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Blog sobre urbanismo y arquitectura de Tendencias21
Editado por
Guadalupe García Catalán
Guadalupe García Catalán obtuvo el título de Arquitecto en 1982 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. A lo largo de más de veinticinco años de ejercicio profesional, ha compaginado éste con otras actividades.
En 1994 obtuvo la Suficiencia Investigadora en Geografía en la Facultad de Historia de la Universidad de Salamanca, sin llegar a redactar la Tesis Doctoral.
Le fueron otorgados tres premios y un accésit en sendos concursos sobre Diseño Urbano en la Comunidad Autónoma de Castilla y León.
Trabajó varios años como Secretaria Técnica del Colegio de Arquitectos, primero en Salamanca, después en Las Palmas de Gran Canaria y por último en Segovia. También fue vocal por Salamanca en el Colegio de Arquitectos (COAL).
Fue miembro de la Junta Directiva por Madrid de la ONG “ASF-E” (Arquitectos Sin Fronteras), así como coordinadora de esa revista durante los años 2000 a 2002.
En la última década ha compaginado la experiencia como docente en Urbanismo en la Universidad SEK de Segovia (hoy IE, Instituto de Empresa) con las tareas de arquitecto municipal en varios ayuntamientos de Castilla y León.
En 1994 obtuvo la Suficiencia Investigadora en Geografía en la Facultad de Historia de la Universidad de Salamanca, sin llegar a redactar la Tesis Doctoral.
Le fueron otorgados tres premios y un accésit en sendos concursos sobre Diseño Urbano en la Comunidad Autónoma de Castilla y León.
Trabajó varios años como Secretaria Técnica del Colegio de Arquitectos, primero en Salamanca, después en Las Palmas de Gran Canaria y por último en Segovia. También fue vocal por Salamanca en el Colegio de Arquitectos (COAL).
Fue miembro de la Junta Directiva por Madrid de la ONG “ASF-E” (Arquitectos Sin Fronteras), así como coordinadora de esa revista durante los años 2000 a 2002.
En la última década ha compaginado la experiencia como docente en Urbanismo en la Universidad SEK de Segovia (hoy IE, Instituto de Empresa) con las tareas de arquitecto municipal en varios ayuntamientos de Castilla y León.
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Paseando por la valenciana “Ciudad de las Artes y las Ciencias” (ambicioso nombre), reflexionaba sobre este tipo de intervenciones urbanas. Por un lado, la recuperación de los ríos y de los cauces fluviales para uso y disfrute públicos. Por otro, la relación entre el continente y contenido de los museos. Me referiré a esta última cuestión de momento, aún a riesgo de caer en la frivolidad, ya que es tema complejo que no cabe en la brevedad deseable de un blog.
Desde finales del siglo XX se puso de moda la arquitectura de los museos, las ciudades competían por tener el Museo más atractivo. Así sucedió en Bilbao, en Valencia y en otras muchas urbes españolas y extranjeras, en una especie de carrera olímpica por contratar al más famoso arquitecto que dejara bien visible su sello y quedara para siempre su Museo como impronta y símbolo de la ciudad. En una primera reflexión, todo bien: los museos están ligados a la Cultura y añaden prestigio.
En una segunda lectura, sin embargo, comenzó a suceder que era la arquitectura misma más importante que lo que albergaba, siendo el Museo el propio elemento significativo como edificio, sin que su contenido fuese comparable en calidad al continente. Es de esta forma, que la arquitectura se convierte casi en escultura, resultando que si el edificio no sirve para una función concreta no es realmente Arquitectura, al menos no es buena arquitectura, tal como postuló Vitruvio (*).
Me pregunto si esto es honesto, si la preponderancia de la arquitectura sobre otras Artes o Ciencias es algo lícito. Personalmente, como Vitruvio, opino que solo hay Arquitectura si su aspecto responde a una función específica, si el edificio es habitable y cómodo, si es estable desde el punto de vista estructural y también, por supuesto, el edificio resulta bello. Por todo esto, me parece dificilísimo hacer buena arquitectura y no me parece tan buena aquella que se limita a la belleza formal descuidando la función a la que sirve, y que desdeña aspectos como la economía estructural y el mantenimiento. Por desgracia, todos conocemos malos ejemplos.
Volviendo a Valencia y su “Ciudad de los museos”, el conjunto está formado por cuatro edificios, un puente y la ordenación de los jardines (espacios ganados al Turia), todos ellos diseñados por Santiago Calatrava y otros colegas. El edificio que más llamó mi atención es el llamado “Ágora” que, por su nombre, identifiqué como un lugar de encuentro. Con forma de pez globo color añil; la espina dorsal son los lucernarios que iluminan el espacio interior y el resto de sus paredes están revestidas (aquí intuyo la influencia gaudiniana) de pequeños fragmentos de azulejo. Formalmente, muy logrado. Mi sorpresa fue cuando, al acercarme para hacer las fotos, observé que el edificio está en desuso y en pleno deterioro. Todos sabemos que cuando una casa no se habita, se arruina. ¿Un Ágora vacío, al que nadie acude y no se utiliza? Pues eso parece, y no creo que solo por la “crisis”, sino porque tal vez el conjunto fue hiper-dimensionado desde el principio en uno de esos ejercicios de despilfarro y pretenciosidad a los que se nos acostumbró en los “felices noventa”. Una pena.
(*) De "De architectura", tratado escrito por Vitrubio alrededor del año 15 a. de J.C. Es el más antiguo que se conserva y fue tomado por los arquitectos del Renacimiento como referencia de la arquitectura clásica. Para Vitruvio, la arquitectura descansa en tres principios: la Belleza (Venustas), la Firmeza (Firmitas) y la Utilidad (Utilitas). La arquitectura se puede definir, entonces, como un equilibrio entre estos tres elementos, sin sobrepasar ninguno a los otros. No tendría sentido tratar de entender un trabajo de arquitectura que no comprenda estos tres aspectos.
En una segunda lectura, sin embargo, comenzó a suceder que era la arquitectura misma más importante que lo que albergaba, siendo el Museo el propio elemento significativo como edificio, sin que su contenido fuese comparable en calidad al continente. Es de esta forma, que la arquitectura se convierte casi en escultura, resultando que si el edificio no sirve para una función concreta no es realmente Arquitectura, al menos no es buena arquitectura, tal como postuló Vitruvio (*).
Me pregunto si esto es honesto, si la preponderancia de la arquitectura sobre otras Artes o Ciencias es algo lícito. Personalmente, como Vitruvio, opino que solo hay Arquitectura si su aspecto responde a una función específica, si el edificio es habitable y cómodo, si es estable desde el punto de vista estructural y también, por supuesto, el edificio resulta bello. Por todo esto, me parece dificilísimo hacer buena arquitectura y no me parece tan buena aquella que se limita a la belleza formal descuidando la función a la que sirve, y que desdeña aspectos como la economía estructural y el mantenimiento. Por desgracia, todos conocemos malos ejemplos.
Volviendo a Valencia y su “Ciudad de los museos”, el conjunto está formado por cuatro edificios, un puente y la ordenación de los jardines (espacios ganados al Turia), todos ellos diseñados por Santiago Calatrava y otros colegas. El edificio que más llamó mi atención es el llamado “Ágora” que, por su nombre, identifiqué como un lugar de encuentro. Con forma de pez globo color añil; la espina dorsal son los lucernarios que iluminan el espacio interior y el resto de sus paredes están revestidas (aquí intuyo la influencia gaudiniana) de pequeños fragmentos de azulejo. Formalmente, muy logrado. Mi sorpresa fue cuando, al acercarme para hacer las fotos, observé que el edificio está en desuso y en pleno deterioro. Todos sabemos que cuando una casa no se habita, se arruina. ¿Un Ágora vacío, al que nadie acude y no se utiliza? Pues eso parece, y no creo que solo por la “crisis”, sino porque tal vez el conjunto fue hiper-dimensionado desde el principio en uno de esos ejercicios de despilfarro y pretenciosidad a los que se nos acostumbró en los “felices noventa”. Una pena.
(*) De "De architectura", tratado escrito por Vitrubio alrededor del año 15 a. de J.C. Es el más antiguo que se conserva y fue tomado por los arquitectos del Renacimiento como referencia de la arquitectura clásica. Para Vitruvio, la arquitectura descansa en tres principios: la Belleza (Venustas), la Firmeza (Firmitas) y la Utilidad (Utilitas). La arquitectura se puede definir, entonces, como un equilibrio entre estos tres elementos, sin sobrepasar ninguno a los otros. No tendría sentido tratar de entender un trabajo de arquitectura que no comprenda estos tres aspectos.
Guadalupe Garcia Guadalupe
Martes, 17 de Abril 2012
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