Notas
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro
Homilía IX Presencia de los demonios en la vida del hombre Pedro está hablando de la presencia y actualidad de los demonios en la vida de los hombres. En su afán de poseer a los hombres en cuerpo y alma, se sirven de las cualidades que poseen como sucesores de los ángeles, que eran puros espíritus. El autor de las Homilías hace una presentación plástica de la situación con concesiones a la alegoría y a la imaginación. Así lo ve desde su punto de vista: “Pues como las terribles serpientes atraen con su aliento a los gorriones, así hacen también los demonios atraen a su voluntad a los que participan de su mesa, mezclándose con su mente mediante la comida y la bebida. Se transforman a sí mismos en sueños según la figura de las estatuas, para aumentar el error” (Hom IX 15,1). Vuelven a la preocupación de Pedro la comida y la bebida, que fomentan el valor material que los demonios echan de menos en su naturaleza original. La comunión de la mesa lleva consigo una comunión de la vida. Por eso, Pedro señala como remedio todo lo que aparta al hombre de los excesos en los usos de la vida material, lo que detendrá las intenciones de los demonios. Era el motivo de su recomendación de la moderación como remedio contra la posesión diabólica. El peligro de los sueños Otro de los accesos de los demonios a la vida del hombre es el sueño. Es un nuevo camino para llevar al hombre al error. Los demonios acuden a la mente del hombre dormido ocultos en la imagen de las estatuas que el durmiente conoce por las representaciones que presiden los templos y los lugares de culto. Los sueños ya no son simples apariciones, sino o efecto de un demonio o aspiraciones del alma que da forma a sus miedos presentes y a su deseo. El alma, golpeada por el miedo en su mente, da a luz esas imágenes durante el sueño. Es la razón de la diferencia de imágenes que cada uno puede ver en sus sueños. El alma de cada uno se imagina las figuras de los demonios según sus preocupaciones. Pero que no aparecen los llamados dioses, está claro porque no se aparecen a los judíos. Porque el Dios verdadero y único protege a los judíos de las estrategias y magias de los demonios. La fe judía es un freno infranqueable al pretendido acceso de los poderes infernales. Pero los demonios pretenden hacer creer al hombre que las figuras de los sueños son dioses, particularmente por su capacidad de vaticinar, operación presentada como especialmente divina. Pero hay muchas clases de adivinos, como son muchos los sistemas de adivinación. Y ni los adivinos ni sus sistemas son necesariamente cosa de Dios. Y cuando son conjurados por nosotros, sencillamente huyen. En ocasiones los demonios prescriben remedios contra enfermedades o solución de problemas. Tampoco por eso puede decirse o pensarse que son dioses. También los médicos prescriben remedios contra enfermedades. Y ni siquiera cuando logran curar graves enfermedades, se puede concluir que la salud es obra de los demonios. Los demonios actúan por oráculos Lo que sorprende a muchos es el hecho de que los demonios curan incluso por medio de oráculos. Pero no deben olvidar que los demonios son a la vez médicos y adivinos. Conocen por eso los remedios más idóneos y eficaces para los males humanos. En consecuencia, pueden atribuirse el éxito de las curaciones, lo que conduce a los hombres al error de pensar que se encuentran frente a poderes realmente divinos. Sin embargo, los demonios tienen la habilidad de ocultar sus fracasos. Cuando los que les invocan perecen, no pueden echar en cara el fracaso de sus plegarias. Pero cuando sanan, los sanados piensan que su salud es debida a los “dioses” o demonios a los que invocaron pidiendo la salud. Los que perecen no pueden presentar ofrendas por su desgracia. Pero si sus parientes tuvieran perseverancia en buscar las razones de los fracasos o los éxitos, descubrirían que la mayoría de las veces, el resultado de las plegarias a los presuntos dioses era un claro e indiscutible fracaso. Los desconciertos de los hombres eran fruto de la estrategia de los demonios, que así lograban engañar a la vez que conseguían los honores por sus engaños. Detrás de estos silencios estaba el miedo real que los hombres abrigaban frente a los poderes y a las habilidades de los demonios. Un análisis honesto y sincero de la realidad descubre la cantidad de falsos oráculos y de falsas curaciones. Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro
Domingo, 16 de Noviembre 2014
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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