CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Notas

Hoy escribe Gonzalo del Cerro

II. Las alusiones

7. Andrés dirigía un largo alegato a Maximila en el fragmento del códice Va gr. 808, en el que se compara a sí mismo y a Maximila con Adán y con Eva. Seguía diciendo: “Lo que aquélla no quiso escuchar , tú lo has escuchado” (HchAnd 37,4). Se trataba de lo que habían hecho Adán y Eva en su caída en la desobediencia frente a lo que Andrés y Maximila habían corregido con su conducta ejemplar.

Un reflejo de esta exposición, relativa a los sucesos narrados en Gén 3, lo encontramos también en diversos pasajes del NT cuando se trata del tema. Por ejemplo, en 1 Cor 15, 45-49, se presenta una exposición de Adán y su obra pecadora y la del nuevo Adán-Cristo y la suya salvadora. Una nueva versión de esta comparación la tenemos en Rom 5,14-21. Son en ambos casos ideas semejantes a las de HchAnd que comentamos. Una nueva referencia a la obra de Adán aporta la 1 Tim 2,13-14, aunque sin la comparación que aparece en los textos anteriores.

8. En medio de varias exclamaciones retóricas, dice Andrés: “¡Bien, naturaleza que te salvas sin presumir de fuerte ni esconderte!” (HchAnd 38,1).

Es una nueva alusión a la escena del Paraíso cuando Adán y Eva se escondieron al oír la voz de Dios que los llamaba. Antes había entablado Eva un diálogo con la astuta serpiente que la convenció para que desobedecieran a Dios como si su mandato fuera engañoso. Luego, cuando Dios bajó a tomar el fresco del jardín, se escondieron Adán y Eva, conscientes de su conducta pecadora (Gén 3,3ss).

9. Después de una serie de no menos de 53 interrogaciones, pregunta Andrés dirigiéndose a Estratocles. Ése que desea unirse con él, “¿tiene dónde reclinar su cabeza?” (HchAnd 42, 2).

El escriba que pretendía seguir a Jesús recibe esta respuesta: “Las raposas tienen cuevas, y las aves del cielo, nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza” (Mt 8,20; Lc 9,58). El autor del Apócrifo emplea el texto de Mt y Lc de forma literal.

10. Estratocles replica a Andrés refiriéndose a las palabras que acaba de pronunciar: “Esas palabras, pronunciadas por ti, parecen saetas de fuego disparadas contra mí; cada una de ellas me alcanza incendiándome y abrasándome en tu amor” (HchAnd 44, 1).

En estas palabras se oye el eco, a mi parecer, de aquellas de Jeremías: “La palabra del Señor… se hizo en mí como fuego devorador que abrasa mis huesos” (Jer 20,9). Una idea que se refleja también en las palabras de Yahvé en el mismo Jer 23,29: “¿No son acaso mis palabras como fuego ardiente?” El hecho es que se da tanto en el Apócrifo como en Jeremías la misma comparación: hōs, hōsper, pyr-pyrí eoíkasi y otras formas verbales de la radical de phlégō.

11. Estratocles agradecido ante la disposición del apóstol Andrés, reconoce abiertamente: “He recibido las semillas de tus palabras salvíficas, de las cuales tú fuiste el sembrador” (HchAnd 44,2).

Vemos aquí, con Prieur y otros comentaristas, una clara alusión a la parábola del sembrador (Mt 13,1-23 par.). Dice, en efecto, el evangelio de Marcos 4,14: “El que siembra, siembra la palabra”. Y en Lc 8,11 leemos: “La semilla es la palabra de Dios”. También en la parábola de la cizaña, la semilla se denomina sperma, y la buena semilla está relacionada con la salvación, ya que esa semilla buena son los hijos de Dios.

12. Continúa Estratocles expresando su gratitud al Apóstol: “Para que nazcan y retoñen esas semillas, necesitan no de otro sino de ti, beatísimo Andrés” (HchAnd 44,2).

Se percibe aquí, en mi opinión, una alusión a las palabras de Pablo en 1 Cor 3,6-9, en donde se habla de la plantación que tiene necesidad de la imprescindible actividad divina, pues “ni el que siembra es algo, ni del que riega, sino Dios que da el crecimiento”. Andrés ha sido el sembrador de una semilla, que necesita igualmente de sus cuidados para que brote la planta y retoñe.

13. Insiste Estratocles en el mismo lugar hablando de las semillas que Andrés ha plantado en él, “las cuales no crecerán sin daño ni se alzarán a no ser que tú lo quieras, reces por ellas y por todo mi ser”.

Es una nueva alusión, o continuación de la alusión anterior. a los lugares citados de las parábolas del sembrador y de la cizaña (Mt 13,1-23 par.; 37-39), así como al pasaje de 12 Cor 3,8-9. Tanto en la parábola del sembrador como en la de la cizaña se mencionan los daños que se ciernen sobre la semilla: piedras, pájaros del cielo, espinas que a sofocan, cizaña, el “hombre enemigo”. Estratocles es consciente de que la samilla plantada por Andrés está acechada por abundantes peligros.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro

Jueves, 29 de Abril 2010


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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