manuel Pita Andrade (La Coruña, 1922-Granada, 2009), director del Museo del Prado, se desarrolló sustancialmente el Plan de Obras de Climatización y Reforma de Servicios e Iluminación del Museo.
En aquella época, eran las grandes empresas instaladoras las que definían el sector y su mercado, por lo que la administración no contrató previamente la redacción de un proyecto de diseño, ni menos aún un proyecto de ejecución. Se sacó a concurso la ejecución de la instalación, en base a unas someras especificaciones técnicas. Se trataba que el ofertante resolviese los graves problemas ambientales y de contaminación que se expresaban en esas especificaciones.
Por tanto, al concurso se presentaba tanto un presupuesto económico, como el propio proyecto que proponía la empresa instaladora concursante. La convocatoria había sido muy polémica, pero parecía que la resolución del concurso podría serlo aún más, dada la dificultad de establecer baremos comparativos.
Un ingeniero de la empresa alemana Linde en España, situada entonces en Barcelona, me vino a ver a mi despacho y me habló del concurso convocado, me comento que iban a iniciar la climatización del Palacio de la Zarzuela, y que deseaban que actuase como director de obra, ya que su oficina de Madrid era reducida, y no disponían del especialista adecuado, a lo cual accedí profesionalmente satisfecho.
A continuación me indico que estaba también autorizado, para proponerme la realización del proyecto de climatización del Museo del Prado, para incluirlo en su propuesta. Lógicamente me encontré desbordado ante aquella oferta de una gran empresa alemana, especialista en frio y climatización. Hablamos de los términos y condiciones en los que se podría realizar ese trabajo, llegando a un primer acuerdo de intenciones, a expensas de redactar un contrato.
Llegamos a un acuerdo final, con muy poco tiempo disponible para la redacción del trabajo. Desde el principio, exigí disponer de presupuesto para conocer personalmente lo realizado en museos equiparable del mundo. Quitando el Museo del Hermitage, pues en aquel momento podrían plantearse retrasos con el visado, visité la mayoría de las pinacotecas de Europa y América, buscando referencias y modelos de actuación para definir el proyecto solicitado. Fue realmente una etapa sugestiva y de aprendizaje, pero no existían instalaciones de referencia que pudieran entenderse como modélicas. La situación de los principales museos era semejante a la del Prado, y las recientes instalaciones realizadas en Londres o Paris no respondían a las mismas exigencias, especialmente por el clima y la aparente despreocupación por la contaminación. Realmente el concurso suponía un reto mundial en el ámbito de la climatización.
A lo largo del transcurso del tiempo de ejecución, advertí que la empresa contratista delegaba en mi criterio en cuanto al diseño del sistema y en la búsqueda de soluciones. Quise comentar el tema con algún especialista, como mi profesor el catedrático Francisco Vighi, pero este, me comentó que era miembro del jurado, y que lógicamente, no podían tener ningún contacto en relación con el concurso, al menos hasta después de la entrega de la propuesta.
Con todo ello, trabajamos duramente en el diseño y el presupuesto, y el día antes del plazo previsto, los ingenieros de Linde disponían ya de su proyecto y su presupuesto, realizado todo íntegramente en nuestro despacho de ingeniería. Linde presento en fecha su oferta.
Se presentaron muchas empresas instaladoras: Autoelectricidad, Burner; Linde, Sulzer, Airesa, Acoysa, etc…Siendo adjudicada la obra a esta última. Fuimos informados que nuestro proyecto no había sido formalmente aceptado, pues había sido administrativamente rechazado: La empresa instaladora alemana no se había registrado como Contratista del Estado Español. Parece ser que la oficina de Patrimonio, que era quien había contratado la ejecución de la instalación del Palacio de la Zarzuela, no exigía ese requisito para contratar.
La adjudicación de las obras se publicó en el Boletín Oficial del Estado en enero de 1976, año en que dieron comienzo las mismas, con un presupuesto inicial de 337 millones de pesetas. La primera fase de la climatización del palacio de Villanueva se estimaba que finalizaría en 1978, pero se concluyó la sala de máquinas en 1979, y se abrieron al público, en febrero de 1980 diez nuevas salas climatizadas, cerradas desde hacía años, y en octubre de 1980, comenzaron las obras de la segunda fase, que comprendía el arreglo de quince salas más, y el acondicionamiento de nuevos ámbitos destinados al taller de restauración, depósito de cuadros, espacio para embalaje y nuevos vestuarios y aseos del personal del Museo, (Moleón Gavilanes, Pedro, Proyectos y obras para el Museo del Prado. Fuentes documentales para su historia, Madrid, Museo del Prado, 1996).
En el presupuesto de 1986, todavía se incluyeron 500 millones de pesetas para estas obras de climatización. El hecho es que posteriormente poco se habló en los medios de esa instalación, lo que indica que funcionó satisfactoriamente durante los últimos casi, cuarenta años.
Acoysa había concebido una central térmica y un climatizador central para tratamiento del aire exterior, manteniendo en sobrepresión el edificio, para que no se produjesen filtraciones de aire exterior. Este climatizador alimentaba a otros cinco de área, estos a su vez, alimentaban a nuevos climatizadores zonales, con un total de 28 unidades zonales.
Posteriormente, y en la actuación correspondiente a la 3ª fase del Plan Director, ala de Goya-Velázquez, el arquitecto Francisco Rodriguez Partearroyo realizó un nuevo proyecto, para una superficie de 15.000 m2, y 50 salas. También la reforma de la zona de oficinas en los encañonados, y de las torres de enfriamiento del sistema de climatización, realizándose su traslado a la zona posterior del edificio. Como parte del proyecto se diseñó una nueva solución para la difusión de aire, en sustitución del existente, en esas zonas.
Con el paso del tiempo, y un adecuado mantenimiento, la instalación original mantenía sus prestaciones, pero requería de un profundo análisis y de ciertas mejoras, por lo que el despacho de ingeniería de Juan Travesí, ha sido contratado para realizar un Plan estratégico de modificación de las instalaciones de climatización del edificio histórico, en tres fases, con el objetivo de actualizar las instalaciones existentes de climatización, reducir el consumo de energía y mejorar la regulación del sistema. En la actualidad está ya definida y proyectada la primera fase de actuación.
En el proyecto, y posterior obra, de la ampliación, llevada a cabo por el arquitecto Rafael Moneo, las instalaciones de climatización fueron diseñadas por Úrculo Ingenieros. La central frigorífica y térmica existente fue reformada y ampliada en potencia, con el fin de dar servicio a los nuevos espacios de la ampliación (se sustituyeron los 4 grupos frigoríficos de condensación por agua por otros 4 de mayor potencia, se instalaron 4 nuevas torres de enfriamiento y, por último, se sustituyeron las 2 calderas existentes por otras dos nuevas de gasóleo de mayor potencia). Las nuevas torres de enfriamiento se ubicaron en el pabellón junto al acceso de Velázquez, integrándose en el mismo de forma ingeniosa.
Por otro lado, en el nuevo edificio de la ampliación se diseñaron sistemas de climatización por aire, con climatizadores exclusivos para cada zona (salas de exposiciones, salas de restauración, almacenes, salón de actos, vestíbulo, etc.). Por ejemplo, para el Claustro, que dispone de una superficie de 524 m2, se concibe un sistema específico de climatización para la conservación de bienes culturales.
Se aplicaron en el diseño, criterios estrictos para mantener condiciones en el aire interior de elevada pureza, y un control riguroso tanto de temperatura, como de la humedad relativa (condiciones establecidas por el departamento de restauración), lo que exigía un sistema de gestión centralizado de última generación. Este fue, quizás, uno de las mejoras más relevantes que se implementaron en el Museo, un sistema de control moderno y potente que permitiese captar información en tiempo real, con el fin de monitorizar la totalidad de los equipos del sistema de climatización con la fiabilidad y la rapidez exigidas. Realizó la instalación la empresa ATIL.
En la actualidad se está desarrollando el proyecto de ejecución de la nueva ampliación del museo, que comprende el edificio del Salón de Reinos, que anteriormente ocupaba el Museo del Ejército.
Esta nueva actuación es el resultado de un concurso internacional, adjudicado a los estudios de arquitectura de Norman Foster y Carlos Rubio en 2016, con los que Urculo Ingenieros está también colaborando, en el desarrollo de las instalaciones del nuevo edificio.
El proyecto fortalece y consolida la identidad del campus del Museo del Prado, mejorando la potenciación peatonal del eje Parque del Retiro – Paseo del Prado, a través de la calle Felipe IV.
El Salón de Reinos, fue parte integrante del desaparecido Palacio Real de Buen Retiro y como ya hemos comentado, antigua sede del Museo del Ejército. Actualmente está adscrito formalmente al Museo Nacional del Prado desde octubre de 2015.
Aunque estaba previsto que las obras se iniciasen en 2018, por problemas presupuestarios, su ejecución ha sido retrasada.