Notas
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro
Homilía III Sobre el concepto de Dios El contexto del debate entre Pedro y Simón Mago es el concepto de Dios y sus naturales consecuencias. El Dios creador descrito en las páginas bíblicas es, en opinión de Simón, inferior al Dios supremo, ignorante y lleno de aspectos dignos de reproche. Esta apreciación choca frontalmente con la doctrina de Pedro. En ella tienen ambos contrincantes el objeto de sus diferencias y la base de sus enfrentamientos. Los demás aspectos no serán nada más que consecuencias de estas posturas básicas, pero definitivas. Posibles actitudes del hombre frente a Dios La actitud del hombre frente a Dios oscila entre la piedad y la impiedad. El que es piadoso tiene abiertas las puertas de la salvación aunque sea pecador. Porque tiene siempre el corazón de Dios dispuesto al perdón, como tienen abierto el camino de la penitencia y el arrepentimiento por sus errores. Por el contrario, “ no pueden existir para siempre los que fueron impíos con el Dios único y eterno” (III 6,5). Pedro deja claro el concepto de impiedad y sus efectos: “La impiedad contra Dios es que alguien que está en el contexto de la religión muera diciendo que existe otro dios, ya sea mayor, ya menor o como quiera que sea al margen del que realmente existe” (III 7,1). Detrás de estas palabras de Pedro resuenan las que definen al Dios que predica Simón. Existe otro Dios distinto y superior al Dios de la creación, piensa Simón, cuando Pedro proclama que solamente existe un Dios, el de los judíos, proclamado en las páginas de la Sagrada Escritura. Es el Dios que creó al hombre a su imagen y semejanza. El hombre es, por tanto, portador de la imagen de Dios. Este detalle confiere al hombre una dignidad que hace que la creación entera esté dispuesta a servirle como rey que es de todas las cosas creadas. Es una realidad que Dios favoreció al hombre sobre todas las cosas hasta el punto de preparar para él los medios para que pueda conseguir la salvación eternidad. Proyectos del diablo y de Simón Mago Frente a estos planes divinos, el diablo tiene un proyecto de engaño y perdición para el hombre, similar y paralelo a los deseos y actitudes de Simón Mago. Los hombres ignorantes son víctima de esos engaños que llenan el alma de muchos hombres de creencias absurdas en multitud de dioses que los apartan de la vía de la verdad y acaban apartándolos de la salvación eterna. Pedro y los demás apóstoles luchan para contrarrestar estos proyectos y predicar la unidad de un Dios, poderoso, bondadoso y justo. Incertidumbre de las Escrituras Uno de los puntos de partida de los dos contendientes es la confianza en el texto de las Escrituras. En ellas ha puesto Dios la prueba de la fidelidad de los lectores. No faltan quienes leen y alaban afirmaciones contra Dios o interpretan los textos según criterios torcidos. En interpretación de Pedro, la doctrina de Simón era de esa clase. Ésta es la prueba: “Simón, que iba a disputar con nosotros al día siguiente, deseando actuar con osadía contra el poder soberano de Dios, procuraba presentar muchos textos sacados de las mismas Escrituras. Decía que existen muchos dioses, uno de los cuales no es el que ha creado el mundo, sino superior a él. A la vez trata de presentar pruebas de la Escritura. Nosotros podemos presentar claramente muchos pasajes de la Escritura, que afirman que el único Dios es éste, el que ha creado el mundo, y que no hay otro además de él. Pero si alguien deseara afirmar algo distinto, tendrá que presentar también las pruebas de la Escritura como quiera y sobre lo que quiera. Pues las Escrituras dicen todas las cosas, para que nadie de los que buscan sin discreción encuentre la verdad, sino lo que quiere, porque la verdad está reservada para los discretos. Pues la buena disposición consiste en conservar el amor hacia el que fue autor de nuestra existencia” (III 10,1-4). Una vez más, el Profeta de la verdad La incertidumbre de las Escrituras posibilita el hecho de una interpretación diferente. Pero ya dejó Pedro una respuesta decisiva rechazando como falsedad cualquier afirmación contraria a la unidad y la bondad de Dios. Más todavía, el criterio de verdad es la doctrina del Profeta verdadero. Ese Profeta verdadero o de la verdad “es aquel que sabe todo siempre, incluso los pensamientos de todos, infalible, como bien informado sobre el juicio de Dios” (III 11,1). Su palabra es garantía decisiva de la Verdad con mayúscula. El Profeta verdadero será en definitiva Jesús, el Cristo, el enviado del Padre, el que vino al mundo para dar testimonio de la verdad, cuya consumación será la salvación eterna de los elegidos. Hay personas que predicen o vaticinan sucesos del futuro. Así son los médicos que pueden predecir realidades sobre la situación del enfermo basándose en detalles como el pulso. Otros se servían de aves, víctimas, vísceras. Se trata de las distintas formas de adivinar empleadas en la antigüedad. El Profeta no necesitaba de otra cosa sino de su ciencia previa a los hechos, signo infalible del carácter de un profeta verdadero. Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro
Lunes, 6 de Enero 2014
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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