La idea de que existen diferentes razas humanas -y su corolario de que algunas de ellas son mejores que otras- es uno de los pensamientos más dañinos, perversos y deleznables que ha desarrollado la humanidad a lo largo de su ya larga historia. Simplemente por sus consecuencias en la práctica (guerras de limpieza étnica, exterminio de millones de judíos, gitanos, eslavos y otros infrahumanos en tiempos del nazismo, justificación de la esclavitud etc.) debería ser una idea absolutamente reprobable. Pero, más de 100 años de desarrollo de la genética como ciencia, han demostrado (con absoluta independencia de cualquier razón ética) que se trata de una idea total y absolutamente falsa.
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