La información tiene que fluir entre las personas de una organización
El CEASGA ha publicado hace poco un documento de trabajo sobre la aplicación de una metodología concreta, la hermenéutica analógica, a la gestión del conocimiento. La idea general del texto es conjugar el conocimiento cuantitativo que poseamos con el cualitativo. De este modo los niveles de gestión alcanzamos serán más prudentes y exitosos.
Según este documento, la gestión del conocimiento consiste en la transmisión de un determinado conocimiento, del tipo que sea, dentro de una organización: empresa, laboratorio, colegio, universidad, etc. En dicha gestión lo que se busca es transmitir algo que se considera importante y cuya utilidad es alta. Para que esto sea posible es necesario poner en marcha unos mecanismos de diálogo interno que hagan que la información se mueva sin demasiados problemas internos. En caso contrario la gestión no tendrá demasiado éxito.
Esta idea tan general contiene mucho poder, ya que toda organización necesita que sus miembros estén suficientemente informados para que se comprometan con la institución y sean capaces de solucionar aquellos problemas que se les presenten.
El problema, en ocasiones, proviene del hecho de que los jefes, director, presidentes, etc. no están dispuestos a ceder un ápice de su información para que los miembros de su organización la puedan manejar con soltura. Esta idea, tan arcaica, genera un cierto proceso de esterilización de la empresa, universidad, laboratorio, etc. ya que obliga a tener que pasar siempre por el presidente, jefe, etc. aunque la cuestión en juego no tenga demasiada importancia. Además, muchos de los empleados, miembros secundarios, etc. se sienten más útiles y orgullosos del lugar de trabajo si no son considerados como "marionetas" a las que le ordenas que hagan todo lo que deben hacer y son tratados como personas competentes, la cuales necesitan información para desarrollar con competencia sus labores.
La cuestión no es sencilla y la solución no la tiene ni el CEASGA, ni nadie. Pero un enfoque prudencial de esta gestión parece que podría implementar las capacidades de las empresas y de las organizaciones públicas.
Según este documento, la gestión del conocimiento consiste en la transmisión de un determinado conocimiento, del tipo que sea, dentro de una organización: empresa, laboratorio, colegio, universidad, etc. En dicha gestión lo que se busca es transmitir algo que se considera importante y cuya utilidad es alta. Para que esto sea posible es necesario poner en marcha unos mecanismos de diálogo interno que hagan que la información se mueva sin demasiados problemas internos. En caso contrario la gestión no tendrá demasiado éxito.
Esta idea tan general contiene mucho poder, ya que toda organización necesita que sus miembros estén suficientemente informados para que se comprometan con la institución y sean capaces de solucionar aquellos problemas que se les presenten.
El problema, en ocasiones, proviene del hecho de que los jefes, director, presidentes, etc. no están dispuestos a ceder un ápice de su información para que los miembros de su organización la puedan manejar con soltura. Esta idea, tan arcaica, genera un cierto proceso de esterilización de la empresa, universidad, laboratorio, etc. ya que obliga a tener que pasar siempre por el presidente, jefe, etc. aunque la cuestión en juego no tenga demasiada importancia. Además, muchos de los empleados, miembros secundarios, etc. se sienten más útiles y orgullosos del lugar de trabajo si no son considerados como "marionetas" a las que le ordenas que hagan todo lo que deben hacer y son tratados como personas competentes, la cuales necesitan información para desarrollar con competencia sus labores.
La cuestión no es sencilla y la solución no la tiene ni el CEASGA, ni nadie. Pero un enfoque prudencial de esta gestión parece que podría implementar las capacidades de las empresas y de las organizaciones públicas.