Fresco de la Tumba de los Augures, de Tarquinia, con el juego entre un hombre embrollado con sogas y un perro salvaje, con Phersu a la izquierda. Foto del autor.
El caso es que estos cultos se dirigían a los difuntos, que habitarían o en la región inferior del mundo, los
Inferos, o en el espacio situado entre la superficie de la Tierra y la Luna, el mundo sublunar. La omisión de los ritos podía traer malas consecuencias, tal como relata el mismo Ovidio (Fastos II 548-558):
Mas hubo una época, mientras libraban largas guerras con las armas batalladoras, en la cual hicieron omisión de los días de los muertos. No quedó esto impune, pues dicen que, desde aquel mal agüero, Roma se calentó con las piras de sus suburbios. Apenas puedo creerlo; dicen que nuestros abuelos salieron de sus tumbas, quejándose en el transcurso de la noche silenciosa. Dicen que una masa vacía de almas desfiguradas recorrió aullando las calles de la ciudad y los campos extensos. Después de ese suceso, se reanudaron los honores olvidados de las tumbas, y hubo coto para los prodigios y los funerales. (Trad. de B. Segura Ramos).
Durante el último día de febrero, las ceremonias conocidas como
Feralias (de
fero, “llevar”) servían para llevar las ofrendas comentadas a los ancestros. Aunque hay problemas para establecer las fechas exactas, parece que estas ceremonias eran las últimas de las fiestas llamadas
Parentalia (Parentales), referidas explícitamente a los Padres. Se sabe que el ritual incluía ceremonias privadas y ausencia de algunas ceremonias públicas, pues quedaban en suspenso los matrimonios, las puertas de los templos quedaban cerradas y no se encendían fuegos sobre los altares. En definitiva, el mundo quedaba dedicado a los muertos, por lo que se impedía toda relación entre los dioses mayores o las ceremonias encaminadas a transmitir la vida y aquellos.
La costumbre también incluía recordar a los manes en las lápidas mediante la inscripción
Diis Manibus, a los Dioses Manes, o
Diis Manibus Sacrum (Santuario dedicado a los Dioses Manes), lemas que quedaban recogidos en las abreviaturas D M / D M S. Los cristianos se sirvieron de ellas reinterpretándolas como
Deo Magno Sacro (A Dios, Grande y Sagrado) o simplemente
Deo Magno y combinándolas con sus propios símbolos, como los peces o el ancla.
Saludos cordiales.
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