ECONOMÍA: Joaquín Guzmán

Bitácora

En la larga lista de economistas que han recibido el Premio Nóbel no figura ninguna mujer, aunque Alva, la esposa y colaboradora de Gunnar Myrdal (Nobel de Economía, 1977), sí recibió cinco años más tarde, un premio Nóbel de la Paz.

A finales de los setenta, cuando comentaba este hecho con Herman Wold, a la sazón Secretario del Comité del Nóbel de Economía, este me confirió un secreto que ya no hay razón alguna para preservar.

El Comité consultaba todos los años, con un escueto cuestionario, a un grupo de economistas relevantes, preguntándoles sobre quién debería en su opinión recibir el premio; estas nominaciones no eran automáticamente tenidas en cuenta por el Comité, que no quería perder ni un ápice de su poder de decisión, pero servían para identificar posibles candidatos. Wold me indicó sin embargo, que en el curso de los años se había elaborado una lista top-secret que acumulaba las nominaciones recibidas y que desde finales de los sesenta Joan Robinson había tomado decididamente la cabeza de esta lista

¿Cómo se comprende que la más ilustre post-keynesiana de la Cambridge School, con su merecido prestigio académico, nunca consiguiera convencer al Comité que tercamente la descartó hasta su fallecimiento en 1983?

Como Wold no quiso, con buen criterio, aclararme el tema, y como me resistía a pensar que todo era producto de una anacrónica discriminación de género o un inverosímil rechazo del keynesianismo después de la victoria monetarista, le hice una consulta al respecto a otro eminente colega de Cambridge, Richard Stone.

Economista y maoismo

Después de meditarlo y ponderando su respuesta, Stone me dio a entender que a mucha gente no le gustaba la pasión de Joan Robinson por la China de Mao. Ser economista no parecía ser compatible con ser maoista. Se podía tolerar su marxismo teórico, pero sus manifestaciones a favor de la revolución cultural la marginaban aún más que su condición femenina.

Esta vieja historia cautamente olvidada por todos los interesados, recobra interés ahora que todo el mundo occidental se queda pasmado con los extraordinarios resultados de la economía china. Después de la muerte de Mao parece como si hubiera perdido significado la idea de los padres de la economía neoliberal, de Hayek, Roepke o Friedman, o de la Sociedad del Mont Pellerin, de que las libertades democráticas son interdependientes con las libertades económicas.

La verdad es que los dirigentes chinos actuales deberían hacerle un monumento a Joan Robinson en alguna plaza postmoderna de Shangai, porque lo que se está demostrando en China es que el comunismo aplicado y pragmático no es incompatible con una política económica post-keynesiana. Sería un desagravio póstumo para la inquieta y genial economista.

En China está funcionando a la perfección el multiplicador exterior de Machlup, y los efectos expansivos de una política monetaria laxa estimulan un sistema productivo caracterizado por una extraordinaria abundancia de mano de obra desempleada o subempleada. Keynes no desaprobaría mucho la política china, que además también adopta el control de las transacciones financieras con el exterior para evitar los movimientos especulativos que tanto inquietaban al gran promotor de los acuerdos de Bretón Woods. El mercado no es incompatible con un intervencionismo inteligente.

Proceso imparable

Lo que si está bastante claro es que a medida que irá aumentando el nivel de bienestar en China adquirirá fuerza el neoliberalismo y la presión por la participación democrática. La televisión y los viajes son imparables.

También está claro (y el ejemplo del Japón vecino así lo confirma), que no se puede mantener indefinidamente un ritmo de crecimiento económico tan elevado sin que se produzcan rupturas en el sistema financiero o sin que se formen y estallen burbujas speculativas.

El comunismo post-keynesiano tiene sus días contados, y esperemos que el cambio de régimen se haga sin violencia y martirios, que sea algo parecido a la transición española (aunque eso acabe poniendo en peligro la estatua de Joan Robinson; las estatuas resisten mal los cambios de régimen)

Y entre tanto ya se sabe: sigamos esperando a la primera mujer Nóbel de Economía.

Sábado, 8 de Abril 2006


Emilio Fontela

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Editado por
Ardiel Martinez
Catedrático de Economía Aplicada (Universidad de Sevilla), Joaquín Guzmán Cuevas es autor y/o coautor de 15 libros sobre Sistema Financiero, Pymes, Economía Andaluza, Economía Española, Economía Mundial y Economía-Etica, así como autor de más de 30 artículos científicos en revistas nacionales e internacionales. Ha impartido docencia en las universidades de Sevilla, Huelva, Jaén, Nebrija (Madrid), Complutense (Madrid), Florencia (Italia), Nottingham (Reino Unido), Atenas (Grecia), Brno (Rep. Checa), Aquisgrán (Alemania), además de en otros foros académicos-empresarial y universidades de verano. Secretario General de la Sociedad de Economía Mundial (SEM), es Miembro del Comité Editor de la Revista de Economía Mundial, de la Revista de Estudios Andaluces y de la Internacional Entrepreneurship and Management Journal (Springer). Joaquin Guzmán murió debido a una cruel enfermedad el 25 de agosto de 2012. Con nuestra gratitud y respeto.


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