Notas
Hoy escribe Gonzalo del Cerro
Niveles diferentes en el uso de la Biblia 7. Citas textuales (I) En unos libros impregnados de religiosidad bíblica, es lógico esperar citas más precisas. El hecho es particularmente frecuente en el caso de frases lapidarias o afirmaciones que encarnan enseñanzas de Jesús de especial importancia. Son así muchos textos de los evangelios en forma de aforismos o de logia. El ritmo de las frases, su sonoridad y contundencia eran elementos constitutivos de su eficacia. Si las alusiones, las fórmulas, los gestos, las referencias más o menos patentes definen una personalidad imbuida en la mentalidad de la Biblia, las citas textuales demuestran, además, el respeto y la veneración con que los autores tratan los textos bíblicos. Eran considerados como fuente de autoridad y de verdad y van avalados frecuentemente con la fórmula tradicional “está escrito”, "se ha dicho" (gégraptai, éirētai). Es el concepto más claro en el contexto de los niveles del uso de la Biblia en los Hechos Apócrifos. Pues las citas textuales demuestran que ya existía un texto preciso referencial y que muchas tradiciones iban fijándose por escrito y de forma poco menos que oficial. Lo demuestra el dato de unas fórmulas literarias que se reproducen con una fidelidad impropia de los procedimientos habituales en aquella época. No existía entonces un concepto claro de cita, como tampoco se tenía el sentido de propiedad intelectual que tenemos ahora de acuerdo con los criterios modernos. Los autores, como podemos apreciar en estas obras, solían citar de memoria. Si bien también era frecuente confeccionar florilegios de frases que servían de vademécum para investigaciones sobre determinados temas paralelos. Pero no parece probable que los autores de los HchAp tuvieran siempre ante los ojos los textos originales de los pasajes aducidos. Por esa razón, podían simultanear perfectamente un profundo respeto por lo que consideraban palabra de Dios con una libertad amplia en el uso de los materiales citados. La Biblia formaba parte esencial del acervo cultural de los cristianos, y llenaba las mentes de escritores y lectores de modo que cualquier alusión o referencia era fácilmente reconocida y comprendida. Las citas textuales llevan algunas veces un detalle referencial preciso. En otras ocasiones, el texto va sin mención expresa de su origen concreto., pero está claro que la intencionalidad del autor espera ser captada sin mayores dificultades. Tú mismo, Cristo, dijiste” (HchJn 22,1),“afirma el profeta del Señor” (HchPe 7,5), “como dijo el profeta” (HchPe 20,6), “Cristo nuestro Salvador enseñaba: El reino de Dios está cerca“ (HchPl PH 8,30), “el Señor decía a las multitudes” (HchTom 82,2), Cristo “dijo a Pedro, nuestro coapóstol” (HchTom 86,2), etc. Por lo demás, la conexión literaria de los HchAp con la Biblia queda comprobada con claridad por el dato de que todos los personajes protagonistas y epónimos de los Hechos Apócrifos son actores, en mayor o menor medida, de la Historia cde la Salvación. De la misma manera que los sucesos aludidos o narrados son casi en su totalidad acontecimientos bíblicos. Esta es la razón de que las citas, textuales o genéricas, presentes en los HchAp sean exclusivamente bíblicas. Ninguna obra ajena al cristianismo aparece ni citada ni aludida, mientras que la Biblia está mencionada con reiterada insistencia. El Nuevo Testamento ocupa la porción más numerosa en cantidad y en calidad, tanto en pasajes de los evangelios como de las epístolas del corpus paulino. El Antiguo Testamento está igualmente presente, en particular, el Génesis, los Profetas (sobre todos, Isaías) y los Salmos (citados a veces como profetas). Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Jueves, 26 de Noviembre 2009
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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