Bitácora
Reproducimos a continuación el artículo publicado por la Revista de Economía Mundial, núm. 32, 2012, sobre el editor de nuestro blog de Economía. In Memoriam.
Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, Vicepre-sidente de la Sociedad de Economía Mundial (SEM), Director del Grupo de Investigación “Las PYMES y el desarrollo económico”, autor de más de 200 publicaciones.
Joaquín J. Guzmán Cuevas murió el 25 de agosto de 2012, después de una enfermedad de ocho meses. Trabajador incansable, también sabía encontrar tiempo para disfrutar con sus amigos y familiares. Gran amigo de sus amigos, siempre estaba dispuesto a ayudar, a escuchar, a animar, a tomar una copa con cualquiera que lo necesitara. Una persona con grandes valores muy afian-zado entre los que nunca encontramos el dinero o el poder. Un hombre con una gran humanidad.
Pero junto a sus cualidades personales, tan destacadas y admiradas por todos los que lo conocimos, destaca su valor profesional. Su gran vocación uni-versitaria, su inteligencia, su tesón y su pasión hicieron del profesor Guzmán un gran investigador y un gran docente.
Destacan sus investigaciones sobre el sistema financiero como factor de desarrollo en las zonas periféricas. Ahora que tanto se denosta a las cajas de ahorro, él demostró su gran influencia para que el flujo del crédito pueda cir-cular donde la gran banca comercial no llega. Sin mucho debate, se ha hecho desaparecer en España este instrumento, al contrario de lo que está haciendo Alemania donde se defiende con uñas y dientes las cajas de ahorro de los Landes y las protegen incluso de la supervisión de la unión bancaria europea en cierne. Seguramente las echaremos de menos en el futuro.
Otro tema al que Joaquín Guzmán contribuyó desde su investigación han sido las PYMES, de nuevo como motor de desarrollo. La mayoría de los estu-dios, hasta hace algunas décadas, no se ocupaban de las pequeñas y media-nas empresas a pesar de aportar más del 80% de la producción; se ocupaban de las grandes empresas. El profesor Guzmán, sin embargo, se ocupó de las PYMES y particularmente del empresario como actor económico primordial en nuestro sistema económico.
Las cualidades, la calidad del empresario, no habían sido un tema de interés fundamental a pesar de aportaciones tan im-portantes como las de Shumpeter. La pregunta de fondo que le motivó era: porqué en Andalucía, que tiene tantos o más empresarios que en Cataluña, su desarrollo y su actividad productiva es muy inferior. Así, después de estudiar el factor financiero como primera explicación y no lograr explicar el problema, dado que en Andalucía con niveles de ahorro grande a lo largo de la historia de los últimos siglos, esos ahorros se fueron a Cataluña entre otros lugares, para financiar sus inversiones. Ello le llevó a analizar la estructura productiva, donde descubrió la importancia del tamaño de las empresas y sobre todo de la calidad de los empresarios y sus cualidades más destacadas: poca aversión al riesgo, poco miedo al fracaso, creatividad, control interno, confianza en sí mismos, optimismo… Los problemas de déficit en infraestructura y de educa-ción también fueron estudiados; aunque él consideraba que un empresario era capaz de superar todos esos otros problemas si tenía las cualidades necesa-rias para el emprendimiento.
De ahí, en la última etapa de su vida, dedicó bastante tiempo a una nueva línea de investigación relacionada con los valores, con la importancia de la ética en la economía. El profesor Guzmán consideraba que al final en esen-cia todo se reduce a los valores que informan el sistema económico. Escribió trabajos importantes sobre este tema que nos lleva a diferenciar los especula-dores de los empresarios productivos, por ejemplo. Él consideraba que detrás de esta como de otras crisis económico-financieras hay un problema de ética, de buscar el máximo beneficio a cualquier precio, de creer que el poder y el dinero lo es todo en la vida y hay que buscarlo sometiendo todo lo demás. Sin embargo, cualquier buen empresario sabe que si quieres mantener tu negocio en el largo plazo, necesitas mantener una ética muy depurada con tus clientes, tus proveedores, tus trabajadores… Porque la base de los negocios es la con-fianza, y hay que ganársela día a día.
En definitiva, Joaquín J. Guzmán Cuevas fue un investigador germinal que ha dejado abiertas varias líneas de investigación importantes que continuarán los miembros de su grupo de investigación y otros muchos que no teniendo una relación tan directa con él fueron ayudados y orientados y lo seguirán siendo con sus publicaciones. A Joaquín, como a tantos de nosotros, le tocó forjar el tránsito de la vieja universidad española con bastante desidia inves-tigadora a la nueva, volcada y conectada con la más excelente investigación internacional.
Pero no fue solo un gran investigador, fue también un gran docente. Disfru-taba con sus alumnos, aunque a veces protestaba porque le quitaban tiempo cuando estaba enfrascado con una investigación que le absorbía. De hecho, he recibido muchos comentarios de alumnos que le recuerdan y le aprecian, no sólo por su trasmisión de conocimiento, sino también por su transmisión de valores y consejos para la vida. Me dicen que ayudaba a “hacer personas”, además de ayudar a “hacer economistas brillantes”.
Joaquín J. Guzmán Cuevas murió el 25 de agosto de 2012, después de una enfermedad de ocho meses. Trabajador incansable, también sabía encontrar tiempo para disfrutar con sus amigos y familiares. Gran amigo de sus amigos, siempre estaba dispuesto a ayudar, a escuchar, a animar, a tomar una copa con cualquiera que lo necesitara. Una persona con grandes valores muy afian-zado entre los que nunca encontramos el dinero o el poder. Un hombre con una gran humanidad.
Pero junto a sus cualidades personales, tan destacadas y admiradas por todos los que lo conocimos, destaca su valor profesional. Su gran vocación uni-versitaria, su inteligencia, su tesón y su pasión hicieron del profesor Guzmán un gran investigador y un gran docente.
Destacan sus investigaciones sobre el sistema financiero como factor de desarrollo en las zonas periféricas. Ahora que tanto se denosta a las cajas de ahorro, él demostró su gran influencia para que el flujo del crédito pueda cir-cular donde la gran banca comercial no llega. Sin mucho debate, se ha hecho desaparecer en España este instrumento, al contrario de lo que está haciendo Alemania donde se defiende con uñas y dientes las cajas de ahorro de los Landes y las protegen incluso de la supervisión de la unión bancaria europea en cierne. Seguramente las echaremos de menos en el futuro.
Otro tema al que Joaquín Guzmán contribuyó desde su investigación han sido las PYMES, de nuevo como motor de desarrollo. La mayoría de los estu-dios, hasta hace algunas décadas, no se ocupaban de las pequeñas y media-nas empresas a pesar de aportar más del 80% de la producción; se ocupaban de las grandes empresas. El profesor Guzmán, sin embargo, se ocupó de las PYMES y particularmente del empresario como actor económico primordial en nuestro sistema económico.
Las cualidades, la calidad del empresario, no habían sido un tema de interés fundamental a pesar de aportaciones tan im-portantes como las de Shumpeter. La pregunta de fondo que le motivó era: porqué en Andalucía, que tiene tantos o más empresarios que en Cataluña, su desarrollo y su actividad productiva es muy inferior. Así, después de estudiar el factor financiero como primera explicación y no lograr explicar el problema, dado que en Andalucía con niveles de ahorro grande a lo largo de la historia de los últimos siglos, esos ahorros se fueron a Cataluña entre otros lugares, para financiar sus inversiones. Ello le llevó a analizar la estructura productiva, donde descubrió la importancia del tamaño de las empresas y sobre todo de la calidad de los empresarios y sus cualidades más destacadas: poca aversión al riesgo, poco miedo al fracaso, creatividad, control interno, confianza en sí mismos, optimismo… Los problemas de déficit en infraestructura y de educa-ción también fueron estudiados; aunque él consideraba que un empresario era capaz de superar todos esos otros problemas si tenía las cualidades necesa-rias para el emprendimiento.
De ahí, en la última etapa de su vida, dedicó bastante tiempo a una nueva línea de investigación relacionada con los valores, con la importancia de la ética en la economía. El profesor Guzmán consideraba que al final en esen-cia todo se reduce a los valores que informan el sistema económico. Escribió trabajos importantes sobre este tema que nos lleva a diferenciar los especula-dores de los empresarios productivos, por ejemplo. Él consideraba que detrás de esta como de otras crisis económico-financieras hay un problema de ética, de buscar el máximo beneficio a cualquier precio, de creer que el poder y el dinero lo es todo en la vida y hay que buscarlo sometiendo todo lo demás. Sin embargo, cualquier buen empresario sabe que si quieres mantener tu negocio en el largo plazo, necesitas mantener una ética muy depurada con tus clientes, tus proveedores, tus trabajadores… Porque la base de los negocios es la con-fianza, y hay que ganársela día a día.
En definitiva, Joaquín J. Guzmán Cuevas fue un investigador germinal que ha dejado abiertas varias líneas de investigación importantes que continuarán los miembros de su grupo de investigación y otros muchos que no teniendo una relación tan directa con él fueron ayudados y orientados y lo seguirán siendo con sus publicaciones. A Joaquín, como a tantos de nosotros, le tocó forjar el tránsito de la vieja universidad española con bastante desidia inves-tigadora a la nueva, volcada y conectada con la más excelente investigación internacional.
Pero no fue solo un gran investigador, fue también un gran docente. Disfru-taba con sus alumnos, aunque a veces protestaba porque le quitaban tiempo cuando estaba enfrascado con una investigación que le absorbía. De hecho, he recibido muchos comentarios de alumnos que le recuerdan y le aprecian, no sólo por su trasmisión de conocimiento, sino también por su transmisión de valores y consejos para la vida. Me dicen que ayudaba a “hacer personas”, además de ayudar a “hacer economistas brillantes”.
En definitiva, se ha ido un gran profesional de la investigación y la docen-cia, un gran universitario; pero sobre todo, y aunque suene a tópico, se nos ha ido una gran persona, un gran amigo.
Desde aquí estas sencillas notas de condolencia, pero sobre todo, de agra-decimiento por todo lo que nos ha legado; desde esta revista que él ayudo a fundar y a mantener, nuestro homenaje.
Manuela A. de Paz Báñez
Fuente
Bitácora
Un filósofo español del pasado siglo venía a señalar con certeras palabras algo perfectamente aplicable, hoy, al mundo económico: “no sabemos lo que nos pasa, y eso es precisamente lo que nos pasa, que no sabemos lo que nos pasa”.
En el ámbito económico, desde 2007, atravesamos una grave crisis económica a nivel internacional que, me temo, no sabemos todavía de dónde viene. Este año 2012, en España, en la Unión Europea y en el G20 se viene hablando de un rescate para el sistema bancario nacional. Todo el mundo, desde el presidente Obama hasta el ciudadano de a pie, está preocupado porque España necesita más de 50.000 millones de euros según las agencias privadas (Oliver Wyman y Roland Berger) para la capitalización de algunas entidades financieras (Bankia, Caixanova, Caja de ahorros del Mediterráneo…), lo cual ha sembrado una situación de incertidumbre en responsables políticos españoles, europeos y americanos. Ante ello, habría que preguntarse por qué ocurre esto o, como diría Ortega y Gasset, “qué es lo que nos pasa”, por qué está en quiebra un grupo tan importante de cajas de ahorros como Bankia que agrupaba entre otras a las poderosas Caja Madrid y Bancaja.
Trabajé como administrativo y, posteriormente, como ejecutivo en el sector de las cajas de ahorros españolas en los años 70 y principios de los 80. En aquella época, estaba muy controlado por parte de la autoridad monetaria el mundo de las cajas de ahorros (saving-bank) y de las entidades de crédito en general. Periódicamente, el Banco de España y los restantes bancos centrales cuidaban muy de cerca el nivel de riesgo y de solvencia de las entidades financieras, de tal manera, que éstas no podían prestar más de, digamos, el 90% de los depósitos y recursos ajenos que captaban. Por ello, el negocio bancario y financiero en general era un negocio privilegiado. Nunca se invertía más de lo que se tenía y, por tanto, el negocio de las cajas y de los bancos era un negocio seguro y rentable. Daba no sólo para mantener la viabilidad de las entidades financieras, sino también para crear fundaciones y obras sociales y benéficas que aliviaban buena parte de las situaciones sociales de la economía nacional e internacional. Era prácticamente imposible que una entidad financiera cayera en problemas de insolvencia, excepto que se hubiera obrado con mala fe o se hubiera caído en problemas contables fraudulentos.
De aquella situación de hace 30 años hasta ahora mucho han cambiado las cosas. No han sido pocas las entidades financieras que han pasado por dificultades y han necesitado que las fusionaran con otra mayor o que recibieran grandes cantidades de dinero para fortalecer su capital y recursos propios. Ya no nos acordamos, pero en el año 2009 y 2010 se han dedicado en el mundo más de 120.000 millones de dólares y/o euros para reforzar los recursos propios de bancos y cajas para evitar de esta forma el pánico bancario, los corralitos y el temor inusitado de los ahorradores que ven perder su dinero. El ciudadano ha visto cómo han desaparecido muchas sucursales bancarias, le están cobrando comisiones en conceptos de cualquier tipo y tener el dinero en la entidad (lo cual antes era rentable y seguro) ahora se ha convertido en algo fastidioso con costes cada vez más insoportables. Lo que ha ocurrido es que, desde los años 80, la desregularización bancaria inspirada por Thatcher y Reagan ha convertido los intercambios financieros en poco menos que en una selva sin orden en la que la avaricia y la codicia ha ocupado un primer lugar. Ello ha coincidido con una burbuja inmobiliaria absolutamente inusitada y perjudicial para la sociedad. A las cajas de ahorros, incluso las medianas y las pequeñas, se han acercado promotores, constructores y especuladores de pisos. Casi todos fueron recibidos con los brazos abiertos en las oficinas bancarias. El motivo era que casi todas estas operaciones eran muy rentables y la codicia de los directivos financieros no tenía límite. A muchos ahorradores se les ofrecían hipotecas mucho más allá de lo necesario, con lo cual todos salían ganando mientras durase la burbuja financiera.
En 2007 se detectaron los primeros síntomas del pinchazo de la burbuja y empezó a despeñarse todo el edificio artificial que se había creado en los años anteriores. Como consecuencia de la avaricia de directivos de cajas y bancos, aunque éstos fueran pequeños, se sobrepasaban ampliamente los límites de crédito prudentes y la forma de financiarlos no era ya a través de depósitos y recursos ajenos captados, que estaban ya agotados, sino acudir a los mercados mayoristas internacionales. Se producía así el endeudamiento de muchas cajas y bancos que al cabo del tiempo se convertía en insoportable. El problema de la solvencia, por tanto, de éstas entidades no ha venido sólo por la morosidad de muchos clientes, que también, sino por la imposibilidad de pagar las enormes deudas en que han incurrido con los mercados financieros internacionales. De esta manera, la forma de cubrir esos enormes agujeros financieros no ha sido otra que recurrir a fondos públicos dado que el Estado es el garante de todo el sistema.
Como se sabe, estos fondos públicos adquieren la forma de miles de parados, rebaja del sueldo de los funcionarios, disminución de gastos sociales para la educación y sanidad, copago, menos infraestructuras y menos cooperación internacional al desarrollo. En definitiva, el ciudadano de a pie paga la avaricia, los errores e incluso la ignorancia de muchos políticos y responsables financieros. He ahí otra razón para la injusticia y la indignación social que se está produciendo en Europa y en todo Occidente.
En el ámbito económico, desde 2007, atravesamos una grave crisis económica a nivel internacional que, me temo, no sabemos todavía de dónde viene. Este año 2012, en España, en la Unión Europea y en el G20 se viene hablando de un rescate para el sistema bancario nacional. Todo el mundo, desde el presidente Obama hasta el ciudadano de a pie, está preocupado porque España necesita más de 50.000 millones de euros según las agencias privadas (Oliver Wyman y Roland Berger) para la capitalización de algunas entidades financieras (Bankia, Caixanova, Caja de ahorros del Mediterráneo…), lo cual ha sembrado una situación de incertidumbre en responsables políticos españoles, europeos y americanos. Ante ello, habría que preguntarse por qué ocurre esto o, como diría Ortega y Gasset, “qué es lo que nos pasa”, por qué está en quiebra un grupo tan importante de cajas de ahorros como Bankia que agrupaba entre otras a las poderosas Caja Madrid y Bancaja.
Trabajé como administrativo y, posteriormente, como ejecutivo en el sector de las cajas de ahorros españolas en los años 70 y principios de los 80. En aquella época, estaba muy controlado por parte de la autoridad monetaria el mundo de las cajas de ahorros (saving-bank) y de las entidades de crédito en general. Periódicamente, el Banco de España y los restantes bancos centrales cuidaban muy de cerca el nivel de riesgo y de solvencia de las entidades financieras, de tal manera, que éstas no podían prestar más de, digamos, el 90% de los depósitos y recursos ajenos que captaban. Por ello, el negocio bancario y financiero en general era un negocio privilegiado. Nunca se invertía más de lo que se tenía y, por tanto, el negocio de las cajas y de los bancos era un negocio seguro y rentable. Daba no sólo para mantener la viabilidad de las entidades financieras, sino también para crear fundaciones y obras sociales y benéficas que aliviaban buena parte de las situaciones sociales de la economía nacional e internacional. Era prácticamente imposible que una entidad financiera cayera en problemas de insolvencia, excepto que se hubiera obrado con mala fe o se hubiera caído en problemas contables fraudulentos.
De aquella situación de hace 30 años hasta ahora mucho han cambiado las cosas. No han sido pocas las entidades financieras que han pasado por dificultades y han necesitado que las fusionaran con otra mayor o que recibieran grandes cantidades de dinero para fortalecer su capital y recursos propios. Ya no nos acordamos, pero en el año 2009 y 2010 se han dedicado en el mundo más de 120.000 millones de dólares y/o euros para reforzar los recursos propios de bancos y cajas para evitar de esta forma el pánico bancario, los corralitos y el temor inusitado de los ahorradores que ven perder su dinero. El ciudadano ha visto cómo han desaparecido muchas sucursales bancarias, le están cobrando comisiones en conceptos de cualquier tipo y tener el dinero en la entidad (lo cual antes era rentable y seguro) ahora se ha convertido en algo fastidioso con costes cada vez más insoportables. Lo que ha ocurrido es que, desde los años 80, la desregularización bancaria inspirada por Thatcher y Reagan ha convertido los intercambios financieros en poco menos que en una selva sin orden en la que la avaricia y la codicia ha ocupado un primer lugar. Ello ha coincidido con una burbuja inmobiliaria absolutamente inusitada y perjudicial para la sociedad. A las cajas de ahorros, incluso las medianas y las pequeñas, se han acercado promotores, constructores y especuladores de pisos. Casi todos fueron recibidos con los brazos abiertos en las oficinas bancarias. El motivo era que casi todas estas operaciones eran muy rentables y la codicia de los directivos financieros no tenía límite. A muchos ahorradores se les ofrecían hipotecas mucho más allá de lo necesario, con lo cual todos salían ganando mientras durase la burbuja financiera.
En 2007 se detectaron los primeros síntomas del pinchazo de la burbuja y empezó a despeñarse todo el edificio artificial que se había creado en los años anteriores. Como consecuencia de la avaricia de directivos de cajas y bancos, aunque éstos fueran pequeños, se sobrepasaban ampliamente los límites de crédito prudentes y la forma de financiarlos no era ya a través de depósitos y recursos ajenos captados, que estaban ya agotados, sino acudir a los mercados mayoristas internacionales. Se producía así el endeudamiento de muchas cajas y bancos que al cabo del tiempo se convertía en insoportable. El problema de la solvencia, por tanto, de éstas entidades no ha venido sólo por la morosidad de muchos clientes, que también, sino por la imposibilidad de pagar las enormes deudas en que han incurrido con los mercados financieros internacionales. De esta manera, la forma de cubrir esos enormes agujeros financieros no ha sido otra que recurrir a fondos públicos dado que el Estado es el garante de todo el sistema.
Como se sabe, estos fondos públicos adquieren la forma de miles de parados, rebaja del sueldo de los funcionarios, disminución de gastos sociales para la educación y sanidad, copago, menos infraestructuras y menos cooperación internacional al desarrollo. En definitiva, el ciudadano de a pie paga la avaricia, los errores e incluso la ignorancia de muchos políticos y responsables financieros. He ahí otra razón para la injusticia y la indignación social que se está produciendo en Europa y en todo Occidente.
Bitácora
El ciudadano de la calle ha empezado a escuchar, pero no a entender, que países soberanos como Grecia, Portugal e Irlanda están en suspensión de pagos y necesitan unos “rescates” millonarios para intentar salir de la situación. Lógicamente, los ajustes que exigen esos “rescates” se traducen en subidas de impuestos, despidos de funcionarios, y duros recortes sociales –menos dinero para educación, salud, pensiones, cobertura de paro, etc.- Todo ello supone un coste humano muy fuerte para la mayor parte de la población: más paro, menos renta y menos capacidad de consumo.
Ante esta situación que no solamente afecta a los tres países señalados, sino que en mayor o menor medida esas políticas de ajuste se aplican en toda la Unión Europea, el ciudadano se pregunta con insistencia: ¿por qué estamos así? ¿tanto poder tienen esos mercados?
Respecto a la primera pregunta, caben al menos dos respuestas que vienen a explicar el enorme déficit público en el que han incurrido los países europeos (y también EE.UU.).
En primer lugar, es cierto que los gobiernos han gastado con excesiva alegría, y en algunos casos se ha derrochado dinero público en conceptos sin justificación, de escasa eficiencia, cuando no con fuertes dosis de fraude y corrupción.
En segundo lugar, no es menos cierto que los gobiernos han tenido que dedicar muchos millones de euros (o dólares) a sanear las entidades financieras que entraron en graves dificultades cuando estalló la crisis financiera en el verano de 2007. Las entidades financieras, a pesar de ser empresas privadas, no son empresas como las demás. Cuando una empresa, grande o pequeña, quiebra es, sin duda, un gran problema, pero ese gran problema, se limita a los acreedores, a los proveedores y muy especialmente a los empleados que quedan en el paro. Indudablemente se produce un coste humano muy importante. Pero cuando una entidad financiera tiene dificultades, no se le puede dejar caer, pues al ser el soporte de la política monetaria y sobre todo, al afectar a la confianza de todo el sistema, sus efectos irían mucho más allá de sus límites empresariales. De ahí que esté plenamente justificado el uso de recursos públicos en los casos de crisis bancaria. Otra cosa es bajo qué condiciones se procede a la intervención del banco central. Obviamente, para financiar esas enormes sumas de recursos, los estados han tenido que salir a los mercados internacionales para canalizar los fondos hacia los bancos y cajas de ahorro en dificultades.
De lo anterior se puede vislumbrar la contestación a la segunda pregunta: los estados nacionales han pedido mucho dinero a los mercados financieros internacionales y poco a poco han situado a éstos en una posición de preponderancia respecto a ellos mismos. Eso es cierto, pero no es menos cierto que los agentes financieros (fondos de inversión, fondos de pensiones, bancos, hedge funds, etc.) que actúan en esos mercados internacionales son los mismos que provocaron la enorme burbuja que, a su vez, propició las crisis que ahora estamos padeciendo.
Esos agentes, que en su día prestaron con excesiva alegría, y crearon las hipotecas basuras y otros activos tóxicos, son los mismos que ahora exigen a los estados la puntual devolución de los fondos prestados y aplican elevados tipos de interés y altas primas de riesgo cuando aprecian que el estado, es decir la sociedad, está en dificultades.
Cuando el estallido de la crisis obligó a reunirse al G-20 con el propósito de reformar los mercados financieros ( e incluso, según afirmó el presidente Sarkozy, para reformar el propio sistema capitalista), parecía que se iba a atajar de raíz el problema. A muchos se nos despertó la esperanza de que de una vez por todas, se cambiara el sistema, se regularizasen los mercados financieros, se acabara de verdad con los paraísos fiscales, se controlara a las agencias de rating, se aplicasen tasas impositivas a los enormes beneficios obtenidos en los mercados especulativos, se pusiese límites a la burbuja financiera internacional…Pero desgraciadamente, tres años después apenas se ha hecho nada en esas cumbres del G-20 y los agentes financieros que actúan en los mercados no solamente controlan las finanzas internacionales sin límite alguno, sino que, por primera vez en la historia, están adquiriendo más poder que los propios estados democráticos y soberanos. Y todo ello con unos costes sociales que la economía oficial ni los considera ni siquiera se los plantea. Esa es la triste realidad de nuestros días.
Ante esta situación que no solamente afecta a los tres países señalados, sino que en mayor o menor medida esas políticas de ajuste se aplican en toda la Unión Europea, el ciudadano se pregunta con insistencia: ¿por qué estamos así? ¿tanto poder tienen esos mercados?
Respecto a la primera pregunta, caben al menos dos respuestas que vienen a explicar el enorme déficit público en el que han incurrido los países europeos (y también EE.UU.).
En primer lugar, es cierto que los gobiernos han gastado con excesiva alegría, y en algunos casos se ha derrochado dinero público en conceptos sin justificación, de escasa eficiencia, cuando no con fuertes dosis de fraude y corrupción.
En segundo lugar, no es menos cierto que los gobiernos han tenido que dedicar muchos millones de euros (o dólares) a sanear las entidades financieras que entraron en graves dificultades cuando estalló la crisis financiera en el verano de 2007. Las entidades financieras, a pesar de ser empresas privadas, no son empresas como las demás. Cuando una empresa, grande o pequeña, quiebra es, sin duda, un gran problema, pero ese gran problema, se limita a los acreedores, a los proveedores y muy especialmente a los empleados que quedan en el paro. Indudablemente se produce un coste humano muy importante. Pero cuando una entidad financiera tiene dificultades, no se le puede dejar caer, pues al ser el soporte de la política monetaria y sobre todo, al afectar a la confianza de todo el sistema, sus efectos irían mucho más allá de sus límites empresariales. De ahí que esté plenamente justificado el uso de recursos públicos en los casos de crisis bancaria. Otra cosa es bajo qué condiciones se procede a la intervención del banco central. Obviamente, para financiar esas enormes sumas de recursos, los estados han tenido que salir a los mercados internacionales para canalizar los fondos hacia los bancos y cajas de ahorro en dificultades.
De lo anterior se puede vislumbrar la contestación a la segunda pregunta: los estados nacionales han pedido mucho dinero a los mercados financieros internacionales y poco a poco han situado a éstos en una posición de preponderancia respecto a ellos mismos. Eso es cierto, pero no es menos cierto que los agentes financieros (fondos de inversión, fondos de pensiones, bancos, hedge funds, etc.) que actúan en esos mercados internacionales son los mismos que provocaron la enorme burbuja que, a su vez, propició las crisis que ahora estamos padeciendo.
Esos agentes, que en su día prestaron con excesiva alegría, y crearon las hipotecas basuras y otros activos tóxicos, son los mismos que ahora exigen a los estados la puntual devolución de los fondos prestados y aplican elevados tipos de interés y altas primas de riesgo cuando aprecian que el estado, es decir la sociedad, está en dificultades.
Cuando el estallido de la crisis obligó a reunirse al G-20 con el propósito de reformar los mercados financieros ( e incluso, según afirmó el presidente Sarkozy, para reformar el propio sistema capitalista), parecía que se iba a atajar de raíz el problema. A muchos se nos despertó la esperanza de que de una vez por todas, se cambiara el sistema, se regularizasen los mercados financieros, se acabara de verdad con los paraísos fiscales, se controlara a las agencias de rating, se aplicasen tasas impositivas a los enormes beneficios obtenidos en los mercados especulativos, se pusiese límites a la burbuja financiera internacional…Pero desgraciadamente, tres años después apenas se ha hecho nada en esas cumbres del G-20 y los agentes financieros que actúan en los mercados no solamente controlan las finanzas internacionales sin límite alguno, sino que, por primera vez en la historia, están adquiriendo más poder que los propios estados democráticos y soberanos. Y todo ello con unos costes sociales que la economía oficial ni los considera ni siquiera se los plantea. Esa es la triste realidad de nuestros días.
Bitácora
(Ginebra-Friburgo-Zürich marzo 2011)
(1) Los autores de este llamamiento constatan con preocupación que más de tres años después del comienzo de la crisis que ha hecho la luz sobre las dificultades, limitaciones, peligros y responsabilidades del pensamiento dominante en materia económica, este último continúa ejerciendo un casi-monopolio en el mundo académico. Este monopolio reposa sobre el poder institucional que sus incondicionales ejercen sobre el mundo académico y de la investigación. La dominación, difundida y transmitida por las presuntas mejores universidades remonta a al menos un cuarto de siglo y es mundial. Sin embargo, la manera como este paradigma persiste a pesar de la crisis actual pone en evidencia su magnitud y peligrosidad de su carácter dogmático. Los educadores y investigadores, signatarios del presente llamamiento, constatan que esta situación limita la fecundidad de la investigación y de la docencia en economía, finanzas y administración, ya que los desvía de cuestiones fundamentales para la sociedad.
(2) Este llamamiento es a la vez público e internacional y se inscribe en un marco más amplio de iniciativas convergentes. En efecto, en las condiciones actuales, el mundo académico no esta más en medida de formar espíritus abiertos, innovadores y responsables, capaces de enfrentar los retos actuales y venideros. Esta situación no se limita a Suiza, o a Europa. La investigación debe contribuir al bien común y no producir análisis complacientes sobre los supuestos beneficios de la financiarización de todo el sistema económico obtenido a través de los supuestos beneficios de la innovación y la especulación financiera.
(3) Los profesores, docentes e investigadores son los guardianes de la confianza de la sociedad quien les dio la tarea de servir a la transmisión y la búsqueda constante de una mejor aprehensión de la realidad. Es sólo en este contexto que la libertad académica tiene sentido, ella es responsabilidad y no licencia. Así, hoy por hoy, una de las principales prioridades de la investigación debería ser examinar sus propios fundamentos y prácticas a la luz de los fenómenos que condujeron a la crisis financiera. Sólo entonces será posible desarrollar políticas y remedios que permitan recuperar un funcionamiento equilibrado de la economía.
(4) Es entonces imprescindible superar las discusiones a puertas cerradas entre especialistas todos amoldados al mismo pensamiento dominante. Por construcción, estas discusiones no son capaces de cuestionar sus propias teorías. La situación actual requiere por consiguiente la apertura de estas disciplinas a una investigación fundamental imperativa para establecer la distancia necesaria para su regeneración. Este esfuerzo se ve obstaculizado por una fuerte resistencia interna y debe por lo tanto encontrar relevos externos. Para afirmar un pluralismo de enfoques, conviene entonces debatir sobre los fundamentos (epistemológicos, éticos y antropológicos) de las disciplinas de economía, de finanzas y de administración.
(5) Como depositarios de la confianza de los ciudadanos y como productores de ideas que influyen los comportamientos y las políticas, alertamos la opinión pública y el mundo político sobre el hecho de que las condiciones de cumplimiento responsable de nuestra misión están comprometidas. Este llamamiento se dirige, por una parte, a los estudiantes, jóvenes investigadores, colegas y a los actores económicos, y por otra parte, a aquellos que ejercen responsabilidades públicas en materia de educación y de investigación universitaria, rectores y presidentes de instituciones de enseñanza, sin olvidar a los responsables de estructuras de financiación de la investigación. Es a ellos a quienes les corresponde, en primer lugar, garantizar que las condiciones necesarias para la renovación fundamental para nuestras disciplinas y el regreso al pluralismo de enfoques, sean rápidamente reunidas.
(6) Los profesores y docentes de educación superior, signatarios de este llamamiento sugieren pistas de acción capaces de promover el pluralismo, la defensa contra el riesgo de ceguera dogmática y la deriva de políticas y de comportamientos resultantes. Ellos proponen en particular:
Que un examen retrospectivo y crítico sea puesto en marcha, a fin de poner nuevamente en el espíritu de cada uno la cuestión de la importancia, para la sociedad, de las investigaciones que se producen a través de la financiación pública. La libertad académica no podría justificarse al ignorar la responsabilidad de los docentes e investigadores en este ámbito.
Que en el plano institucional, un enfoque global e interdisciplinario sean realmente promovidos.
(7) Asimismo, se trata de crear las condiciones necesarias para que la pluralidad este presente y sea reconocida en todos los niveles de la jerarquía académica:
A través de la toma en cuenta, en la contratación de nuevos profesores, del interés que estos portan en resolver los problemas socio-económicos, así como la equidad económica en general, la estabilidad y la sostenibilidad del sistema económico-financiero.
A través de la ampliación de los criterios de evaluación de la investigación a fin de incorporar la pertinencia de los temas seleccionados, el contenido y el carácter interdisciplinario de los artículos o de los libros publicados y no sólo el número de publicaciones en algunas revistas monolíticas.
(8) La crítica del pensamiento dominante es una exigencia científica. Se trata entonces de avanzar sobre estas pistas de acción para que el pluralismo se convierta en una realidad reconocida y apreciada y que este ultimo enriquezca el debate público e ilumine las decisiones políticas.
El texto de este llamamiento con las firmas de los autores se encuentra en línea en diferentes versiones lingüísticas en el sitio Web de l’Observatoire de la Finance (http://www.obsfin.ch/) y en el blog http://www.responsiblefinance.ch/.
La adhesión y los comentarios pueden ser hacerse en línea en el blog http://www.responsiblefinance.ch/, o enviados al correo electrónico siguiente manifeste@obsfin.ch.
(2) Este llamamiento es a la vez público e internacional y se inscribe en un marco más amplio de iniciativas convergentes. En efecto, en las condiciones actuales, el mundo académico no esta más en medida de formar espíritus abiertos, innovadores y responsables, capaces de enfrentar los retos actuales y venideros. Esta situación no se limita a Suiza, o a Europa. La investigación debe contribuir al bien común y no producir análisis complacientes sobre los supuestos beneficios de la financiarización de todo el sistema económico obtenido a través de los supuestos beneficios de la innovación y la especulación financiera.
(3) Los profesores, docentes e investigadores son los guardianes de la confianza de la sociedad quien les dio la tarea de servir a la transmisión y la búsqueda constante de una mejor aprehensión de la realidad. Es sólo en este contexto que la libertad académica tiene sentido, ella es responsabilidad y no licencia. Así, hoy por hoy, una de las principales prioridades de la investigación debería ser examinar sus propios fundamentos y prácticas a la luz de los fenómenos que condujeron a la crisis financiera. Sólo entonces será posible desarrollar políticas y remedios que permitan recuperar un funcionamiento equilibrado de la economía.
(4) Es entonces imprescindible superar las discusiones a puertas cerradas entre especialistas todos amoldados al mismo pensamiento dominante. Por construcción, estas discusiones no son capaces de cuestionar sus propias teorías. La situación actual requiere por consiguiente la apertura de estas disciplinas a una investigación fundamental imperativa para establecer la distancia necesaria para su regeneración. Este esfuerzo se ve obstaculizado por una fuerte resistencia interna y debe por lo tanto encontrar relevos externos. Para afirmar un pluralismo de enfoques, conviene entonces debatir sobre los fundamentos (epistemológicos, éticos y antropológicos) de las disciplinas de economía, de finanzas y de administración.
(5) Como depositarios de la confianza de los ciudadanos y como productores de ideas que influyen los comportamientos y las políticas, alertamos la opinión pública y el mundo político sobre el hecho de que las condiciones de cumplimiento responsable de nuestra misión están comprometidas. Este llamamiento se dirige, por una parte, a los estudiantes, jóvenes investigadores, colegas y a los actores económicos, y por otra parte, a aquellos que ejercen responsabilidades públicas en materia de educación y de investigación universitaria, rectores y presidentes de instituciones de enseñanza, sin olvidar a los responsables de estructuras de financiación de la investigación. Es a ellos a quienes les corresponde, en primer lugar, garantizar que las condiciones necesarias para la renovación fundamental para nuestras disciplinas y el regreso al pluralismo de enfoques, sean rápidamente reunidas.
(6) Los profesores y docentes de educación superior, signatarios de este llamamiento sugieren pistas de acción capaces de promover el pluralismo, la defensa contra el riesgo de ceguera dogmática y la deriva de políticas y de comportamientos resultantes. Ellos proponen en particular:
Que un examen retrospectivo y crítico sea puesto en marcha, a fin de poner nuevamente en el espíritu de cada uno la cuestión de la importancia, para la sociedad, de las investigaciones que se producen a través de la financiación pública. La libertad académica no podría justificarse al ignorar la responsabilidad de los docentes e investigadores en este ámbito.
Que en el plano institucional, un enfoque global e interdisciplinario sean realmente promovidos.
(7) Asimismo, se trata de crear las condiciones necesarias para que la pluralidad este presente y sea reconocida en todos los niveles de la jerarquía académica:
A través de la toma en cuenta, en la contratación de nuevos profesores, del interés que estos portan en resolver los problemas socio-económicos, así como la equidad económica en general, la estabilidad y la sostenibilidad del sistema económico-financiero.
A través de la ampliación de los criterios de evaluación de la investigación a fin de incorporar la pertinencia de los temas seleccionados, el contenido y el carácter interdisciplinario de los artículos o de los libros publicados y no sólo el número de publicaciones en algunas revistas monolíticas.
(8) La crítica del pensamiento dominante es una exigencia científica. Se trata entonces de avanzar sobre estas pistas de acción para que el pluralismo se convierta en una realidad reconocida y apreciada y que este ultimo enriquezca el debate público e ilumine las decisiones políticas.
El texto de este llamamiento con las firmas de los autores se encuentra en línea en diferentes versiones lingüísticas en el sitio Web de l’Observatoire de la Finance (http://www.obsfin.ch/) y en el blog http://www.responsiblefinance.ch/.
La adhesión y los comentarios pueden ser hacerse en línea en el blog http://www.responsiblefinance.ch/, o enviados al correo electrónico siguiente manifeste@obsfin.ch.
Bitácora
Leo un informe acerca de la delicada situación económica en la que vive la gente joven con menos de 35 años. Quizás sean las cifras de paro el exponente más significativo para reflejar la grave situación de la juventud actual: más del 20% como media en la Unión Europea, siendo muy superior en países como Francia, Italia, Grecia o España, donde, en este último caso, se supera el 40%.
Pero las cifras de desempleo no reflejan toda la realidad en la que vive la juventud actual en estos países europeos desarrollados -no hay que olvidar que en los países subdesarrollados, que son mayoría, más que de empleo hay que hablar de supervivencia y otros problemas aún más perentorios-. Detrás de las cifras de paro se esconden otras realidades que no siempre se valoran en los análisis económicos. Así, el hecho de que en la Unión Europea, uno de cada cinco jóvenes esté en paro (y en España casi uno de cada dos), no quiere decir , ni mucho menos, que los que trabajan tengan resuelta la vida. En la UE, más del 36% de empleo es eventual y en España, este porcentaje alcanza el 73%.
No obstante, la gravedad económica de la juventud europea –insisto, por no hablar de la gravedad aún mayor de muchos países más atrasados- no se queda ahí. La inmensa mayoría de los sueldos no llega a los mil euros, lo cual tiene como consecuencia, por ejemplo, que sea extremadamente difícil el acceso a la vivienda para los jóvenes. Ahora bien, esto no es sólo efecto de la crisis actual. No es algo pasajero. La crisis está agravando la situación, es cierto, pero el problema es mucho más profundo, se localiza en el sistema económico que tenemos. Una muestra de ello es el hecho de que mucho antes de la crisis, hace 30 años, en España a un joven medio le era necesario 14 sueldos mensuales para adquirir una vivienda y ahora son necesarios, nada más y nada menos que 175 sueldos mensuales.
Las condiciones de precariedad en el empleo de la gente joven en los países avanzados son ciertamente lamentables –no digamos en Latinoamérica, Asia o África-. Las empresas grandes tratan de prejubilar a los empleados mayores y contratar a jóvenes, con idiomas y muy preparados, pero con unos costes salariales mucho menores. Si miramos al futuro, las pensiones de los que ahora tienen 25-35 años no están ni mucho menos garantizadas. El sistema económico que estamos construyendo –basado exclusivamente en los mercados- hace aguas por muchos sitios y la grave crisis actual que estamos padeciendo no es más que un exponente más de ello.
En mi opinión, como economista, creo que el fracaso de nuestro sistema económico se localiza principalmente -más allá de la corrupción y falta de moral de muchos responsables económicos- en la ignorancia de los teóricos de la economía. En la ciencia económica hay muchos mitos. Las grandes teorías de la economía (las que sacralizan el mercado) provienen de la universidades “de prestigio” que sólo piensan en el mundo de los ricos y en lo inmediato. No les preocupa la pobreza ni el futuro de la nuevas generaciones.
Y lo peor es que las ideas son las que mueven el mundo. Son más importantes que cualquier otra cosa, incluso que el dinero. Lo que viene ocurriendo desde hace mucho tiempo es que se nos viene vendiendo la idea de que el dinero, a través del mercado, es el exclusivo y excluyente sentido de la vida. Y todos asumimos esa falsa ley económica sin rechistar a pesar de todo el daño que ocasiona. He ahí el tumor que habría que extirpar. Y cada uno, en nuestro papel, deberíamos hacer todo lo posible por conseguirlo. ¿Son los jóvenes conscientes de esta responsabilidad personal?
Pero las cifras de desempleo no reflejan toda la realidad en la que vive la juventud actual en estos países europeos desarrollados -no hay que olvidar que en los países subdesarrollados, que son mayoría, más que de empleo hay que hablar de supervivencia y otros problemas aún más perentorios-. Detrás de las cifras de paro se esconden otras realidades que no siempre se valoran en los análisis económicos. Así, el hecho de que en la Unión Europea, uno de cada cinco jóvenes esté en paro (y en España casi uno de cada dos), no quiere decir , ni mucho menos, que los que trabajan tengan resuelta la vida. En la UE, más del 36% de empleo es eventual y en España, este porcentaje alcanza el 73%.
No obstante, la gravedad económica de la juventud europea –insisto, por no hablar de la gravedad aún mayor de muchos países más atrasados- no se queda ahí. La inmensa mayoría de los sueldos no llega a los mil euros, lo cual tiene como consecuencia, por ejemplo, que sea extremadamente difícil el acceso a la vivienda para los jóvenes. Ahora bien, esto no es sólo efecto de la crisis actual. No es algo pasajero. La crisis está agravando la situación, es cierto, pero el problema es mucho más profundo, se localiza en el sistema económico que tenemos. Una muestra de ello es el hecho de que mucho antes de la crisis, hace 30 años, en España a un joven medio le era necesario 14 sueldos mensuales para adquirir una vivienda y ahora son necesarios, nada más y nada menos que 175 sueldos mensuales.
Las condiciones de precariedad en el empleo de la gente joven en los países avanzados son ciertamente lamentables –no digamos en Latinoamérica, Asia o África-. Las empresas grandes tratan de prejubilar a los empleados mayores y contratar a jóvenes, con idiomas y muy preparados, pero con unos costes salariales mucho menores. Si miramos al futuro, las pensiones de los que ahora tienen 25-35 años no están ni mucho menos garantizadas. El sistema económico que estamos construyendo –basado exclusivamente en los mercados- hace aguas por muchos sitios y la grave crisis actual que estamos padeciendo no es más que un exponente más de ello.
En mi opinión, como economista, creo que el fracaso de nuestro sistema económico se localiza principalmente -más allá de la corrupción y falta de moral de muchos responsables económicos- en la ignorancia de los teóricos de la economía. En la ciencia económica hay muchos mitos. Las grandes teorías de la economía (las que sacralizan el mercado) provienen de la universidades “de prestigio” que sólo piensan en el mundo de los ricos y en lo inmediato. No les preocupa la pobreza ni el futuro de la nuevas generaciones.
Y lo peor es que las ideas son las que mueven el mundo. Son más importantes que cualquier otra cosa, incluso que el dinero. Lo que viene ocurriendo desde hace mucho tiempo es que se nos viene vendiendo la idea de que el dinero, a través del mercado, es el exclusivo y excluyente sentido de la vida. Y todos asumimos esa falsa ley económica sin rechistar a pesar de todo el daño que ocasiona. He ahí el tumor que habría que extirpar. Y cada uno, en nuestro papel, deberíamos hacer todo lo posible por conseguirlo. ¿Son los jóvenes conscientes de esta responsabilidad personal?
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Catedrático de Economía Aplicada (Universidad de Sevilla), Joaquín Guzmán Cuevas es autor y/o coautor de 15 libros sobre Sistema Financiero, Pymes, Economía Andaluza, Economía Española, Economía Mundial y Economía-Etica, así como autor de más de 30 artículos científicos en revistas nacionales e internacionales. Ha impartido docencia en las universidades de Sevilla, Huelva, Jaén, Nebrija (Madrid), Complutense (Madrid), Florencia (Italia), Nottingham (Reino Unido), Atenas (Grecia), Brno (Rep. Checa), Aquisgrán (Alemania), además de en otros foros académicos-empresarial y universidades de verano. Secretario General de la Sociedad de Economía Mundial (SEM), es Miembro del Comité Editor de la Revista de Economía Mundial, de la Revista de Estudios Andaluces y de la Internacional Entrepreneurship and Management Journal (Springer). Joaquin Guzmán murió debido a una cruel enfermedad el 25 de agosto de 2012. Con nuestra gratitud y respeto.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
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