La economía social y las empresas sociales continúan expandiéndose por todo el mundo. Las 'empresas sociales' y los 'negocios sociales', pese a las dificultades a la hora de calcular su impacto tanto económico como social, ocupan un sitio preferente dentro de la economía social y la amplia variedad de 'emprendimientos sociales' que pululan en expresiones afines como 'economía solidaria', 'economía colaborativa' (sharing economy) y 'economía informal'. Se habla de su papel clave en la generación de empleo y como instrumento para favorecer un desarrollo económico inclusivo. Muchas start-ups sociales abrazan el propósito de generar innovaciones sociales disruptivas y producir impactos a gran escala a través de 'algo que sirva para cambiar el mundo', ya sea un producto, un servicio o una nueva 'manera de hacer las cosas'. ¿Cuándo una organización constituye una empresa social'?, ¿Qué es una empresa social y cómo se diferencia de otras entidades que conforman el universo de la economía social?
Fuente: Jimmyspa.com
Aparentemente es un ejercicio sencillo, ya que hablar de economía 'social' alude a la atención de las necesidades básicas o primarias de grupos sociales más desfavorecidos desde las épocas más remotas. En la práctica ya no lo es tanto y podemos recopilar abundantes etiquetas -sobre todo provenientes del mundo anglosajón- como 'social firm', 'social business', 'social-purpose business', 'social-driven business', 'mission-driven businesses', 'social ventures', etc. Sabemos que hay empresas sociales que reinvierten todos o gran parte de sus dividendos, como es el caso de La Fageda (con cuentas muy transparentes que se muestran en su web) y Auara (https://www.auara.org/ con su slogan 'tú bebes, otros beben'. Pero por otro lado, están proliferando plataformas en Internet y miles de Apps que favorecen prácticas de consumo colaborativo/prestación de servicios con la loable misión de atender la sostenibilidad planetaria que parecen guiarse por un slogan diferente, algo así como 'tú colaboras, él colabora, nosotros nos forramos', donde el concepto de re-inversión es bastante diferente... Otro problemita está en considerar que el ámbito de la economía social y el emprendimiento social están siempre, sí o sí, vinculados a la innovación social. Pero existen muchos ejemplos de empresas en el sector social que no innovan y se remiten a replicar modelos de negocios. Aquí habría que ponerse de acuerdo en cuanto al criterio o si basta el principio de generar algún tipo de valor social e impacto social para llamar a una empresa social innovadora.
Responder a la cuestión ¿qué es una empresa social? es muy importante, tanto como delimitar la naturaleza y las fronteras de la economía social (y afines). Así lo destaca en su web el Observatorio Español de la Economía Social : 'para que la Economía Social pueda ser visualizada y reconocida es preciso delimitar su campo de observación con rigor y sentido práctico'. A nivel de la Comisión Europea esta preocupación lleva varias décadas, donde tanto la innovación social como la economía social han ido ocupando un espacio cada vez mayor en las estrategias para luchar contra la crisis.
El fomento de las empresas sociales y la creación de un entorno favorable a su desarrollo se sitúan en el centro de la Iniciativa de Empresa Social (SBI) como parte de la Estrategia Europa 2020 (CE, 2010a) y de la iniciativa emblemática 'Unión por la innovación' (CE, 2010b). El 'Single Market Act I' (Acta de Mercado Único I) pone de relieve su papel para promover una 'economía de mercado social altamente competitiva' (CE, 2011a, p.2). Y el 'Single Market Act II' renueva la atención sobre su capacidad para generar innovación social, inclusión y, sobre todo, confianza (EC, 2012). Varias iniciativas y proyectos internacionales han ido proporcionando una visión global de la diversa composición y funcionamiento de la economía social y de la rápida evolución en las formas de 'hacer negocios sociales' y de las empresas sociales. Aquí se mencionan algunos, como:
Todo este trabajo ha permitido avanzar mucho en el conocimiento del sector, a la vez que da cuenta de su complejidad y las dificultades para definir qué es y qué no es una empresa social. Dos recientes y ambiciosos proyectos europeos han proporcionado un Mapa de las empresas sociales y sus ecosistemas en Europa, cubriendo 28 paises y Suiza en 2014 y 2016, y han continuado con otras iniciativas en la misma dirección (tengo el privilegio de participar en una de ellas, que contaré próximamente).
En España el Centro Internacional de Investigación e Información sobre la Economía Pública, Social y Cooperativa (CIRIEC, constituido como asociación en 1986) el pasado 2 de mayo de 2017 presentó un proyecto para elaborar un Manual de Cuentas Satélite de empresas y entidades de economía social, a cargo de los investigadores Rafael Chaves y José Luis Monzón. Pasada una década del manual anterior, los autores reconocen la necesidad de identificar tanto a los 'productores no-de mercado' o llamados 'agentes del Tercer Sector de acción social' como a los productores del 'mercado de la economía social', esto es, cooperativas, empresas sociales, mutuas y 'otras empresas similares'.
En principio el concepto de economía social designa a aquel conjunto de organizaciones (microeconómicas) caracterizadas por unos rasgos comunes marcados por una ‘ética social’, trascendiendo la clásica delimitación interinstitucional basada en identificarla como un sector residual, integrado por aquellas organizaciones que no pertenecen al ámbito de la economía pública ni al de la economía privada capitalista. El reto del concepto en la última década sigue siendo identificar quiénes son los actores, así como el alcance y especificidades organizativas. Así, por ejemplo, la carta de Principios de la Economía Social, realizada por sus propios protagonistas bajo el impulso de la Conferencia Permanente de Cooperativas, Mutualidades, Asociaciones y Fundaciones (CEP-CMAF) considera que la economía social alberga al conjunto de organizaciones que no pertenecen al sector público, funcionan de manera democrática con igualdad de derechos y obligaciones de los socios y practican un régimen particular de propiedad y distribución de los beneficios, empleando los excedentes para ampliar la entidad y mejorar los servicios prestados a sus socios y a la sociedad (Monzón-Campos, 2006; 2013, p. 154).
Esto comprende un amplio abanico de formas, tanto como la definición de empresa de economía social (social economy enterprise) proporcionada en 2015 en las conclusiones del Council sobre La promoción de la economía social como motor clave del desarrollo económico y social en Europa (The promotion of the social economy as a key driver of economic and social development in Europe, CE, 2015b):
La Social Business Initiative (SBI) define a la empresa social como 'un operador de la economía social, cuyo objetivo principal es tener un impacto social, en lugar de obtener un beneficio para sus propietarios o accionistas. Produce bienes y servicios para el mercado de una manera innovadora y emprendedora y utiliza sus beneficios principalmente para lograr los objetivos sociales”.
Responder a la cuestión ¿qué es una empresa social? es muy importante, tanto como delimitar la naturaleza y las fronteras de la economía social (y afines). Así lo destaca en su web el Observatorio Español de la Economía Social : 'para que la Economía Social pueda ser visualizada y reconocida es preciso delimitar su campo de observación con rigor y sentido práctico'. A nivel de la Comisión Europea esta preocupación lleva varias décadas, donde tanto la innovación social como la economía social han ido ocupando un espacio cada vez mayor en las estrategias para luchar contra la crisis.
El fomento de las empresas sociales y la creación de un entorno favorable a su desarrollo se sitúan en el centro de la Iniciativa de Empresa Social (SBI) como parte de la Estrategia Europa 2020 (CE, 2010a) y de la iniciativa emblemática 'Unión por la innovación' (CE, 2010b). El 'Single Market Act I' (Acta de Mercado Único I) pone de relieve su papel para promover una 'economía de mercado social altamente competitiva' (CE, 2011a, p.2). Y el 'Single Market Act II' renueva la atención sobre su capacidad para generar innovación social, inclusión y, sobre todo, confianza (EC, 2012). Varias iniciativas y proyectos internacionales han ido proporcionando una visión global de la diversa composición y funcionamiento de la economía social y de la rápida evolución en las formas de 'hacer negocios sociales' y de las empresas sociales. Aquí se mencionan algunos, como:
- CIRIEC (Centre International de recherches et d'Information sur l'Economie Collective), creado en 1947 por el economista francés Edgard Milhaud en la Université de Genève, que ya va por la celebración de su 6º Congreso Mundial
- la red temática EMES (Emergence des Enterprises Sociales en Europe) en torno a 1996
- SELUSI (Social Entrepreneurs as 'Lead Users' for Service Innovation') (2008-2012)
- SEFORÏS (Social Entrepreneurship as a Force for More Inclusive and Innovative Societies) (2012-2016)
- ICSEM (International Comparative Social Enterprise Models) (2013-2017), una plataforma que involucra a 200 investigadores de 50 países de todo el mundo que surgió de la alianza de EMES y el Interuniversity Attraction Pole on Social Enterprise (IAP-SOCENT) fundado en Bélgica.
En España el Centro Internacional de Investigación e Información sobre la Economía Pública, Social y Cooperativa (CIRIEC, constituido como asociación en 1986) el pasado 2 de mayo de 2017 presentó un proyecto para elaborar un Manual de Cuentas Satélite de empresas y entidades de economía social, a cargo de los investigadores Rafael Chaves y José Luis Monzón. Pasada una década del manual anterior, los autores reconocen la necesidad de identificar tanto a los 'productores no-de mercado' o llamados 'agentes del Tercer Sector de acción social' como a los productores del 'mercado de la economía social', esto es, cooperativas, empresas sociales, mutuas y 'otras empresas similares'.
En principio el concepto de economía social designa a aquel conjunto de organizaciones (microeconómicas) caracterizadas por unos rasgos comunes marcados por una ‘ética social’, trascendiendo la clásica delimitación interinstitucional basada en identificarla como un sector residual, integrado por aquellas organizaciones que no pertenecen al ámbito de la economía pública ni al de la economía privada capitalista. El reto del concepto en la última década sigue siendo identificar quiénes son los actores, así como el alcance y especificidades organizativas. Así, por ejemplo, la carta de Principios de la Economía Social, realizada por sus propios protagonistas bajo el impulso de la Conferencia Permanente de Cooperativas, Mutualidades, Asociaciones y Fundaciones (CEP-CMAF) considera que la economía social alberga al conjunto de organizaciones que no pertenecen al sector público, funcionan de manera democrática con igualdad de derechos y obligaciones de los socios y practican un régimen particular de propiedad y distribución de los beneficios, empleando los excedentes para ampliar la entidad y mejorar los servicios prestados a sus socios y a la sociedad (Monzón-Campos, 2006; 2013, p. 154).
Esto comprende un amplio abanico de formas, tanto como la definición de empresa de economía social (social economy enterprise) proporcionada en 2015 en las conclusiones del Council sobre La promoción de la economía social como motor clave del desarrollo económico y social en Europa (The promotion of the social economy as a key driver of economic and social development in Europe, CE, 2015b):
'Las empresas de economía social se refieren a un universo de organizaciones basado en la primacía de la gente sobre el capital, incluye formas organizacionales como cooperativas, mutuas, fundaciones, asociaciones y nuevas formas desarrolladas por emprendedores sociales y pueden ser consideradas como vehículos de cohesión social y económica a través de Europa, ayudando a construir una economía de mercado social pluralista y resiliente'
La Social Business Initiative (SBI) define a la empresa social como 'un operador de la economía social, cuyo objetivo principal es tener un impacto social, en lugar de obtener un beneficio para sus propietarios o accionistas. Produce bienes y servicios para el mercado de una manera innovadora y emprendedora y utiliza sus beneficios principalmente para lograr los objetivos sociales”.
La historia ayuda un poco a distinguir la paja del trigo, mientras los cambios acelerados del sector social dificultan la tarea
La economía social es una parte importante de la historia europea (y de otros lugares en el mundo). Aparece vinculada a la formación de asociaciones de caridad (charities) surgidas en Inglaterra en torno al siglo XVI a consecuencia de la crisis agrícola y la creciente migración urbana. Posteriormente, se identifica con el movimiento cooperativista en defensa de los intereses de los trabajadores, bajo el disparador de la revolución industrial y los valores propagados por el pensamiento socialista premarxista en Gran Bretaña. Monzón-Campos (2013) comenta cómo los valores de igualdad, democracia, solidaridad, etc., tuvieron una influencia directa en la creación de la Cooperativa de Rochdale en 1844, cuna del cooperativismo actual. En 1852 apareció una primera legislación cooperativa en Francia (la Ley de Sociedades Industriales y de Previsión), que constituyó un marco jurídico para el desarrollo de alianzas internacionales entre cooperativas británicas y francesas (Birchall, 1997, p.36).
Diversos investigadores, entre ellos Borzaga & Defourny (2004), Moulaert & Ailenei (2005), Defourny & Nyssens (2010), Brouard et al. (2015), describen los orígenes de las empresas sociales bajo el rótulo de 'economía social' en Canadá y Estados Unidos aunque, desde el punto de vista académico, el campo de la economía social y el emprendimiento social es reciente. Varios análisis históricos muestran divergencias conceptuales, especialmente entre Estados Unidos y Europa, que explican en parte las preferencias en los distintos países por determinadas formas institucionales y legales. Así, mientras en USA las empresas sociales tienden a ser auto-financiadas y se destaca el rol del emprendedor social como el motor generador de 'social ventures', en Europa -en mayor o menor medida- la tradición viene de una visión más asentada en el esfuerzo de las colectividades y la dependencia de la financiación pública. Contribuciones recientes describen exhaustivamente diferentes escuelas de pensamiento (e.g. Young & Lecy, 2013; Defourny & Nyssens, 2014, 2015) y numerosas taxonomías y clasificaciones de empresas sociales (e.g., Alter, 2007; Spear et al., 2009; Teasdale et al., 2012; Gordon, 2015). Esto lo trataré con más detalle en otro post.
Un modelo 'ideal' de empresa social
Por el momento se puede afirmar que resulta muy útil la definición 'operativa' de empresa social propuesta por EMES y considerada en el ejercicio de mapear el territorio de la economía social en los países Europeos (y más allá). La definición plantea como hipótesis la existencia de un modelo 'ideal' de empresa social que resulta de la intersección de tres dimensiones:
- Una dimensión 'emprendedora' (entrepreneurial dimension, que estrictamente sería emprendedora-innovadora en el sentido de Schumpeter): se refiere a la actividad económica continua de producción y/o intercambio de bienes y/o servicios (que distingue a las empresas sociales de las organizaciones tradicionales sin ánimo de lucro y otras entidades de economía social que son no-profit). Sin embargo también se atenúa diciendo que puede caracterizarse por tener alguna forma de autofinanciamiento, aunque las actividades comerciales no sean regulares...del todo)
- Una dimensión social (social purpose), un propósito social primario y explícito que beneficia a la sociedad y genera impacto social, y
- Una dimensión de gobernabilidad (governance), la existencia de mecanismos democráticos y procesos participativos respecto a la toma de decisiones e independencia (autonomía organizativa del Estado y otras organizaciones tradicionales con fines de lucro) (CE, 2015b, página 9).
Fuente: 'A map of social enterprises and their eco-systems in Europe', 2015, p. vi.
Espejito, espejito ... ¿hay alguna empresa que sea más social e innovadora que yo?
Un conjunto de indicadores desarrollado por Defourny & Nyssens (2014) para evaluar cada dimensión puede ayudar a determinar el grado de proximidad a la zona 'ideal' de intersección y saber en qué medida una organización es una empresa social:
Indicadores económicos (dimension emprendedora) | Indicadores sociales | Indicadores de 'gobernanza participativa' |
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Aunque mirando esta lista de empresas sociales en una web... analizarlas tampoco parece muy fácil. Otra gran ayuda están siendo los estudios realizados desde la OCDE y los análisis comparativos de la legislación y los marcos fiscales vigentes en cada país, que ha dado lugar, entre otras iniciativas, a la creación de la red European Social Enterprise Law Association (ESELA). Asimismo, se está avanzando en la implementación de distintivos y etiquetas como la Social Enterprise Mark en Reino Unido o en Finlandia la Finnish Social Enterprise Mark.
Quizás lo más preocupante, como advierten Brouard et al. (2015), sea la expansión de una estrategia oportunista por parte de entidades ya existentes -organizaciones sin fines de lucro, cooperativas y otros agentes sociales del mercado y... por supuesto empresas 'tradicionales'- como una forma de generar marca (brand) con actividades existentes. Esto forma parte del debate sobre la legitimidad de las empresas sociales, que demanda un análisis más profundo en lo sectorial, ya sea 'puramente social', por ejemplo, en relación a servicios en educación, salud, etc., junto a actividades relacionadas con las 'otras' economías 'green', 'blue', 'silver', entre otras.
Referencias
Alter, K. (2007). Social enterprise: A typology of the field in Latin America. Inter-American Development Bank.
Birchall, J. (1997). The international co-operative movement. Manchester University Press. UK.
Brouard, F., McMurtry, J. J., & Vieta, M. (2015). Social Enterprise Models in Canada-Ontario. Canadian journal of nonprofit and social economy research, 6(1), 63.
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Defourny, J. & Nyssens, M. (2010). Conceptions of social enterprise and social entrepreneurship in Europe and the United States: Convergences and divergences. Journal of Social Entrepreneurship 1(1), 32-53.
Defourny, J. & Nyssens, M. (2017). Fundamentals for an international typology of social enterprise models. VOLUNTAS: International Journal of Voluntary and Non-profit Organizations, 1
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EMES, http://www.emes.net/what-we-do/
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Gordon, M. (2015). A Typology of Social Enterprise ‘Traditions’. ICSEM Working Papers
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Redactado por Mónica Edwards el Miércoles, 31 de Mayo 2017 a las 16:47
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Mónica Edwards
Mónica Edwards Schachter es investigadora, educadora, consultora, escritora y emprendedora, aunque prefiere definirse como una mujer apasionada por aprender y compartir proyectos para mejorar el mundo. Doctora Cum Laude por la Universidad de Valencia con la tesis doctoral ‘La atención a la situación del mundo en la educación científica’ (2003) y Especialista en Proyectos de Ingeniería e Innovación por la Universidad Politécnica de Valencia (2006). Es Ingeniera en Electrónica, Licenciada en Matemática y Física y posee Diplomas de pos-grado en Gestión del Conocimiento por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (México) y Planificación, Gestión y Evaluación de Proyectos Educativos (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina). Con más de 20 años de experiencia en formación y consultoría, ha participado en más de 20 proyectos de investigación a nivel nacional e internacional. Es autora y co-autora de más de un centenar de publicaciones, entre libros, capítulos de libros y artículos en prestigiosas revistas científicas en temas de innovación tecnológica e innovación social, innovación colaborativa, empoderamiento, living-labs, innovación educativa, educación científica y desarrollo y evaluación de competencias, especialmente creatividad, innovación y emprendimiento. Ha recibido seis distinciones literarias en poesía y en 2004 le fue concedido el segundo premio en el Concurso de Ensayo Manuel Castillo (patronato Nord-Sud de la Universidad de Valencia) con la obra “Redes para la Paz”, publicado en 2007 por el Seminario Gallego de Educación para la Paz y la Fundación Cultura de Paz.
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