El medio rural es el espacio geográfico donde, tradicionalmente, se han llevado a cabo labores agrícolas y ganaderas por encima de cualquier otra actividad económica. No obstante, todo parece indicar que en los tiempos en los que vivimos estas están viendo disminuidas su importancia relativa en el contexto general. Por este motivo, y considerando en línea con la Declaración de Cork (1996) y de Salzburgo (2003) que es necesario fomentar el empleo y la igualdad de oportunidades, llevar a cabo mayores inversiones y, entre otras cosas, diversificar las actividades en este medio rural, podemos afirmar que las nuevas tecnologías se convierten en una de las grandes bazas de estas zonas.
De hecho, gracias a los medios telemáticos es posible regentar un negocio en zonas rurales sin necesidades de grandes estructuras que obliguen al comerciante a gastarse grandes cantidades de dinero. Además, y en otro orden de cosas, la producción de materia prima para el desarrollo de biocombustibles también se configura como otra de las grandes posibilidades (aunque esta se encuentra dentro de los procesos convencionales de desarrollo agrícola o ganadero).
De cualquier manera, las posibilidades antedichas nos muestran indefectiblemente la necesidad de apostar de manera decidida por la formación de las personas que vivan en las zonas rurales para que así puedan tener oportunidades de negocio que, de otro modo sería imposible.