“La realidad” es sólo la superficie de lo real
es el indicador de la profundidad de la perspectiva con la que se mira.
Es, también, el instrumento para mantener, en el sueño, al ser humano.
“La realidad” no es la verdad, aunque se tome por ella.
Es la frontera que se le fija al pensamiento creador
a la inspiración,
a la intuición,
al Amor,
al afán de trascendencia,
a la esperanza,
a la ilusión infantil, siempre creadora.
“La realidad” es el caldo de cultivo para la mediocridad,
para la tiranía
para la ignorancia.
“La realidad” es la base que sostiene la estructura,
una base que es tomada por el todo,
consecuencia de una unilateral concreción,
frágil ante el viento de la historia.
En su fragilidad está su densidad aparente
que precisa de la tragedia para quebrarse.