Hace muchos, muchísimos años, tantos que mi memoria no recuerda cuando fue, en la tierra existían unos seres, casi invisibles, que cuidaban de los árboles, las plantas, los insectos y todos los animales grandes y pequeños, alados y terrestres, de la tierra, el agua y el aire.
Durante mucho, mucho tiempo, la colaboración entre esos seres y los humanos fue muy estrecha. Esto posibilitó que sus conocimientos sobre la naturaleza fueran aprendidos por los hombres y las mujeres que habitaban nuestro planeta. De esta manera, gracias a sus enseñanzas, conocieron la forma de obtener los frutos que la tierra producía y que les regalaba para su sustento.
Para celebrar esta unión tan benéfica con los seres casi invisibles, los humanos decidieron reunirse con ellos en unas fechas señaladas. Así, al comienzo y al final de cada una de las estaciones del año, se organizaban grandes fiesta para convocar a las energías benefactoras que aquellos seres casi invisibles atraían.
Tras la ceremonia en la que se daba la bienvenida a todos los presentes, se agradecía a los seres casi invisibles los bienes recibidos con su ayuda, y se les rogaba que siguieran ayudando a los seres humanos en sus tareas en el campo, en la pesca y en la caza. Los humanos bailaban, cantaban, reían y comían ricos manjares. Era su forma de agradecer la presencia a sus benefactores y demostrarles lo contentos que estaban por ella.
Un buen día, alguien pensó que, para que no se les olvidasen tantas cosas como las que habían aprendido, sería bueno ponerlas por escrito. De esta manera se escribió en un libro enorme todas aquellos conocimientos que se habían adquirido de los seres casi invisibles y que, a través de las historias y de los cuentos, habían pasado de padres a hijos.
Esta idea tan estupenda permitió que todos los que lo necesitaran pudieran tener la información, aunque no conocieran la forma de ponerse en contacto con los seres casi invisibles.
Pero... sucedió que con el paso del tiempo los humanos se olvidaron del origen del conocimiento que estaba guardado en aquel libro tan grande y vivieron como si los seres casi invisibles no existieran.
Esta idea tan estupenda permitió que todos los que lo necesitaran pudieran tener la información, aunque no conocieran la forma de ponerse en contacto con los seres casi invisibles.
Pero... sucedió que con el paso del tiempo los humanos se olvidaron del origen del conocimiento que estaba guardado en aquel libro tan grande y vivieron como si los seres casi invisibles no existieran.
Así, terminaron por pensar que sólo a través de los libros se puede acceder a ese conocimiento, e ignoran que hay un cordón invisible que une el conocimiento de los libros con aquellos seres que, desde el principio de la historia, acompañan a los humanos en su vida en la Tierra.
Por eso, cuando leemos un libro hay algo que se alegra en nuestro interior, es la energía que nos llega a través de ese cordón y que nos traslada a aquellos tiempos en que no había intermediarios entre el mundo humano y ellos, los Casi Invisibles.
Aún hoy se siguen haciendo las fiestas cuando se recogen las cosechas, pero ya no se convocan a aquellos seres amigos. Sin embargo, el misterio de la fiesta es que se sigue haciendo de la misma manera que entonces. Cuando se organiza una siempre es para celebrar algo, todo el mundo está contento y se baila, se ríe, se canta y se comen ricos manjares. Todos aquellos alimentos que sigue regalando la tierra a los seres humanos y que son el fruto de los esfuerzos que ellos hacen, pero también de los seres casi invisibles que aún siguen colaborando con las mujeres y con los hombres del planeta Tierra, a pesar de que no sean convocados ni reconocidos.
Por eso, cuando leemos un libro hay algo que se alegra en nuestro interior, es la energía que nos llega a través de ese cordón y que nos traslada a aquellos tiempos en que no había intermediarios entre el mundo humano y ellos, los Casi Invisibles.
Aún hoy se siguen haciendo las fiestas cuando se recogen las cosechas, pero ya no se convocan a aquellos seres amigos. Sin embargo, el misterio de la fiesta es que se sigue haciendo de la misma manera que entonces. Cuando se organiza una siempre es para celebrar algo, todo el mundo está contento y se baila, se ríe, se canta y se comen ricos manjares. Todos aquellos alimentos que sigue regalando la tierra a los seres humanos y que son el fruto de los esfuerzos que ellos hacen, pero también de los seres casi invisibles que aún siguen colaborando con las mujeres y con los hombres del planeta Tierra, a pesar de que no sean convocados ni reconocidos.
Las formas invisibles. pinterest.cl
Pero, ¿quiénes son esos seres casi invisibles de los que hablo? Pues esos son aquellos personajes de los cuentos a los que llaman gnomos, hadas, ondinas o ninfas, elfos, etc. Los cuentos son los libros que se escribieron para que hoy los niños supieran de la existencia de ellos. La idea de escribirlos la tuvieron algunos abuelos y abuelas que querían transmitir las historias que les habían contado cuando eran pequeños. Aquellas historias que sus abuelos y sus padres les narraban y que explican cómo vivían esos seres entre los humanos y cuáles eran las tareas que realizaban.
La abuela Alicia sabe que esos seres existen. Por eso les habla de ellos, para que cuando crezcan puedan pedir ayuda a los benefactores invisibles que todos los humanos tenemos alrededor. Si cuentan con ellos siempre los tendrán de su parte. Y... cuando celebren algún acontecimiento importante no olviden de invitarlos, son muy alegres y divertidos y les encanta asistir a una fiesta
La abuela Alicia sabe que esos seres existen. Por eso les habla de ellos, para que cuando crezcan puedan pedir ayuda a los benefactores invisibles que todos los humanos tenemos alrededor. Si cuentan con ellos siempre los tendrán de su parte. Y... cuando celebren algún acontecimiento importante no olviden de invitarlos, son muy alegres y divertidos y les encanta asistir a una fiesta