En la era en la que vivimos, ya no solo nos comunicamos entre las personas, sino que también lo hacemos con las máquinas. Las tecnologías del “Internet de las Cosas” (IoT), la red de objetos de nuestra vida cotidiana que están interconectados y se comunican, puede llegar a cualquier parte y se pueden aplicar a ámbitos tan dispares como la medicina o incluso, la agricultura, para convertirla en una herramienta con el objetivo de conseguir una mayor productividad, eficiencia, ahorro de costes y sostenibilidad medioambiental.
La idea del IoT es que todos los objetos físicos puedan estar conectados entre sí y con las personas, que funcionen de manera autónoma con su entorno, y reciban y envíen información útil. Las TIC, aplicadas al ámbito de la agricultura, pueden ayudarnos a conseguir más producción y con más calidad. ‘El 30% de las empresas del sector agrícola ha implantado soluciones de automatización de riego y el 57% de las mismas invertirá a medio plazo en este tipo de tecnologías. No solo eso, un 18% plantea que hará esas inversiones este mismo 2015’, según datos de un estudio llamado “Las soluciones digitales en la empresa española” elaborado por Movilforum.
Dentro del campo del medio ambiente, existen dispositivos que valoran, en tiempo real, la calidad del aire y comunican esos datos, lo que podría usarse para evitar la contaminación urbana. Ya se controla el impacto de las condiciones oceánicas y el cambio climático en los ecosistemas marinos, y los datos se envían a través de tecnologías inalámbricas, como satélite y redes móviles.
La tecnología Smart Agro de Telefónica se basa en sensores inteligentes, económicos, y con muy bajo consumos eléctrico, capaces de captar información como temperatura, radiación solar, pH, conductividad y humedad del terreno, entre otros. Gracias a este proyecto se permite conocer los parámetros de producción, de la transformación, de la comercialización, e incluso se pueden preparar calendarios de cultivo. Estos sensores envían la información a una plataforma “en la nube” en la que se procesa y presenta la información para que los expertos puedan tomar decisiones y actuar eficazmente. Aunque sea desde muchos kilómetros de distancia, para incluso, anticiparse a lo que puede suceder en el lugar en el que se producirá la venta del producto.
Asimismo esta solución también es aplicable a la ganadería, con la monitorización de silos para harinas de alimentación animal en granjas, lo cual permite la optimización de los procesos de reabastecimiento de comida y fabricación de los piensos animales además de conocimiento de cuánto está consumiendo la cabaña. Además la solución permite el control de temperatura y humedad en granjas para la vigilancia de la cría y el buen desarrollo de los animales en la misma.
La “agricultura de precisión” no solo requiere al información que el Big Data pueda proporcionarla, y su análisis, si no que requiere también el uso de las tecnologías de Sistemas de Posicionamiento Global (GPS), satélites e imágenes aéreas junto con Sistemas de Información Geográfica (SIG) para estimar, evaluar los posibles cambios y predecir con más exactitud la producción de los cultivos. Este tipo de sistema se traduce en la optimización de la calidad y cantidad de un producto agrícola, minimizando su coste a través del uso de tecnologías más eficientes y de una manera más sostenible.
La idea del IoT es que todos los objetos físicos puedan estar conectados entre sí y con las personas, que funcionen de manera autónoma con su entorno, y reciban y envíen información útil. Las TIC, aplicadas al ámbito de la agricultura, pueden ayudarnos a conseguir más producción y con más calidad. ‘El 30% de las empresas del sector agrícola ha implantado soluciones de automatización de riego y el 57% de las mismas invertirá a medio plazo en este tipo de tecnologías. No solo eso, un 18% plantea que hará esas inversiones este mismo 2015’, según datos de un estudio llamado “Las soluciones digitales en la empresa española” elaborado por Movilforum.
Dentro del campo del medio ambiente, existen dispositivos que valoran, en tiempo real, la calidad del aire y comunican esos datos, lo que podría usarse para evitar la contaminación urbana. Ya se controla el impacto de las condiciones oceánicas y el cambio climático en los ecosistemas marinos, y los datos se envían a través de tecnologías inalámbricas, como satélite y redes móviles.
La tecnología Smart Agro de Telefónica se basa en sensores inteligentes, económicos, y con muy bajo consumos eléctrico, capaces de captar información como temperatura, radiación solar, pH, conductividad y humedad del terreno, entre otros. Gracias a este proyecto se permite conocer los parámetros de producción, de la transformación, de la comercialización, e incluso se pueden preparar calendarios de cultivo. Estos sensores envían la información a una plataforma “en la nube” en la que se procesa y presenta la información para que los expertos puedan tomar decisiones y actuar eficazmente. Aunque sea desde muchos kilómetros de distancia, para incluso, anticiparse a lo que puede suceder en el lugar en el que se producirá la venta del producto.
Asimismo esta solución también es aplicable a la ganadería, con la monitorización de silos para harinas de alimentación animal en granjas, lo cual permite la optimización de los procesos de reabastecimiento de comida y fabricación de los piensos animales además de conocimiento de cuánto está consumiendo la cabaña. Además la solución permite el control de temperatura y humedad en granjas para la vigilancia de la cría y el buen desarrollo de los animales en la misma.
La “agricultura de precisión” no solo requiere al información que el Big Data pueda proporcionarla, y su análisis, si no que requiere también el uso de las tecnologías de Sistemas de Posicionamiento Global (GPS), satélites e imágenes aéreas junto con Sistemas de Información Geográfica (SIG) para estimar, evaluar los posibles cambios y predecir con más exactitud la producción de los cultivos. Este tipo de sistema se traduce en la optimización de la calidad y cantidad de un producto agrícola, minimizando su coste a través del uso de tecnologías más eficientes y de una manera más sostenible.