EMPRESA Y SOCIEDAD: Francisco Abad
Blog de T21 sobre Empresa&Sociedad

Las nuevas generaciones tendrán un nivel de vida inferior al de sus padres. Comparativamente, quizá como el de sus abuelos. ¿O no?


Nuestros hijos vivirán mejor que nosotros
Hace unos años que se acentúan las dificultades laborales de quienes quieren dar sus primeros pasos en el mundo laboral. ¿Es una situación coyuntural, o ha venido para quedarse?

Si miramos hacia el horizonte, sabemos que tendemos rápidamente hacia una sociedad con un número creciente de personas viviendo de una pensión pública decreciente. Como la humanidad mejora su bienestar década a década, la única posibilidad de hacerlo con este futuro por delante es que se reduzcan notablemente los costes de los productos y servicios más habituales. Es algo que las empresas pueden ayudar a conseguir mediante reducción de gastos, entre ellos los de personal, o incorporando soluciones innovadoras disruptivas. Desde el punto de vista de los jóvenes, también hay dos opciones. Quienes opten por trabajar en “lo de siempre” mediante un “trabajo estable” tendrán un trabajo con alto riesgo de sustitución por robots y con una retribución a la baja. La otra posibilidad es que apuesten por una formación que facilite la innovación por sistema. En lo técnico, generando ideas que se puedan traducir en nuevos productos sobre todo gracias a la tecnología, considerando las grandes tendencias sociales. Pero sin olvidar el factor humano, en tanto que venderlos requiere la psicología, la sociología y la comunicación estratégica.

Se puede decir que estos millennials empresarios emprendedores acabarán conquistando el mundo de los babyboomers directivos, hoy todavía reticentes a la hora de tomar decisiones sobre lo nuevo, cuando estos últimos se den cuenta de que necesitan dar opciones reales a las propuestas de los más jóvenes para vivir mejor en el futuro. Una paradoja intergeneracional que es inspiradora de cambios.

Por si ayudan algunos datos de contexto, recordemos que el consumo de las personas mayores se concentra en los suministros de su vivienda (luz, agua, mantenimiento…; 40%), alimentación (20%) y transporte. También es muy importante la gestión de su ahorro, que les tiene que durar más años. Y que la proporción de mujeres crece con la edad (a partir de los 80, son el doble que los hombres). Por tanto, las subidas de precios en cualquiera de los capítulos anteriores, incluyendo los servicios bancarios, además de no ser un buen regalo de Reyes Magos tienen que dejar de producirse porque no son sostenibles en un contexto de largo plazo. Por otro lado, se acaba de publicar que el 34% del empleo en Estados Unidos ya corresponde a freelances. No es inmediatamente extrapolable, pero recordemos que se trata del país número uno del mundo, entre otras cosas en ciencia, tecnología e innovación. Además de en marketing y comunicación estratégica. 

Así que nos espera un apasionante época de cambios que ni siquiera somos capaces de imaginar. También en el mundo del trabajo y, especialmente, en el de las nuevas generaciones. Su futuro depende del futuro que creen, de cómo lo hagan y de cómo lo vendan, sobre todo al principio. Y teniendo en cuenta a cada edad nos motivamos y somos felices de forma diferente.  Sobre todo los emprendedores.

Los de la generación con canas pasamos el testigo a los "millennials", ilusionados porque protagonizarán un cambio disruptivo


Los "millennials" toman el relevo en la responsabilidad corporativa
Nos hacemos mayores. Te empiezas a dar cuenta cuando intentas arrancar tu primera cana pensando en que ha sido un error de la naturaleza o cuando el fisioterapeuta te aconseja adaptar tu ejercicio físico porque ya no eres el que eras. Ahora toca que la generación de los que vivimos los orígenes de la responsabilidad social de las empresas dejemos paso a los millennials. Hasta aquí hemos llegado. Ha habido mucho avance desde las primeras incursiones en el sancta sanctorum de las empresas para hablar de acción social, con recuerdos imborrables de ser percibidos como seres verdes con orejas y nariz con formato de trompetilla por los que nos recomendaban volver al platillo volante tras más de una reunión de finales de los noventa. Ideas nuevas entonces que después se procedimentaron, sistematizaron e incluso regularon hasta hacernos perder el norte, reflejo claro de que ya había perdido su componente inspirador en beneficio de un sistema aburrido y enlatado por capítulos. Pero queda mucho por hacer, así que lo mejor va a ser pasar ya el testigo a los que te miran como un dinosaurio cuando les vas con el cuentecito de abuelo sobre cómo recopilamos la primera edición de lo que hoy son los contenidos de las memorias de sostenibilidad o sobre cómo empezaron sus propios programas de voluntariado, discapacidad o empleo, que ahora gestionan con ímpetu emprendedor. Pero, sobre todo, cuando presumes de ello pero no sabes responder a algunas asignaturas pendientes de la situación actual.
 
En mis andanzas de entonces usábamos un test ácido para debatir sobre el sentido de la acción social a partir de la respuesta a estas cuatro preguntas:
  • ¿Convence la acción social de una empresa a la mayor parte de sus accionistas, tanto a minoritarios partidarios de la teoría de Milton Friedman como a grandes inversores financieros?
  • ¿Mantendría la empresa su acción social si no se pudiera apoyar en una comunicación externa activa dirigida al gran público?
  • ¿Mantendría la empresa su acción social en caso de un recorte presupuestario que eliminara por completo todos los gastos no esenciales?
  • ¿Asumirían los departamentos operativos o de apoyo el presupuesto de acción social íntegramente porque les ayuda a conseguir de manera eficiente y eficaz sus objetivos de área?
 
Ahora, con un poco más de perspectiva, la sugerencia es hacer otras antes. Preguntas que se hacen los más jóvenes, salvo alguna aberración excepcional procedente del mundo de las escuelas de negocios, y también el ciudadano de la calle. Incluyo solo algunos conceptos, y que cada uno amplíe y pregunte como quiera porque la idea está clara:  
No le va faltar trabajo a los millennials para enmendar la plana a lo que hemos construido los de mi generación. Yo llevo un tiempo disculpándome por mi aportación a todo este gazpacho y empezando a encauzar mis energías hacia el horizonte, porque creo que puedo ser más útil dedicándome a impulsar colaborativamente ideas inspiradoras para un futuro mejor, considerando las grandes tendencias sociales. En concreto, me estoy concentrando en impulsar dos extremos que se tocan: los nuevos empresarios (¿emprendedores?) en una sociedad más longeva y sin niños. Gracias a ellos progresará el bienestar de todos, porque es la única forma de bajar los costes de todo lo que tenemos domiciliado en el banco y de los productos básicos de gran consumo para que consigamos vivir mejor en una sociedad en la que predominaremos los que vivamos de una pensión pública aceleradamente decreciente. Todo ello dando una importancia especial a la comunicación audiovisual y digital en un mundo que requiere un cambio disruptivo en el mundo educativo, en formas y contenidos, que no pueden obviar contenidos éticos ni de ciudadanía, e imaginar nuevas formas de trabajar cuando lleguen los robots. Que no serán verdes ni aterrizarán en un platillo volante. 


Sábado, 14 de Noviembre 2015 | Comentarios

Aunque hay otros nichos atractivos, los “millennials” son el foco de atención exclusivo de las empresas


Yo quiero ser un "millennial"
Mi amigo Pako publicó recientemente un artículo sobre la gestión del talento en el mundo empresarial. Como es visionario, introdujo el punto de vista de la gestión generacional, ya que en el mundo laboral conviven los que ya están en la década de los cincuenta, conocidos como babyboomers, y los que aún no han llegado a los treinta, como millennials. Un buen caso de extremos que se tocan, ya que el éxito de muchos equipos pasa por combinar inteligente y emocionalmente la energía y la tecnología joven con la sabiduría y experiencia maduras.
 
Como también le apasiona la comunicación y es jugador y disruptivo, lo publicó en dos blogs similares con distinto título. Uno, más directo, era “Gestionar el talento según la edad”, y otro, más intencionado, “El talento de los millennials”. El objetivo era probar hasta qué punto el título influye el título en el número de lecturas y en la viralización de una idea, en este caso porque percibía una atracción desmesurada de la última palabra en cursiva. Se imaginarán el resultado, pero no sé si la dimensión de la diferencia. Pues sí, más de 15 veces entre apenas 500 en el primer caso y más de 7.000 en el segundo.
 
A mí me ocurrió algo diferente pero también ilustrativo, en este caso más vinculado al marketing empresarial. Estamos organizando unas jornadas divulgativas sobre “Hábitos saludables ¿Cómo vivir más y mejor?” por iniciativa de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (ceoma), que son a la vez presenciales, retransmitidas vía streaming y accesibles en su canal de You Tube. Incluyen contenidos sobre salud, actividad física, nutrición, economía cotidiana y habilidades personales y sociales que deberían ser de interés para empresas conocedoras del cambio demográfico como telonero de cualquier tendencia a medio plazo. Se imaginarán que entre los participantes como ponentes en los coloquios introductorios de cada tema el micrófono era para geriatras, laboratorios farmacéuticos y empresas de gran consumo, como ya ocurre en países donde el babyboom fue unas décadas antes que en España. Pues no. Dadas las dificultades que pusieron a participar, cubrimos sus huecos con jóvenes, muchos de ellos emprendedores, conocedores de lo rápido que está cambiando todo, de la creciente importancia de los mayores como consumidores y con una habilidad innata como comunicadores para el gran público.
 
Así que nada como aplicar lo aprendido para ponerle el título a este grupo de ideas. Dentro de unos años, serán otras. Y el título, también.

Las empresas no conjugan los verbos usar, comprar e invertir en innovación igual que los emprendedores ni que las personas


Innovar ahorrando
La inmensa mayoría de nosotros nos hemos acercado al mundo de la innovación, la tecnología y las tendencias sin darnos cuenta. Usamos internet, dispositivos digitales y formas de informarnos, comunicarnos y relacionarnos que apenas imaginábamos hace quince años, en plena vigencia de las máquinas de revelado instantáneo (en papel, que salía por abajo), el teléfono de ruedecita para marcar y o un sistema llamado fax, que creíamos que permitía enviar documentos por el cable de teléfono. La transformación es tan profunda que hoy es anacrónico ver una tienda de revelado de fotografías o ver impreso un número de fax en una tarjeta de visita. Y si damos con usuarios un poco más avanzados que el resto, como nuestros hijos, los consideramos frikis del futuro.
 
No es que hayamos inventado nada, sino que hemos incorporado a nuestro día a día nuevos productos y servicios que otros han imaginado y desarrollado, que usamos gratuitamente o compramos a un precio muy razonable para lo mucho que aportan a nuestra vida personal y profesional. Y lo hemos hecho tan deprisa que nadie se plantea que son consecuencia del avance y solidaridad de muchas generaciones que han querido lo mejor para las siguientes desde hace siglos. Pero más que la falta de agradecimiento con nuestros predecesores me gustaría subrayar que en ningún caso hemos invertido nada antes de usarlos ni asumido los riesgos que conlleva todo posible cambio. Es decir, compramos y usamos, pero no es necesario que invirtamos.
 
En los creadores de empresas, o emprendedores que es como se llaman ahora, ocurre algo un poco más evolucionado. Digamos que invierten mucho tiempo y dinero en facilitarnos productos de futuro, pero aprovechan al máximo la oportunidad que proporcionan las novedades relacionadas con los recursos de partida que necesitan para multiplicar exponencialmente el valor creado minimizando la inversión todo lo posible. Pura innovación abierta, trabajo colaborativo e intercambio inteligente. Invierten, compran y usan, pero a su manera
 
Las empresas tiene otra personalidad y otro patrón de comportamiento. Incluso las que cuentan con programas propios de emprendimiento se concentran casi exclusivamente en opciones de inversión, muchas veces para posicionarse en la empresa recién creada y ahorrarse el coste de comprarla cuando sea un éxito. Pero no es habitual que compren productos y servicios recién creados, como sí hacen masivamente sus admirados millenials, que es uno de los paradigmas del éxito en sus áreas de gestión del talento. Desde el otro ángulo, se puede decir que para un emprendedor es más fácil conseguir inversión inicial que acceder con sus productos a la mayor parte de empresas con la agilidad que sería necesaria, también las que tienen programas para ellos, porque dicen que "carecen de experiencia”. Así, las empresas pierden con esta excusa parte de su posible sistema de innovación y eficiencia porque suelen empezar por decir a cualquier emprendedor “no tenéis la experiencia que requieren nuestros procedimientos de compras". Es decir, las empresas invierten, pero apenas usan y difícilmente compran productos de emprendedores.
 
Para impulsar un cambio en este ecosistema surgieron los Premios Comprendedor , cuyo provocador objetivo es que sea más fácil que los emprendedores B2B consigan sus primeros clientes en el mundo empresarial. Un proyecto colaborativo promovido por la Fundación Empresa y Sociedad , que trabaja de la mano de entidades tan emblemáticas para el futuro como Tendencias21 .
 
La situación de partida queda reflejada en las candidaturas recibidas. Cuatro son de empresas, que optan a ser Empresa Comprendedora: la  “empresa  que mejor haya desarrollado la relación cliente-proveedor con uno o varios emprendedores durante los primeros años de o de los emprendedores”. Nada menos que sesenta y ocho son de creadores de empresas, que optan a ser los “emprendedores con mayores expectativas (Emprendedor Promesa) o experiencia (Emprendedor Comprendedor) de mejor crecimiento en clientes empresariales desde su inicio”.
 
Los números anteriores ya generan un mensaje. Las ideas relacionadas con las candidaturas se conocerán tras el fallo del jurado, que hará público en el último trimestre de este año cuáles son las que mejor permiten inspirar con su caso al sector empresarial sobre la importancia de contar con una nueva vía de innovación en colaboración con el mundo emprendedor y de ayudar a los emprendedores B2B a conseguir sus primeros clientes. 
 
Antes tendremos reuniones de conocimiento e intercambio de recursos entre los emprendedores candidatos, y entre los emprendedores y las empresas interesadas en innovar en colaboración con ellos, que se van integrando en el Club Comprendedor . Una carrera de fondo basada en ideas y trabajo colaborativo para inspirar un futuro mejor.
 
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Editado por
Francisco Abad
Eduardo Martínez de la Fe
Coautor del libro "Dentro de 15 años", impulsor de cambios considerando megatendencias sociales (envejecimiento, comunicación hipermedia, emprendedores) y consejero independiente de empresas (www.abest.es). Fundador de la Fundación Empresa y Sociedad. @FranciscoAbadJ


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