Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Con Paolo Sacchi, el editor italiano de esta literatura apócrifa de la Biblia hebrea, podemos decir que los problemas que angustiaban de un modo especial a las mentes judías de la época de los autores de los Apócrifos eran los siguientes: 1. La existencia del mal y su origen; 2. Las relaciones que debían mantener los israelitas con los paganos; 3. La justicia de Dios en este mundo y el sufrimiento y fracaso aparente de los justos; 4. La urgencia de la salvación y la figura que habría de ejecutarla: el mesías, como dijimos; 5. El destino futuro del hombre: inmortalidad o no del alma, la resurrección, el juicio futuro; 6. La libertad del ser humano y la de Dios a pesar de la predestinación; 7. El intento de plasmar una ética interior que diera vida a los múltiples preceptos de la Ley y condujera a la salvación; los deseos de justificación /absolución partiendo de un estado de pecado. Modelados por todas estas preocupaciones, los apócrifos del Antiguo Testamento desarrollan una cierta visión del mundo, un cierto talante espiritual, que varía algo, naturalmente, de unos escritos a otros, pero que muestra los siguientes rasgos comunes, algunos de los cuales se deducen de lo que he indicado hoy. Enseguida les sonarán a los paralelos cristianos y los ecos de lo oído en las enumeraciones anteriores les servirá para la fijación de ideas. Vuelvo a hacer una lista: 1) Se espera y se cree febrilmente en un fin del mundo muy próximo, en el que tendrá lugar la liberación de todos los justos. Las épocas anteriores han sido de preparación; Lo nuevo es en este número 1) la edad final es aquella en la que vive el escritor de cada libro en cuestión. 2) Este fin del mundo será una gran catástrofe cósmica: habrá grandes guerras y conflagraciones, todo el universo se conmoverá, pero al final vencerán los justos. Este punto es parcialmente nuevo respecto a la Biblia hebrea 3) El tiempo se divide en dos grandes períodos: uno, el presente (con toda su historia anterior), malo y perverso, dominado por el espíritu del mal, adversario de la divinidad; otro, el futuro, regido por Dios, en el que los justos habrán de vivir una vida paradisíaca y dichosa. Hay en este punto una insistencia mayor que en la Biblia hebrea. 4) El período presente evoluciona irremisiblemente hacia el futuro según un esquema predeterminado por el plan divino. Parcialmente nuevo, pues se insiste en el “esquema”, pero se insiste en la predeterminación. 5) El espacio entre la divinidad y el hombre se piensa como mucho más poblado por seres intermedios, ángeles y demonios, que influyen en el comportamiento del hombre y del mundo. Este punto es solo parcialmente nuevo en la intensidad de la idea y cómo se recalca el papel de ángeles y demonios. 6) Se delinean con precisión las características del mesías. Se piensa menudo que vendrá un rey davídico anunciado por los profetas, a pesar se que se sabía que el último davídida, Zorobabel, había muerto; que será el héroe que aniquilará militarmente a los enemigos de Israel; pero ante todo juez supremo y príncipe de la paz. Al acabarse el período malo, el agente mesiánico abrirá de nuevo el paraíso de par en par para los justos. Dios oculta a su ungido durante un tiempo, pero al final aparecerá indefectiblemente. Este punto es parcialmente nuevo porque en la Biblia hebrea no hay mesías estricto. 7) La gloria es el estado definitivo del justo. Para la mayoría de los apócrifos, será el estado solo del israelita piadoso; para algunos, de todo ser humano justo. Parcialmente nuevo. El próximo día terminaremos las nociones generales sobre qué son los Apócrifos del Antiguo Testamento y qué importancia tienen para la comprensión del judaísmo de Jesús y el nacimiento del cristianismo. Saludos cordiales NOTA: Enlace a una entrevista de Pedro Riba, “Luces en la oscuridad” sobre la novela “Herodes el Grande”: https://www.youtube.com/watch?v=vMhlgOM5tAE
Martes, 21 de Enero 2025
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Escribe Antonio Piñero
Resumo ahora los que creo rasgos esenciales del ideario teológico de los Apócrifos del Antiguo Testamento. 1. Dios existe y su existencia no necesita demostración alguna. Ningún autor de los apócrifos manifiesta la mínima duda de su existencia, ni necesita probarla; ni se cuestiona. Tampoco duda de que se trata de un Dios único, el Dios de Israel, el mismo que luego el dios de los judeocristianos y luego cristianos a secas; en tiempo de los apócrifos, siglo IV a.e.c. en adelante, el politeísmo había sido desterrado de Israel hacía al menos un siglo o más. Ahora bien, si se ataca vivamente el politeísmo en los apócrifos es sólo cuando la temática de algunos de estos libros reproduce momentos del pasado o reelabora pasajes de la Biblia ya existentes, o bien tiene dirige su discurso contra los gentiles de su tiempo. Este Dios de los apócrifos pierde rasgos antropomórficos de la Biblia hebrea (no es el dios del Génesis; por ejemplo, Dios se pasea por el Paraíso dónde está Adán después de caída y la primera pareja se esconde a sus ojos: Gn 3,8), y se convierte en absolutamente trascendente, es decir, está muy por encima de todo lo humano y no se puede representar con ningún rasgo de hombre. 2. A pesar de que Dios es creador del mundo y del ser humano, el estado idílico del principio duró muy poco. La mala inclinación del hombre, en expresión de los rabinos posteriores, el corazón o inclinación maligna, condujo al pecado y éste trastornó todos los planes divinos sobre el cosmos. 3. Entonces Dios interviene en la historia; ha elegido para sí entre los pueblos a uno sólo, Israel. La historia no es cíclica o circular como pretenden los griegos. No se repiten el universo y los acontecimientos en él ocurridos después de un período más o menos largo y tras una conflagración o fuego purificatorios finales, como pensaban en general los gentiles helenos para quienes la materia es eterna, sino que la historia es lineal. La historia camina, pues, directamente hacia un objetivo decidido por Dios. Es como una línea más o menos recta, que va desde los orígenes hasta un fin predeterminado por Dios: a saber, la restauración del estado primigenio del paraíso antes del pecado, es decir, la mencionada línea directa de la historia hará que se restauren las condiciones del paraíso: el final será como el principio. Ello conlleva la salvación de Israel y en algunos autores de los apócrifos de la salvación participarán también de los gentiles, o al menos de algunos de ellos. 4. Dios ha concedido a Israel una alianza y una ley. Si se cumplen los términos de esa Ley, Dios se mostrará benévolo e Israel gozará, ya en esta vida, de un estado normal de felicidad y abundancia de bienes materiales. Luego gozará de una vida y felicidad eternas y perfectas. 5. Dios es el rey verdadero de Israel. Para todos los judíos cualquier realeza terrena, incluso la judía, si no obraba conforme a la Ley, era contraria a esta realidad, pues sustituía el régimen ideal, el gobierno de Dios sobre su pueblo, postulado una y otra vez por los profetas del pasado, por el dominio de un rey humano. La religión judía en tiempos de los Apócrifos era una religión a la espera del reinado de Dios. 6. La realización práctica de este reinado habría de ser llevada a cabo por una personalidad misteriosa, el mesías. Sobre su figura circulaban muy diversas ideas y perspectivas, pero todas convergían en una idea simple y fundamental: el mesías sería la “mano derecha de Dios”, el agente divino para implantar su reino en la tierra. Y también en algunos ambientes la teología de Dios como rey de Israel se irá combinando con una teología de Dios como rey del mundo entero, incluidos los gentiles o paganos. 7. Si una cara de la Alianza era la firme creencia en la providencia divina, la otra cara era la necesidad de una absoluta obediencia a Dios por parte del ser humano. A esta obediencia se unen sentimientos de temor respetuoso, de confianza hacia el gobierno de Dios y de agradecimiento por sus dones. La insurrección contra ese Dios o contra sus designios es el pecado. 8. De resultas del mencionado pecado y del mal mundano, la historia se divide en dos grandes mitades: la “edad presente” y la “edad futura”. La presente –que dura desde la creación del mundo hasta el final físico de éste–, será sustituida por una edad futura, paradisíaca, donde todo será distinto y mejor. Las concepciones de esta edad futura varían en los apócrifos: la mayoría de las veces se piensa que ocurrirá en esta misma tierra, de Israel naturalmente, renovada y purificada; otras veces se piensa que la edad futura tendrá a su vez dos partes: una tendrá lugar en esta tierra –normalmente un Israel idílico y restaurado en sus doce tribus– durante un cierto lapso de tiempo; la segunda parte ocurrirá en un paraíso o cielo en el que entrarán unos pocos, los justos judíos salvados. Un solo apócrifo, el Testamento de Moisés piensa que la edad futura tendrá lugar exclusivamente en un espacio ultraterreno: el cielo, en un paraíso, o lugar celeste de suprema felicidad. Saludos cordiales de Antonio Piñero NOTA: Entrevista hecha por Jorge Ferrándiz sobre Apocalipsis y el canon del Nuevo Testamento Enlaces de Youtube partes 1 y 2 https://www.youtube.com/watch?v=5g04sAjG4uU https://youtu.be/SKmoEDuBkPQ Enlaces de Ivoox partes 1 y 2 <iframe src="/crist/https://www.ivoox.com/player_ej_137202014_6_1.html?c1=c66c2a " width="100%" height="200" frameborder="0" allowfullscreen="" scrolling="no" loading="lazy"></iframe> <iframe src="/crist/https://www.ivoox.com/player_ej_137202083_6_1.html?c1=c66c2a " width="100%" height="200" frameborder="0" allowfullscreen="" scrolling="no" loading="lazy"></iframe>
Martes, 14 de Enero 2025
Notas
Una colección tan variada como el Nuevo Testamento exige a quien busca historia cierto método analítico, prudente y sosegado. Es preciso atender a muchas cosas, cosas que nadie tiene en conjunto y, por tanto, es preciso recopilar de muchas mentes expertas. Veamos algunos detalles de esta delicada lectura histórica.
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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