NotasHoy escribe Antonio Piñero Continuamos con el comentario a la presentación de la noticia La periodista de El Mundo escribe también: “«La tradición cristiana ha sostenido siempre que Jesús no estuvo casado, pero no hay evidencias históricas (Nota: la periodista quiere decir “pruebas”, “testimonios”, etc. porque “evidencia”, casi siempre en singular quiere decir en castellano “aquello que se impone por si mismo por su claridad”) que avalen esa tesis», sentencia en declaraciones recogidas por el New York Times la profesora King, para quien ese pedazo (sic!) de papiro sería una copia de lo que ha bautizado como “El Evangelio de la mujer de Jesús”, un texto escrito originalmente en griego y que al igual que el Evangelio de Tomás o de Felipe se remontaría a la segunda mitad del siglo II”. En este texto hay que precisar varias cosas: La Profesora King, con un afán sensacionalista evidente, se ha inventado un evangelio gnóstico que no existe. Este minúsculo papiro sería la única prueba. En su artículo argumenta que ella le otorga el título de “El Evangelio de la mujer de Jesús” por comodidad, para "entenderse". Pero me temo que este invento, propalado por ella en su artículo (y supongo que también por el propio interés del New York Times) acabará por tomar carta de naturaleza y ser aceptado por la gente como si existiese. En una entrevista por la radio, para la Cadena Ser, programa “Tercer Milenio” de Iker Jiménez, me preguntaba Javier Sierra con toda razón: “¿Qué evangelio es ese de “La mujer de Jesús” que no lo conozco?" Mi respuesta: "Evidentemente no puede conocerlo, porque acaba de inventárselo Karen L. King". Es también una presunción sin prueba alguna que exista un original griego del siglo II con ese título. No hay el menor resto ni el menor fundamento. King hace tal afirmación tomando como ejemplo el Evangelio de Tomás. De él ciertamente tenemos un papiro, muy conocido, del siglo II con fragmentos del original griego. Pero no lo tenemos ni del Evangelio de María, ni del Evangelio de Felipe (que por cierto no procede de la mitad del siglo II, sino muy probablemente del siglo III; es bastante más tardío que el Evangelio de Tomás y que el Evangelio de María). En síntesis, pues: va a ocurrir con este fragmento lo mismo que ha pasado con el códice que contiene el texto copto del “Evangelio de Judas”. Todo el mundo lo denomina “Códice Tchacos”, por el apellida de una de las últimas marchantes que tuvieron que ver con la triste suerte de ese manuscrito. Escribe Sofía Torallas Tovar: “En el año 2000, Frieda Nussberger Tchacos, una comerciante de antigüedades de origen egipcio, se hizo con nuestro códice, y precisamente de ella recibió su nombre. Posteriormente trató de vendérselo a la Universidad de Yale, que tras unos meses de examen, para lo que el códice fue depositado en la Beinecke Library de esta Universidad, decidió rechazar la oferta… En septiembre del año 2000, Frida Nussberger Tchacos vendió el códice a un anticuario americano de nombre Bruce Ferrini…”, El Evangelio de Judas, Edic. de A. Piñero-Sofía Torallas, Vector, Madrid, 2006, 20. Así pues, no hace ser profeta para predecir que dada la potencia de la lengua inglesa en la que se transmite la noticia, aquí pasará algo parecido, por mucho que en España y fuera, Josep Montserrat, y el último editor español de El Evangelio de Judas, Fernando Bermejo (Editorial Sígueme, Salamanca, propugnen que debe llamarse “Códice de Al-Minya” o “Códice Minya” sencillamente. Se afirma también en el artículo de El Mundo que “Los primeros textos que presentan a Jesús como un hombre célibe se remontan precisamente al siglo II, un periodo demasiado alejado de la época en la que vivió Cristo como para que puedan constituir una evidencia histórica definitiva. «De hecho, este fragmento de pergamino es la prueba de que todo el asunto sobre el estado civil de Jesús se remonta a aquella época, más de un siglo después de su muerte, como parte del debate entre los primeros cristianos sobre la conducta más idónea en términos de sexualidad y matrimonio»”. No acabo de entender, o mejor recordar, a qué textos se refiere, porque el Evangelio de Mateo (19,10-12), ya en el 80/85 d.C., planteaba al parecer la cuestión: “Dícenle sus discípulos: «Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse.» 11 Pero él les dijo: «No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido. 12 Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda»”. Los textos a los que se refiere la periodista de El Mundo pueden ser los evangelios gnósticos…, pero en ese ambiente no se planteó tal cuestión del celibato de Jesús, puesto que no interesaba en absoluto. Tampoco como tal se planteó en los evangelios judeocristianos (en lo poco que queda) aunque ahí se habla tranquilamente (en alguno de ellos) de un Jesús meramente humano, nacido de una manera normal del matrimonio, normal, de José y María. K. King no tiene en cuenta los Hechos apócrifos de los apóstoles de los siglos II Y III (y los siguientes hasta el siglo V/VI), que son las primeras novelas cristiana, literatura cultísima pero dirigida al pueblo): que yo recuerde no plantean esta cuestión jamás. Continúa la noticia de El Mundo: “«¿Cómo es posible que hasta nuestros días sólo hayan llegado textos a favor del celibato de Jesús? ¿Y cómo es posible que todos los que mostraban una relación íntima con María Magdalena o un eventual matrimonio se hayan perdido? ¿Es casualidad? ¿O fue porque el celibato se convirtió en la opción más conveniente para el cristianismo?», se pregunta King. Mi comentario: la pregunta me parece que da por supuesto lo que no son más que meras hipótesis: • Que Jesús tuvo una relación íntima con María Magdalena • Que los textos que lo probaban han sido censurados Veamos las dos posibilidades A. Relación “íntima” de María Magdalena según los Evangelios canónicos El único texto “probatorio” de esa “relación íntima” durante el ministerio publico de Jesús en los evangelios más antiguos, los canónicos, está en el Evangelio de Lucas 8,2-3, fuera del episodio de la Pasión. Dice así <blockquote>Acompañaban a Jesús los Doce y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana…, Susana y otras muchas que le servían con sus bienes.</blockquote> Este pasaje es declarado redaccional casi unánimemente por los críticos, es decir propio de Lucas, no perteneciente al estrato del Jesús histórico, sino al del evangelista. Probablemente éste lo toma de Mc 15,40. Siguiendo las leyes estrictas de la investigación, habría que decir por tanto que no estamos seguros absolutamente de que fuera así, tal cual lo pinta Lucas. Hay investigadores, además, que opinan que el evangelista exagera al añadir la frase “con sus bienes” sobre el paralelo de Marcos. Se trataría de la afición de Lucas de engrandecer la posición social de los personajes que rodean a Jesús (en este caso presentar a María Magdalena como "benefactoras" o "patronas" en el sentido del siglo I de nuestra era, y esta tendencia hace sospechosa la noticia. Queda, por tanto, la duda sobre el valor histórico de este pasaje. Sin embargo, la mayoría de los estudiosos obtiene del texto, unido al de Mc 15,40, como algo más o menos probado, que Jesús en sus viajes de misión iba acompañado de un número indeterminado de mujeres y que éstas le ayudaban en los problemas diarios de mantenimiento. Si con sus dineros o no, no se sabe. Probablemente sí. Además eran varias, no una sola, y formando un grupo. Por otro lado, ciertamente, una constatación es segura: el texto no pinta ni insinúa ninguna relación especial de afecto carnal entre Jesús y la Magdalena. Continuará Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Miércoles, 3 de Octubre 2012
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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