Bitácora
Miércoles, 2 de Mayo 2007
En nuestros días las organizaciones que tratan de mantenerse o progresar en un entorno dinámico y complejo, en continuo cambio, deben llevar a cabo una búsqueda permanente de soluciones para mejorar su competitividad.
Una de los efectos secundarios de esta búsqueda es el dar lugar a la aparición y utilización de términos y conceptos, como Sociedad de la Información y Sociedad del Conocimiento, cuya adopción en todo tipo de casos no siempre responde a una necesidad o demanda, con la consecuencia de que, en ciertas ocasiones, parece ser solamente una demostración de modernidad o de conocimiento del léxico experto.
Uno de los términos mas generalizados, junto con los anteriormente mencionados, es el del Conocimiento, cuya importancia ha ido en aumento, especialmente desde que comenzó a ir acompañado del vocablo Gestión dando lugar a la locución Gestión del Conocimiento (o KM, como suele conocerse utilizando las siglas de su expresión en lengua inglesa: Knowledge Management) cuya mención parece casi obligada en el mundo empresarial donde se considera como la panacea para mejorar la competitividad.
Pero, como mencionaba anteriormente, este uso generalizado se convierte a veces en uso indiscriminado, con una cierta falta de rigor, causa de numerosos errores de interpretación, algo que no es trivial dado que se trata normalmente de gestión del capital intelectual de las organizaciones en búsqueda de innovación, mayor conocimiento, crecimiento y desarrollo.
Sirva como ejemplo de los múltiples casos de este uso indiscriminado la información que he recibido recientemente donde, con la encomiable idea de tratar de orientar a las empresas, se aconseja “elaborar una buena herramienta de Gestión del Conocimiento donde generar toda la información y actualizarla regularmente”
Independientemente de reconocer la buena voluntad del consejo, e incluso de la bondad de su aplicación parcial, estimo que se trata de una sentencia retórica, en el sentido de tratar de proporcionar al lenguaje la capacidad para persuadir a base de vocablos de uso generalizado, en la que se reproducen los errores propios del empleo tópico de conceptos de interés o actualidad.
Uno de estos errores aparece al aconsejar la elaboración de una buena herramienta de gestión del conocimiento, algo difícil de llevar a cabo pues esta última es una disciplina que abarca un conjunto de procesos cuya gestión es difícil, por no decir imposible, llevar a cabo por medio de una herramienta.
La Gestión del Conocimiento abarca diferentes métodos o técnicas para identificar, generar, acceder, organizar, analizar, memorizar y compartir conocimientos, pero se basa también en la cultura empresarial, en la cooperación y en el capital intelectual propio de la organización, o el adquirido externamente (como en el caso de la inteligencia competitiva o económica)
En suma que esta gestión del saber no puede sintetizarse en una tecnología o herramienta y debe apoyarse tanto en la organización como en las personas que la integran, por lo que es necesario poner todos los medios, sea cual sea su peculiaridad, al servicio de la actividad organizativa o en beneficio del desarrollo y progreso de la organización.
Otro de los errores que pueden identificarse en la mencionada frase es utilizar de forma significativa conceptos que dan lugar a lugares comunes o clichés, como el de asimilar información con conocimiento, o viceversa. Es cierto que existe una relación directa entre los dos conceptos, pero las diferencias entre ambos son tan notables que es posible afirmar que Información y Conocimiento son aspectos diferentes.
Si esto no fuera así, por medio de una sencilla interpretación podríamos deducir que quien disponga de información sobre determinados temas puede asimismo considerarse detentador del conocimiento sobre ellos; nada más lejos de la realidad pues el conocimiento es sin duda una facultad cognoscitiva que no puede adquirirse solamente disponiendo de información.
Pero no puedo, ni debo, basar mi argumentación en consideraciones tan elementales, así que me apoyaré en otras exposiciones para tratar de mostrar que información no es sinónimo de conocimiento.
Uno de los principales argumentos en defensa de esta diferencia es la conocida estructuración de Davenport, frecuentemente mencionada entre los expertos en este dominio, donde se diferencian datos, información y conocimiento, y que puede interpretarse como una escala ordenada de menor a mayor, según el valor que cada concepto añade al precedente.
Davenport considera a los Datos como un conjunto discreto de factores objetivos sobre objetos u hechos del mundo real, por lo que, en este contexto, son algo inerte que no expresan nada notable. En un lugar más relevante aparece la Información, que para este autor es una asociación de datos con significado, normalmente añadido por su creador o generador. Finalmente Davenport califica el Conocimiento como la mezcla de experiencias, valores, información y habilidades que dan origen a la posesión del saber.
De todo ello puede deducirse que los Datos y la Información son elementos inertes, que no pueden considerarse eficaces hasta que no sean utilizados por aquellos que tienen el Conocimiento suficiente para caracterizarlos y manipularlos.
Otras interpretaciones similares nos dicen que la información es el resultado de elaborar, o interpretar, datos brutos, normalmente por medios humanos o artificiales, como en el caso de un sistema de información; es decir que estamos hablando de un conjunto de datos que tienen un sentido, porque su tratamiento los ha vuelto inteligibles. Por su parte el conocimiento da valor a la información, la proporciona sentido, siendo a su vez aquella el vehículo que permite acceder a nuevo conocimiento.
Podríamos continuar evaluando conceptos para mostrar que información no es conocimiento, pero en lugar de comparar definiciones e interpretaciones finalizaré con una apreciación personal basada en las teorías modernas de la Gestión del Conocimiento.
En un artículo anterior afirmaba que se entiende por Capital intelectual el Conocimiento que poseen los miembros de una sociedad u organización, tanto de forma individual como colectiva, que, o bien genera valor, o es capaz de hacerlo en el futuro. Al integrar este Capital intelectual no solo el conocimiento individual sino el que cuentan las organizaciones o sociedades, es evidente que su dimensión supera la del capital acumulado individualmente y excede largamente de la información de que pueda disponerse en cualquiera de sus formas.
Basándose en esta argumentación puede afirmarse que la información “per se” no tiene valor y solo lo alcanza cuando se utiliza como herramienta o umbral de acceso al conocimiento.
En consecuencia, es cierto que debemos disponer de información, almacenarla y generar otra nueva, pero también debemos procesarla para convertirla en algo menos factual y más humano, como el conocimiento individual. Y si queremos afrontar los modernos desafíos de la innovación y la competitividad para lograr el desarrollo necesario habrá que añadir mas capital intelectual, en este caso el de las organizaciones, para obtener el Conocimiento Colectivo.
Esta es una de las razones por las que considero, y lo repito una vez más, que no nos encontramos en la Sociedad del Conocimiento, sino en la de la Información. Si continuamos nuestro avance hacia aquella, y conseguimos alcanzarla, uno de los elementos diferenciadores será el dejar de basarse en flujos de información para poner el énfasis en el saber, la innovación y la creatividad, en definitiva en el Conocimiento.
Una de los efectos secundarios de esta búsqueda es el dar lugar a la aparición y utilización de términos y conceptos, como Sociedad de la Información y Sociedad del Conocimiento, cuya adopción en todo tipo de casos no siempre responde a una necesidad o demanda, con la consecuencia de que, en ciertas ocasiones, parece ser solamente una demostración de modernidad o de conocimiento del léxico experto.
Uno de los términos mas generalizados, junto con los anteriormente mencionados, es el del Conocimiento, cuya importancia ha ido en aumento, especialmente desde que comenzó a ir acompañado del vocablo Gestión dando lugar a la locución Gestión del Conocimiento (o KM, como suele conocerse utilizando las siglas de su expresión en lengua inglesa: Knowledge Management) cuya mención parece casi obligada en el mundo empresarial donde se considera como la panacea para mejorar la competitividad.
Pero, como mencionaba anteriormente, este uso generalizado se convierte a veces en uso indiscriminado, con una cierta falta de rigor, causa de numerosos errores de interpretación, algo que no es trivial dado que se trata normalmente de gestión del capital intelectual de las organizaciones en búsqueda de innovación, mayor conocimiento, crecimiento y desarrollo.
Sirva como ejemplo de los múltiples casos de este uso indiscriminado la información que he recibido recientemente donde, con la encomiable idea de tratar de orientar a las empresas, se aconseja “elaborar una buena herramienta de Gestión del Conocimiento donde generar toda la información y actualizarla regularmente”
Independientemente de reconocer la buena voluntad del consejo, e incluso de la bondad de su aplicación parcial, estimo que se trata de una sentencia retórica, en el sentido de tratar de proporcionar al lenguaje la capacidad para persuadir a base de vocablos de uso generalizado, en la que se reproducen los errores propios del empleo tópico de conceptos de interés o actualidad.
Uno de estos errores aparece al aconsejar la elaboración de una buena herramienta de gestión del conocimiento, algo difícil de llevar a cabo pues esta última es una disciplina que abarca un conjunto de procesos cuya gestión es difícil, por no decir imposible, llevar a cabo por medio de una herramienta.
La Gestión del Conocimiento abarca diferentes métodos o técnicas para identificar, generar, acceder, organizar, analizar, memorizar y compartir conocimientos, pero se basa también en la cultura empresarial, en la cooperación y en el capital intelectual propio de la organización, o el adquirido externamente (como en el caso de la inteligencia competitiva o económica)
En suma que esta gestión del saber no puede sintetizarse en una tecnología o herramienta y debe apoyarse tanto en la organización como en las personas que la integran, por lo que es necesario poner todos los medios, sea cual sea su peculiaridad, al servicio de la actividad organizativa o en beneficio del desarrollo y progreso de la organización.
Otro de los errores que pueden identificarse en la mencionada frase es utilizar de forma significativa conceptos que dan lugar a lugares comunes o clichés, como el de asimilar información con conocimiento, o viceversa. Es cierto que existe una relación directa entre los dos conceptos, pero las diferencias entre ambos son tan notables que es posible afirmar que Información y Conocimiento son aspectos diferentes.
Si esto no fuera así, por medio de una sencilla interpretación podríamos deducir que quien disponga de información sobre determinados temas puede asimismo considerarse detentador del conocimiento sobre ellos; nada más lejos de la realidad pues el conocimiento es sin duda una facultad cognoscitiva que no puede adquirirse solamente disponiendo de información.
Pero no puedo, ni debo, basar mi argumentación en consideraciones tan elementales, así que me apoyaré en otras exposiciones para tratar de mostrar que información no es sinónimo de conocimiento.
Uno de los principales argumentos en defensa de esta diferencia es la conocida estructuración de Davenport, frecuentemente mencionada entre los expertos en este dominio, donde se diferencian datos, información y conocimiento, y que puede interpretarse como una escala ordenada de menor a mayor, según el valor que cada concepto añade al precedente.
Davenport considera a los Datos como un conjunto discreto de factores objetivos sobre objetos u hechos del mundo real, por lo que, en este contexto, son algo inerte que no expresan nada notable. En un lugar más relevante aparece la Información, que para este autor es una asociación de datos con significado, normalmente añadido por su creador o generador. Finalmente Davenport califica el Conocimiento como la mezcla de experiencias, valores, información y habilidades que dan origen a la posesión del saber.
De todo ello puede deducirse que los Datos y la Información son elementos inertes, que no pueden considerarse eficaces hasta que no sean utilizados por aquellos que tienen el Conocimiento suficiente para caracterizarlos y manipularlos.
Otras interpretaciones similares nos dicen que la información es el resultado de elaborar, o interpretar, datos brutos, normalmente por medios humanos o artificiales, como en el caso de un sistema de información; es decir que estamos hablando de un conjunto de datos que tienen un sentido, porque su tratamiento los ha vuelto inteligibles. Por su parte el conocimiento da valor a la información, la proporciona sentido, siendo a su vez aquella el vehículo que permite acceder a nuevo conocimiento.
Podríamos continuar evaluando conceptos para mostrar que información no es conocimiento, pero en lugar de comparar definiciones e interpretaciones finalizaré con una apreciación personal basada en las teorías modernas de la Gestión del Conocimiento.
En un artículo anterior afirmaba que se entiende por Capital intelectual el Conocimiento que poseen los miembros de una sociedad u organización, tanto de forma individual como colectiva, que, o bien genera valor, o es capaz de hacerlo en el futuro. Al integrar este Capital intelectual no solo el conocimiento individual sino el que cuentan las organizaciones o sociedades, es evidente que su dimensión supera la del capital acumulado individualmente y excede largamente de la información de que pueda disponerse en cualquiera de sus formas.
Basándose en esta argumentación puede afirmarse que la información “per se” no tiene valor y solo lo alcanza cuando se utiliza como herramienta o umbral de acceso al conocimiento.
En consecuencia, es cierto que debemos disponer de información, almacenarla y generar otra nueva, pero también debemos procesarla para convertirla en algo menos factual y más humano, como el conocimiento individual. Y si queremos afrontar los modernos desafíos de la innovación y la competitividad para lograr el desarrollo necesario habrá que añadir mas capital intelectual, en este caso el de las organizaciones, para obtener el Conocimiento Colectivo.
Esta es una de las razones por las que considero, y lo repito una vez más, que no nos encontramos en la Sociedad del Conocimiento, sino en la de la Información. Si continuamos nuestro avance hacia aquella, y conseguimos alcanzarla, uno de los elementos diferenciadores será el dejar de basarse en flujos de información para poner el énfasis en el saber, la innovación y la creatividad, en definitiva en el Conocimiento.
Fernando Davara
Redactado por Fernando Davara el Miércoles, 2 de Mayo 2007 a las 00:58
Editado por
Fernando Davara
Fernando Davara es Artillero (General de Brigada y Diplomado de Estado Mayor) Físico (Especialidad de Automática e Informática) y Doctor “cum laude” en Ingeniería Informática, complementando esta formación con diversos cursos en las áreas de Inteligencia Artificial y Sistemas Expertos, Tecnologías de la Información, Gestión del Conocimiento, Seguridad y Defensa, etc., así como con la obtención del Diploma de Suficiencia investigadora de la Facultad de Informática de la Universidad Politécnica de Madrid.
Ha dedicado más de 25 años de trabajo y estudio, siendo autor de numerosos trabajos y monografías, fundamentalmente en los dominios del Espacio y sus aplicaciones, Gestión de crisis, Geomática, Medio Ambiente y Seguridad, Nuevas tecnologías de la Información y las Comunicaciones e Inteligencia Económica. En este mismo contexto ha participado en gran número de seminarios y coloquios (nacionales e internacionales), llevado a cabo varias actividades investigadoras y ha ocupado diversos cargos nacionales y extranjeros, entre ellos seis años como Director del Centro de Satélites de la Unión Europea.
Actualmente es Director y Patrono de la Fundación “ESPAÑA DIGITAL”, Presidente y consultor sénior de “Circulo de Inteligencia” (consultora especializada en Inteligencia Económica y Estratégica), miembro del Consejo Asesor del Clúster de Seguridad y Confianza de Madrid Network y Rector de Honor de la Sociedad de Estudios Internacionales.
Asimismo es profesor y asesor de diversos Máster y Cursos de Postgrado, entre ellos del Área de Inteligencia Económica del Curso de Especialista Universitario en Servicios de Inteligencia del Instituto Universitario “General Gutiérrez Mellado” y del Postgrado de Inteligencia Económica y Seguridad (PIES) de ICADE y MAS Consulting, así como de Inteligencia Económica y Planificación Estratégica en Cursos y Maestrías en diversas instituciones en España e Iberoamérica, principalmente Colombia, y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21”.
Ha dedicado más de 25 años de trabajo y estudio, siendo autor de numerosos trabajos y monografías, fundamentalmente en los dominios del Espacio y sus aplicaciones, Gestión de crisis, Geomática, Medio Ambiente y Seguridad, Nuevas tecnologías de la Información y las Comunicaciones e Inteligencia Económica. En este mismo contexto ha participado en gran número de seminarios y coloquios (nacionales e internacionales), llevado a cabo varias actividades investigadoras y ha ocupado diversos cargos nacionales y extranjeros, entre ellos seis años como Director del Centro de Satélites de la Unión Europea.
Actualmente es Director y Patrono de la Fundación “ESPAÑA DIGITAL”, Presidente y consultor sénior de “Circulo de Inteligencia” (consultora especializada en Inteligencia Económica y Estratégica), miembro del Consejo Asesor del Clúster de Seguridad y Confianza de Madrid Network y Rector de Honor de la Sociedad de Estudios Internacionales.
Asimismo es profesor y asesor de diversos Máster y Cursos de Postgrado, entre ellos del Área de Inteligencia Económica del Curso de Especialista Universitario en Servicios de Inteligencia del Instituto Universitario “General Gutiérrez Mellado” y del Postgrado de Inteligencia Económica y Seguridad (PIES) de ICADE y MAS Consulting, así como de Inteligencia Económica y Planificación Estratégica en Cursos y Maestrías en diversas instituciones en España e Iberoamérica, principalmente Colombia, y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21”.
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