CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero



El fenómeno de la divinización de un ser humano en el mundo griego puede aclararse por la tendencia general --más perceptibles en ciertos pueblos como los de Asia Menor donde debía de haber un sustrato religioso previo que predisponía para ello— a que las gentes honren espontáneamentea los políticos poderosos en tanto en cuanto se muestran benefactores.

Sobre todo podría ocurrir en momentos (desde la época de los sofistas siglo V y después) de crisis religiosa y de aumento de la sensación de que la ciudad-estado no ofrecía ya la protección de antes, por el fenómeno de una cierta globalización. En parte también podría haber ayudado el que Alejandro Magno, que era el liberador de Grecia (en Asia Menor) de la tiranía de la dominación persa, visitara Egipto y allí quedara impresionado por el culto al Faraón, como hijo de Isis/Osiris y encarnación de Horus. Como veremos en su momento, debió de aplicarse a sí mismo este concepto como conquistador de Egipto y, por tanto, sucesor de los faraones. Es posible que comenzara ya a circular la especie que era hijo de Zeus y de Olimpia, su madre, esposa de Filipo II de Macedonia

De cualquier una explicación de este tipo es un tanto extraña en principio, ya que en Grecia, incluida la parte de Asia Menor (= Jonia), siempre se había distinguido entre hombre y dioses. El lema “Conócete a ti mismo” no debe entenderse como suele hacerse hoy (conocerse psicológicamente como autoayuda o comprensión y buen gobierno de la persona), sino como una admonición a cualquier mortal para que no cayera en un acto de desmesura (griego “hybris”) y para que no llegara ni a pensar siquiera que podía considerarse como un ente cercano a los dioses.

Por tanto, volviendo al tema anterior es más que probable que el origen al culto semididivno o divino a humanos en vida tenga que ver con la sensación de agradecimiento por los beneficios prestados. Esta acción benéfica es lo que se denomina técnicamente “evergetismo” (del griego “eu/ev” (bueno/bien” y ergates, “obrador” = hacedor del bien -- > benefactor). Desde Lisandro (402 a.C.), como vimos ciertos benefactores recibieron honores en vida, como sacrificios, poesías e himnos en su honor, comidas comunales y estatuas…

Pero Aristóteles en la Retórica (I 5,9) dice expresamente que tales sacrificios no se hacían a los benefactores sino por los benefactores. Ahora bien,, el mismo filósofo tiene que aceptar que a veces se les ofrecían a los humanos cosas que rayaban en la adoración "al estilo de los bárbaros", como la “proskínesis” (arrodillarse ante una persona) y manifestaciones de júbilo extático, como gritos orgiásticos en medio de himnos y sonidos de tambores. Pero, en verdad, lo que funcionaba era el “do ut des” (“te doy para que me des) que pertenece a la esencia del sacrificio en todas las religiones: dar culto a la divinidad a cambio de beneficios.


El caso de Diodoro Pásparo

Una especie de puente entre el “evergetismo” o beneficencia y el culto a los héroes –-que consideraremos a continuación-- puede verse en la ciudad de Pérgamo en torno al 70 a.C. Son las honras concedidas a Diodoro Pásparo en su ciudad, Pérgamo, por haber coseguido de Roma la liberación de pesadísimos tributos y por haber restaurado el gimnasio de la ciudad a su costa. Las inscripciones, monedas y restos arqueológicos encontrados llevan a concluir que desde esa fecha se dedicó a Diodoro un lugar de culto, el “Didoreion”, con un altar, una estatua, ya en vida.

Había además un edificio de culto con una sala de reuniones (¿para las comidas sagradas en su honor?) y ciertamente un auditorio para unas 120 personas en donde se recitaban himnos laudatorios a su persona. Se había nombrado un sacerdote para oficiar los cultos. En el año 17 d.C. se hicieron tareas de restauración del lugar de culto que duró nada menos que hasta el siglo III d.C.


Hombres divinos


A pesar de las discusiones modernas sobre si existía o no en la Antigüedad un tipo concreto de ser humano al que se denominaba “divino” (en griego theios anér), lo cierto es que el concepto difuso de que había humanos que participaban de la divinidad existía claramente tanto en la época precristiana como durante los primeros siglos. Había tendencia a caer en la desmesura. La gente helénica creía que la fuerza y las cualidades divinas se hacían visibles en ciertos hombres como filósofos, poetas, adivinos, médicos incluso y taumaturgos. Existían ciertos individuos extraordinarios que, según la opinión general de los antiguos greigos, albergaban en su interior un don especial del poder de la divinidad. O por lo menos las gentes creían que se daba un tipo del "hombre divino", que mantenía una relación especial con un dios o los dioses, y de los que decía recibir sus “poderes” y conocimientos.

Como muestra: la tradición dice que el filósofo Empédocles (485-425 a.C.) decía: “Voy por todas partes como un dios inmortal, ya no soy un mortal y todos, como conviene me honran…” No hay aquí ni altares ni sacrificios, y probablemente esas honras quedaban restringidas al ámbito de los seguidores, pero se ve que las gentes creían en la “encarnación” de las cualidades divinas, impulsadas u otorgadas por un dios, en los seres humanos.

Otros casos de “hombres divinos” conocidos son Alejandro de Abonutico, Peregrino Proteo y sobre todo Apolonio de Tiana. Especialmente este último, que floreció en época de Nerón, fue idealizado después de su muerte; su “biografía”, escrita por Filóstrato apareció a principios del siglo III d.C.


Evémero de Mesena (340-260 a.C.)

Ciertamente a la fe en la existencia de hombres divinos ayudaba el que los griegos se imaginaban el mundo de los dioses de un modo antropomorfo, como es archisabido. Evémero, en su utopía/novela “La inscripción sagrada” dice que había descubierto en la isla Panjea, una columna que llevaba una inscripción en donde aparecían los nombres de Urano, Crono y Zeus. Afirmaba que eran antiguos reyes, seres humanos totalmente, que por su sabiduría y dotes especiales habían sido a su muerte considerados dioses. Y que la divinización había empezado haciéndoles estatuas en su honor y luego rindiéndoles culto, etc.

Esta es la conocida teoría evemerista del origen de los dioses. Es posible que Evémero intentara explicar con esta doctrina cómo había nacido el culto a los soberanos, o incluso que quisiera fundamentar tal culto como posible o deseable históricamente, pues se sabe que Evémero estuvo unos años (311-298) al servicio del rey Casandro. También es posible que los mandatarios y los tiranos antiguos tomaran la receta: hacerse estatuas por doquier, exigir que se les erigiera altares de modo que aumentara la base de su poder al gozar de algún modo de honores divinos.

Seguiremos
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com


Sábado, 26 de Marzo 2011


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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