CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
438-03 Valoración del libro "Apuntes sobre Jesús y el cristianismo" de J. M. Barreda Arias
Hoy escribe Antonio Piñero


Mi valoración del libro es positiva en cuanto que contiene mucho material, sobre todo resúmenes, síntesis fidedignas, a menudo con abundantes citas textuales, de autores que conviene conocer, aunque su metodología científica y el enfoque un tanto apriorístico del tema “Jesús y cristianismo primitivo” lleve a la inmensa mayoría de los especialistas confesionales a no dignarse ni a lanzar una ojeada sobre ellos. El autor revive argumentos antiguos que algunos creen muertes, pero que aparecen una y otra vez y son leídos por muchas gentes.

Estoy de acuerdo también con las líneas generales sobre los hechos, más o menos probados, o muy probables que suponen el cañamazo fundamental de la interpretación del Jesús de la historia.

También estoy de acuerdo en el papel general asignado a Pablo de Tarso en la obra como creador del Cristo celeste, que como un “factum” puramente teológico no existió nunca históricamente…, pero que ha tenido unas consecuencias interpretativas determinantes durante 19 siglos. Luego haré, sin embargo, una precisión.

Mi valoración es parcialmente negativa en algunos otros aspectos importantes.


1. Creo que el libro debería ser categóricamente más breve y ordenado. En sus “Aclaraciones”, el autor siente la necesidad de aclarar el esquema general de su pensamiento. Opino que Barreda Arias reconoce indirectamente que su obra es un tanto confusa. Opino también que hay que resumir los pensamientos afines de los diversos autores de modo que puedan discutirse sintéticamente. Abrevia páginas de imprenta, abarata costes y ayuda a la comprensión de los lectores.

2. Creo que el libro debería haber tenido en cuenta metodológicamente la notable cantidad de argumentos vertidos, en pro de la muy probable existencia de Jesús, en la obra colectiva, ¿Existió Jesús realmente? El Jesús de la historia a debate, Madrid, Raíces, 2008. El autor conoce el libro y lo cita múltiples veces, por ejemplo, para resumir las opiniones de Llogari Pujol y Francesco Carotta. Pero no tiene en cuenta los argumentos de la Introducción, de la Conclusión, los dos estudios de Fernando Bermejo sobre Bruno Bauer, Martin Kähler y Luke T. Johnson: los dos capítulos sobre Arthur Drews y otros (desde J.M. Robertson hasta M. Onfray pasando por Couchoud, Alfaric, Wells, etc.), etc. El trabajo de G. Puente Ojea contenido en este volumen colectivo fue un encargo para este libro, pero fue luego expandido por el autor en una obra aparte.

3. En la mayoría de los casos el autor expone las opiniones de esos autores, en ocasiones abigarradas y heterogéneas, sin someterlas a una crítica severa. Con ello, tales opiniones se transforman –-faltas de un análisis profundo-- en meras afirmaciones hipotéticas, sin pruebas sólidas pero contrarias a lo generalmente establecido por la crítica académica, por lo que llaman la atención del público. Éste, carente en muchas ocasiones de espíritu crítico, las abraza sin más. Pongo un ejemplo: el tema “cristianismo primitivo y las religiones mistéricas” habría merecido un tratamiento ordenado, metódico, con argumentos en pro y en contra, síntesis final, y no diversas generalizaciones.

4. Muchos de los argumentos en contra de la existencia de Jesús, literarios (contradicciones de los Evangelios, inverosimilitudes…, etc.), de historia de las religiones, como semejanzas paralelismos más o menos fundados, a veces “tomados por los pelos”, han sido discutidos y –opino— que debidamente refutados en otras obras “serias” que no son citadas.

Creo que los argumentos contra la existencia de Jesús pueden reducirse a tres:

A. Existen tantos paralelos de la historia de las religiones sobre temas, motivos, historias, narraciones, etc. en apariencia –para las gentes—puramente cristianos que invitan de modo espontáneos a sostener que “todo” en el cristianismo, incluida la figura del “fundador” es un mito literario.

B. Las contradicciones invencibles entre los testimonios de los evangelistas

C. El desconocimiento casi total por parte de Pablo de la vida terrena de Jesús.

Brevemente (pues a todos ellos se responde directa o indirectamente en libro citado ¿Existió Jesús realmente) y respecto a

A. Los paralelos no prueban estrictamente nada salvo que seamos capaces de establecer con claridad un nexo entre un fenómeno religioso y otro posterior. En líneas generales las religiones, aunque de facto lo hayan hecho, no necesitan copiarse unas a otras: el repertorio de posibilidades de “religarse con la divinidad” es muy limitado. Por ello se repiten los modelos. Además, los dioses no crean a los hombres, sino los hombres a los dioses (Jenófanes de Colofón, siglo VI a.C.), y dada la escasa inventiva de los seres humanos, los fundadores de las diversas religiones han de repetirse necesariamente. Y otra cosa más: la inmensa mayoría de los paralelos están tomados por los pelos. Por ejemplo, los de Jesús y las narraciones primitivas egipcias: alguna que otra palabra en común entre un texto evangélico y otro egipcio (anterior a veces al primero 2000 años), ocultando que el contexto, los personajes, la atmósfera del texto y el sentido son radicalmente distintos.


B. Las contradicciones son evidentes y han sido puestas de relieve sobre todo desde el 170 d.C. por el polemista Celso, (“El discurso verdadero”). De ahí, empero, no se puede colegir lógicamente que el impulsor o fundador de una religión nop existió, sino que su figura y misión fue fortísimamente reinterpretada. Esta aclaración explica mucho mejor los hechos que la creación voluntaria de un mito complejísimo, como es Jesús el cristianismo posterior.

C. Aparte de que Pablo sabe mucho más del Jesús terreno que lo creído por los lectores superficiales (Me remito al estudio, desgraciadamente sin traducir de James D. G. Dunn, The Theology of Paul the Apostle, Eerdmann, Grand Rapids, 1998, &8.1 How much did Paul know or care about the life of Jesus, pp. 182-195), el que el Apóstol, que creía que el final del mundo estaba a la vuelta de la esquina, cite pocas palabras o hechos de Jesús se explica porque le interesaba sólo el aspecto básico y fundamental de la que creía su misión salvadora. Es exagerado metodológicamente deducir de este hecho la no existencia de Jesús.

Así pues, el tema “Pablo y Jesús” necesita ser estudiado con mucha mayor profundidad. Como digo, el asunto es muchísimo más complejo: lo indican libros que alertan sobre una línea de investigación sobre el Apóstol, desde aproximadamente 1960, que ha de tenerse totalmente en cuenta y que revisa la interpretación de Pablo en su posible continuidad con Jesús. De nuevo, el que pueda leer inglés podría consultar el libro de Magnus Zetterholm, Approaches to Paul. A Student’s Guide to Recent Scholarship, de Fortress Press, Minneapolis, 2009. Como ejemplo: la síntesis de Barreda (p. 438): Pablo fue un “iluminado y un traidor al judaísmo; fundó una nueva religión de salvación, un culto gnóstico-mistérico universalista con cuyo dios contactaba privilegiadamente” son sólo medias verdades, imposibles de aceptar hoy día tal cual, y necesitadas de un estudio mucho más profundo.


5. Otros de los argumentos presentados en el libro de Barreda Arias que minan la credibilidad histórica de diversos rasgos del Jesús de la historia o del cristianismo primitivo, como, por ejemplo, la afirmación de interpolaciones masivas y falsificaciones de los textos neotestamentarios hasta bien entrado el siglo IV d.C. me parecen sencillamente improbabilísimos, quizás erróneos e incompatibles con un estudio serio de la transmisión del texto del Nuevo Testamento que incluye la codicología y la papirología, el estudio de las técnicas de transmisión textual. Naturalmente que Ehrman ha probado la “corrupción ortodoxa” de la Escritura quizás en escasos 200 pasajes. Pero esta obra, que fue su tesis doctoral, dista mucho de ser el fundamento para otras afirmaciones exageradas.


En conjunto, pues, y a pesar de mis severas reticencias, diría que la obra de Barreda Arias es un trabajo meritorio de toma de postura personal en temas religioso-críticos esenciales y que ofrece al lector las posibilidades de conocimiento de una bibliografía poco o nada tenida en cuenta por la ciencia universitaria. En ámbitos académicos podemos creer que ciertos temas están ya resueltos, o amortizados, cuando no es así.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com


Viernes, 14 de Septiembre 2012


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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