Sistemas de tratamiento ambiental
Habiendo sido nombrado José Gabriel Silva-Bazán y Waldstein, X marqués de Santa Cruz, de Villasor y del Viso (1772-Madrid, 1839), director de la Galería Real de Pinturas (1817 a 1820), se produce la inauguración del Museo Real de Pinturas, posiblemente a instancia de la Reina, Isabel de Braganza. El Sr. Silva-Bazán padre, había tenído el mérito de haber conseguido convencer a Carlos IV para que depositara los «cuadros deshonestos» de las colecciones reales, en una sala reservada, en lugar de cumplir la voluntad de Carlos III, de quemarlos. (Beroqui, Pedro, «Apuntes para la historia del Museo del Prado», Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, año xxxviii, Madrid, 1930, pp. 33-48, 112-127, 189-203 y 252-266; año xxxix, 1931, pp. 20-34, 94-108, 190-204 y 261-274; año xl, 1932, pp. 7-21, 85-97 y 213-220, y Gaya Nuño, Juan Antonio, Historia del Museo del Prado (1819-1969), León, Everest, 1969).
Inicialmente, en 1819, fueron incorporadas al Real Museo de Pinturas 311 obras propiedad del Rey, posteriormente la colección fue incrementándose, hasta disponer hoy de 38.344, constituyéndose, desde 1868 en parte del Patrimonio Nacional.
Inauguración
El día de la inauguración, el 19 de noviembre de 1819, no hubo ceremonias oficiales. Incluso el rey Fernando VII no acudió al acto (Rumeu de Armas, Antonio, Origen y fundación del Museo del Prado, Madrid, Instituto de España, 1980 y Alcolea i Blanch, Santiago, Museo del Prado, Barcelona, Ediciones Polígrafa, 1991). No obstante, con ocasión de la inauguración, se ha escrito:
El piso del Museo era, en algunas salas, de losas de piedra, en otras, de baldosas de ladrillo y aún había determinados lugares en los que el suelo era simplemente de tierra batida. La calefacción consistía en tres braseros, uno en cada salón, que se encendían únicamente los días de visita pública. Para combustible, se disponía de 20 arrobas (algo más de 200 kg) de carbón al mes; si sobraba, se quemaba los demás días en beneficio de los sufridos copistas y estudiosos. (Fundación de amigos del Museo del Pardo:
https://www.museodelprado.es/aprende/enciclopedia/voz/silva-bazan-y-waldstein-jose-gabriel-x-marques-de/8c8dacee-89bf-4434-af23-561a6c261df6?searchid=a51635b7-886b-afbe-ebf1-7b31d5ba196b).
Durante muchos años, el riesgo de incendio del edificio, con techumbre de madera, determinó la no realización de obras para la calefacción de la pinacoteca (Alcolea i Blanch, Santiago, Museo del Prado, Barcelona, Ediciones Polígrafa, 1991). Por ejemplo, antes de final de siglo, siendo de 1894 a 1896, director Vicente Palmaroli y González, (Zarzalejo, Madrid, 1834-Madrid, 1896): …la instalación de calefacción queda suspendida y en estudio, mientras no se produzca la sustitución de las cubiertas de madera por otras metálicas. Por su parte, para evitar incendios, Palmaroli propone la ampliación de los pabellones laterales de Jareño para trasladar allí las viviendas de empleados (Fundación de amigos del Museo del Pardo).
Calefacción
Por ello, tenemos registros de que, más de ochenta años después de su inauguración, siendo director del museo de 1901 a 1918, José Villegas y Cordero, (Sevilla, 1844-Madrid, 1921), es cuando se mejoran realmente las instalaciones del Museo del Prado: Otros capítulos, como la instalación en el edificio de una adecuada calefacción o una moderna dotación contra el fuego, también serán objeto de su preferente atención (Fundación de amigos del Museo del Pardo:
https://www.museodelprado.es/aprende/enciclopedia/voz/villegas-y-cordero-jose/0169f7c9-53b5-4aff-aadc-36f101a6b5fa?searchid=dbb11f77-077f-4b26-b27a-a8af4c363eb8 ).
Se realiza en ese momento un sistema de calefacción convencional por agua caliente y radiadores, con combustión de carbón, que indudablemente suponía un grave riesgo para el edificio y para las obras de arte.
Posteriormente, y siendo desde 1952 José María Muguruza (Murcia, 1899-Madrid, 1984), el arquitecto conservador del Museo, se fueron sustituyendo sistemáticamente los materiales combustibles del edificio, y realizándose nuevas instalaciones contra incendios, calefacción y aire acondicionado, (Moleón Gavilanes, Pedro, Proyectos y obras para el Museo del Prado. Fuentes documentales para su historia, Madrid, Museo del Prado, 1996).
En cualquier caso, la pinacoteca era una constante preocupación en todos los niveles de la administración. Ya en los años setenta, la contaminación del Paseo de Recoletos, no solo debido a la circulación de vehículos, pero especialmente a las calefacciones, era una preocupación para los conservadores del museo.
En una visita técnica, personalmente pude comprobar que las ventanas de la parte superior quedaban siempre abiertas, entrando por ellas la contaminación. Pero al analizar los ribetes de hollín en los bordes de las ventanas y paredes próximas, era fácil deducir que ese hollín procedía del exterior, pero preferentemente, de las propias chimeneas de calefacción del museo, dada la ubicación de las mismas.
Climatización
Esa preocupación por la correcta conservación de la obra pictórica del museo, suscito la necesidad de afrontar el grave problema existente. Pero no con soluciones sencillas y económicas. Se estimó que era necesario un estudio de climatización y protección ambiental de la pinacoteca con un estudio integral. Fue acordado convocar un concurso público. Pudiera proponerse que aquel concurso de climatización del Museo del Prado, fue una referencia paradigmática para el sector.
Habiendo sido nombrado José Gabriel Silva-Bazán y Waldstein, X marqués de Santa Cruz, de Villasor y del Viso (1772-Madrid, 1839), director de la Galería Real de Pinturas (1817 a 1820), se produce la inauguración del Museo Real de Pinturas, posiblemente a instancia de la Reina, Isabel de Braganza. El Sr. Silva-Bazán padre, había tenído el mérito de haber conseguido convencer a Carlos IV para que depositara los «cuadros deshonestos» de las colecciones reales, en una sala reservada, en lugar de cumplir la voluntad de Carlos III, de quemarlos. (Beroqui, Pedro, «Apuntes para la historia del Museo del Prado», Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, año xxxviii, Madrid, 1930, pp. 33-48, 112-127, 189-203 y 252-266; año xxxix, 1931, pp. 20-34, 94-108, 190-204 y 261-274; año xl, 1932, pp. 7-21, 85-97 y 213-220, y Gaya Nuño, Juan Antonio, Historia del Museo del Prado (1819-1969), León, Everest, 1969).
Inicialmente, en 1819, fueron incorporadas al Real Museo de Pinturas 311 obras propiedad del Rey, posteriormente la colección fue incrementándose, hasta disponer hoy de 38.344, constituyéndose, desde 1868 en parte del Patrimonio Nacional.
Inauguración
El día de la inauguración, el 19 de noviembre de 1819, no hubo ceremonias oficiales. Incluso el rey Fernando VII no acudió al acto (Rumeu de Armas, Antonio, Origen y fundación del Museo del Prado, Madrid, Instituto de España, 1980 y Alcolea i Blanch, Santiago, Museo del Prado, Barcelona, Ediciones Polígrafa, 1991). No obstante, con ocasión de la inauguración, se ha escrito:
El piso del Museo era, en algunas salas, de losas de piedra, en otras, de baldosas de ladrillo y aún había determinados lugares en los que el suelo era simplemente de tierra batida. La calefacción consistía en tres braseros, uno en cada salón, que se encendían únicamente los días de visita pública. Para combustible, se disponía de 20 arrobas (algo más de 200 kg) de carbón al mes; si sobraba, se quemaba los demás días en beneficio de los sufridos copistas y estudiosos. (Fundación de amigos del Museo del Pardo:
https://www.museodelprado.es/aprende/enciclopedia/voz/silva-bazan-y-waldstein-jose-gabriel-x-marques-de/8c8dacee-89bf-4434-af23-561a6c261df6?searchid=a51635b7-886b-afbe-ebf1-7b31d5ba196b).
Durante muchos años, el riesgo de incendio del edificio, con techumbre de madera, determinó la no realización de obras para la calefacción de la pinacoteca (Alcolea i Blanch, Santiago, Museo del Prado, Barcelona, Ediciones Polígrafa, 1991). Por ejemplo, antes de final de siglo, siendo de 1894 a 1896, director Vicente Palmaroli y González, (Zarzalejo, Madrid, 1834-Madrid, 1896): …la instalación de calefacción queda suspendida y en estudio, mientras no se produzca la sustitución de las cubiertas de madera por otras metálicas. Por su parte, para evitar incendios, Palmaroli propone la ampliación de los pabellones laterales de Jareño para trasladar allí las viviendas de empleados (Fundación de amigos del Museo del Pardo).
Calefacción
Por ello, tenemos registros de que, más de ochenta años después de su inauguración, siendo director del museo de 1901 a 1918, José Villegas y Cordero, (Sevilla, 1844-Madrid, 1921), es cuando se mejoran realmente las instalaciones del Museo del Prado: Otros capítulos, como la instalación en el edificio de una adecuada calefacción o una moderna dotación contra el fuego, también serán objeto de su preferente atención (Fundación de amigos del Museo del Pardo:
https://www.museodelprado.es/aprende/enciclopedia/voz/villegas-y-cordero-jose/0169f7c9-53b5-4aff-aadc-36f101a6b5fa?searchid=dbb11f77-077f-4b26-b27a-a8af4c363eb8 ).
Se realiza en ese momento un sistema de calefacción convencional por agua caliente y radiadores, con combustión de carbón, que indudablemente suponía un grave riesgo para el edificio y para las obras de arte.
Posteriormente, y siendo desde 1952 José María Muguruza (Murcia, 1899-Madrid, 1984), el arquitecto conservador del Museo, se fueron sustituyendo sistemáticamente los materiales combustibles del edificio, y realizándose nuevas instalaciones contra incendios, calefacción y aire acondicionado, (Moleón Gavilanes, Pedro, Proyectos y obras para el Museo del Prado. Fuentes documentales para su historia, Madrid, Museo del Prado, 1996).
En cualquier caso, la pinacoteca era una constante preocupación en todos los niveles de la administración. Ya en los años setenta, la contaminación del Paseo de Recoletos, no solo debido a la circulación de vehículos, pero especialmente a las calefacciones, era una preocupación para los conservadores del museo.
En una visita técnica, personalmente pude comprobar que las ventanas de la parte superior quedaban siempre abiertas, entrando por ellas la contaminación. Pero al analizar los ribetes de hollín en los bordes de las ventanas y paredes próximas, era fácil deducir que ese hollín procedía del exterior, pero preferentemente, de las propias chimeneas de calefacción del museo, dada la ubicación de las mismas.
Climatización
Esa preocupación por la correcta conservación de la obra pictórica del museo, suscito la necesidad de afrontar el grave problema existente. Pero no con soluciones sencillas y económicas. Se estimó que era necesario un estudio de climatización y protección ambiental de la pinacoteca con un estudio integral. Fue acordado convocar un concurso público. Pudiera proponerse que aquel concurso de climatización del Museo del Prado, fue una referencia paradigmática para el sector.