CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero



Para la exégesis de estos pasajes soy deudor de Hyam Maccoby, en su libro Paul and Hellenism, capítulo “Paul and the Eucharist”, SCM, Londres, 1991, págs. 90-127. Leí este libro hace más de diez años y lo he vuelto a releer al redactar estas páginas. Cada vez me convencen más sus argumentos que sintetizo en buena parte en las notas que siguen.


Así, nos preguntamos: ¿Cómo entender el conjunto de estos textos que hemos transcrito en la nota del lunes pasado = 3-10-21?

Respecto a 1.

Parece muy claro que Pablo afirma con rotundidad que él ha recibido la interpretación de la Última Cena de Jesús de parte del “Señor” mismo, es decir, quizá por medio de una visión, al igual que él afirma que su “evangelio” no procede de “carne y de sangre”, sino directamente por revelación de Jesucristo. Es lo mismo que él, Pablo, dice que ha ocurrido con su "evangelio". Así Gál 1,11-12:

“11 Porque os hago saber, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí, no es de orden humano, 12 pues yo no lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.”;

Lo mismo también, indirectamente, sobre su manera de proceder a base de revelaciones, Gálatas 2,2:

“Subí [a Jerusalén] movido por una revelación y les expuse el Evangelio que proclamo entre los gentiles”).

Sin embargo, el pasaje fundamental de 1 Cor 11,23 (véase el texto en la nota 3-10-21) no tiene una traducción unitaria entre los exegetas y se interpreta de dos maneras muy diferentes:

A. “Porque yo he recibido del Señor lo que os transmití a vosotros”

B. “Porque la tradición que os he transmitido viene del Señor mismo”

La versión A. supone que Pablo ha recibido el rito -que luego va a recordar a sus lectores corintios- directamente del Señor, Jesús, como una revelación personal.

La versión B. supone, por el contrario, que Pablo ha recibido una tradición (antigua; probablemente de la iglesia o grupo judeocristiano de Jerusalén), tradición que a su vez tiene su fundamento en Jesús ¿Cuál es la versión correcta?

Nos parece que la versión A. La B. fuerza el sentido del texto -la traducción es mucho más retorcida- y tiene como base la necesidad de acomodarse a una tradición ya centenaria que afecta al dogma y a los sacramentos de la Iglesia.

Naturalmente, la interpretación obvia –A- supone que el origen de la tradición sobre la institución de la Eucaristía no procede directamente de la iglesia primitiva, es decir, del grupo de Jerusalén, los primeros seguidores de Jesús, sino de Pablo, y en concreto, como decimos, de una visión divina.

Haremos ahora unas consideraciones en torno a esta interpretación B.

Es importante que el lector caiga en la cuenta del orden de la acción eucarística en esta tradición que –afirmamos- tiene su origen en Pablo, cuando aceptamos la versión A.: primero ha de pronunciarse la bendición sobre el vino y luego sobre el pan. El orden es “pan-vino” = “cuerpo–sangre” de Cristo.

Este orden es contrario a la costumbre judía en cualquier comida festiva, especial o solemne. En ella se procedía así:

a) primero había una bendición sobre una copa de vino, antes de comer, que se bebía por todos los participantes solemnemente.

b) Luego se tomaba una hogaza de pan se bendecía en nombre de Dios, se partía, se tomaba un fragmento y se repartía a los participantes, que lo ingerían.

c) Luego se comenzaba la comida normal compuesta de los “platos” o alimentos que fueren.

Lo que distingue a una comida festiva de una normal, diaria, judía es que en esta última no se daban los elementos a) y b), sino que se hacía –como hoy día en las casas piadosas- un bendición general sobre los alimentos, recibidos de manos de Dios, y se comenzaba directamente a comer lo que hubiere.

Esa primera fase de una comida judía solemne -la bendición de una copa de vino- se llamaba “qiddush”, vocablo que tiene que ver, pues de la misma raíz con “qadosh”, “santo”.

La afirmación de que Pablo transmite el contenido de una visión por él tenida respecto a la institución eucarística y al modo de entender la Última cena, enciende las alarmas de la Iglesia, católica sobre todo, porque en el fondo pone en duda la historicidad de lo que cuentan los Evangelios, a saber que fue Jesús mismo el que instituyó la eucaristía y ordenó a sus discípulos que repitieran el acto en su memoria, cosa que cumplió la Iglesia primitiva, la cual transmitió esta doctrina a Pablo.

Insisto, pues, en que el Apóstol, -según esta opinión que acepta la traducción B.- sólo estaría transmitiendo una tradición, algo que él previamente había recibido de la Iglesia de jerusalén, oralmente.

El fundamento científico de esta afirmación tan importante y tan tradicional –pero que contraría el sentido obvio del texto, en mi opinión- es que Pablo está utilizando unos términos técnicos propios de los judíos:

“recibir” y “entregar/transmitir” (en griego paralambánein / hebreo qibel – gr. paradidónai / heb. masar),

que se usan en ambiente rabínico sólo para expresar el acto de transmisión de tradiciones previas comunitarias. De ahí que este pasaje “Porque yo recibí del Señor lo que os transmito…” se suela traducir de un modo como el qu he copiado en la versión B. de arriba. He aquí, por ejemplo, la traducción de Juan Mateos:


“Porque lo mismo que yo recibí, y que venía del Señor, os lo transmití a vosotros” ( Biblia Alonso-Shökel/Mateos; Nuevo Testamento por J. Mateos de Editorial Cristiandad, Madrid).


Esta versión al castellano no es, sin embargo, literal, sino interpretativa y en mi opinión errónea, porque se basa en un doble supuesto, que creo erróneo:

1. Que el verbo griego paralambánein (“recibir”), o cualquier otro que signifique “aprender” u “oír”, si va seguido de la preposición griega “pará” (= “de parte de”, en este caso) significa que el acto de “recibir” tiene lugar directamente, por una persona que está inmediatamente al lado del emisor.

Por el contrario, si el verbo paralambánein, o cualquier otro que signifique “aprender” u “oír”, va seguido por la preposición griega “apó” (de significado igual en apariencia = “de parte de”, en este caso), tiene el matiz en lengua griega de que el acto de la recepción viene de una persona lejana al receptor, es decir, que puede haber un eslabón intermedio o interpuesto en la recepción.

Entonces se argumenta: en el caso de 1 Cor 11,23 Pablo utiliza “paralambánein apó”; se trata por tanto de una recepción del Señor indirecta, es una tradición de la iglesia -eslabón intermedio- recibida por Pablo que procede en último término del Señor Jesús. Es decir -sintetizo- con verbos de “aprender o recibir” el uso de la preposición “apó” significa o tiene le matiz de “lejanía” y el uso de “pará” de “cercanía” o inmediatez.

Es así que Pablo en 1 Cor 11,23 usa paralambánein apó, luego es un recibir “lejano”, a través de un intermediario.

2. Segundo argumento en favor de la traducción tradicional:

El mero uso de los términos griegos paralambánein (“recibir”) y paradidónai (“transmitir”), independiente incluso del uso de la preposición (ya sea pará o apó, de por sí está tan consagrado entre los rabinos judíos (y Pablo era uno de ellos) para indicar que se transmite algo recibido por tradición, que la institución de la eucaristía no puede considerarse revelación del Señor a Pablo (= transmisión directa), sino recepción por parte de Pablo de una tradición que viene de la Iglesia, en concreto de la Iglesia primitiva de Jerusalén o indirectamente de la de Antioquía, o de la de Damasco, comunidades en donde él, Pablo, estuvo.

Como digo, ambos argumentos A. y B. me parecen erróneos, y lo veremos en la nota siguiente.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

……

En el otro blog, “El blog de Antonio Piñero”, el tema tratado es:

“Nuevos fragmentos del Evangelio de Judas”

De nuevo saludos.




Miércoles, 2 de Diciembre 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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