Notas
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro
Homilía X El problema del politeísmo Sigue Pedro exponiendo uno de los temas problemáticos en el contexto de las Pseudo Clementinas. Hemos visto en otros pasajes la advertencia de que la idolatría o el politeísmo es el pecado más censurado en la historia bíblica. Detrás de ese terrible pecado está siempre la terrible serpiente que os sugiere la idea de pensar y decir eso mismo que dicen los más de los pagaos: “Nosotros también sabemos que existe un solo Dios, el Señor de todos, pero éstos también son dioses”. Lo argumentan con el ejemplo práctico de la vida social o política. Está claro que detrás de su argumentación late la sugestión de la serpiente. Por eso concluyen que de la misma manera que hay un solo César, pero que tiene bajo su poder administradores -cónsules, gobernadores, tribunos, centuriones, decuriones-, de la misma manera, siendo uno solo el gran Dios, como el César, hay también dioses según la razón de sus poderes inferiores, sometidos a él, pero que nos gobiernan a nosotros. Ante este evidente peligro, advierte Pedro diciendo: “Escuchad, pues, los que habéis sido infectados (por la serpiente) con esta doctrina como con un terrible veneno, -me refiero a la perversa concepción de este ejemplo-, para que conozcáis qué es bueno y qué malo. Porque todavía no habéis recobrado la vista, ya que ni siquiera prestáis atención a lo que vosotros proponéis (Hom X 14,3). El politeísmo es ultraje del Dios único Los insensatos llegan hasta afirmar que, como en el caso del César, Dios tiene poderes subordinados, los denominados dioses. Pero ni aún así están de acuerdo con la doctrina de la serpiente. Pues si lo estuvieran, tendrían que reconocer que como no es lícito dar a otro el nombre de César, -quiero decir a un cónsul, a un gobernador, a un tribuno o a otro cualquiera-, ya que el que se lo diera no viviría, y el que lo tomara sería eliminado, así no es lícito dar a otro el nombre de Dios. Dado que el que intente o darlo o recibirlo está perdido. Ahora bien, el ultraje del hombre idólatra lleva consigo una pena, ya que los que llaman dioses a otros estarán sometidos a un castigo eterno, por haber ultrajado a Dios. Y con razón, porque someten a todo ultraje posible el nombre que se les entregó para que honraran su carácter único. Pues Dios no es realmente su nombre, sino que vosotros al haberlo recibido hasta ahora, habéis ultrajado lo que se os ha entregado; de forma que el uso que hagáis de él sea aplicado a su nombre real. Pero vosotros lo sometisteis a toda clase de ultraje. Ultraje de los egipcios al nombre de Dios Un caso paradigmático es el del pueblo egipcio, un pueblo orgulloso por sus amplios conocimientos en meteorología y en magia. Creen dominar el curso de las estrellas y someten el nombre de Dios a toda clase de deshonor. “Algunos de ellos enseñaron que se debía dar culto a un buey llamado Apis, otros a un macho cabrío, otros a un gato, otros a una serpiente, incluso a un pez, a cebollas, a flatulencias gástricas, a cloacas, a miembros de animales irracionales y a otros millares de abominaciones absurdas totalmente vergonzosas” (Hom X 16,2). La enumeración de semejantes ultrajes provocó la risa en el auditorio de Pedro, quien aprovechó el detalle para reprender la actitud de los que se reían de los ejemplos egipcios. Pretexto vano de los egipcios Se reían con razón los oyentes de Pedro, pues no era para menos. Sin embargo, Pedro les echaba en cara sus propios errores, motivo de risa igualmente para los egipcios. Una vez más se repetía en la conducta humana lo que el Pseudo Clemente recuerda de forma reiterada en su texto. Llevados sus oyentes al engaño por una mala costumbre, no veían sus propios defectos, ya que la costumbre tiene fuerza de ley. Estoy de acuerdo, clamaba Pedro, en que os reís realmente con razón de los egipcios, ya que siendo racionales adoran a animales irracionales, que además son mortales. Pero también ellos se ríen de vosotros: “Nosotros, dicen, adoramos a animales mortales, que al menos han vivido alguna vez; pero vosotros dais culto a cosas que nunca han vivido”. A lo que replicaron: “Deseando honrar la forma de un solo Dios y al no encontrar cuál es, elegimos venerar toda forma”. Y sin embargo, al decir cosas semejantes creen que piensan más correctamente que vosotros (Hom X 17,4). Frente al politeísmo la fe en un solo Dios Pedro ofrece a su auditorio la respuesta idónea a la argumentación de los egipcios. Porque la realidad es que entre ellos se da una guerra sorda. Los que consideran a la cebolla como una divinidad son enemigos irreconciliables con los que consideran dioses a las flatulencias gástricas. Como igualmente los que dan culto a un miembro de un animal son enemigos de los que dan culto a otro miembro distinto. Frente a tanto desatino, el apóstol llega a la conclusión de que todo se resuelve con la fe en la existencia de un Dios único, el único que por naturaleza es yh merece ser llamado Dios. Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro
Domingo, 28 de Diciembre 2014
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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