Los biocombustibles, en sentido general, son sustancias de muy diverso tipo que pueden ser empleadas como combustible en calderas para así poder producir calor y/o electricidad. No obstante, estas sustancias se conocen fundamentalmente por su uso en motores de combustión interna, en cuyo caso se denominan biocarburantes. Por esta razón, aunque normalmente biocombustibles y biocarburantes son usados como sinónimo no significan exactamente lo mismo.
Como es bien sabido los biocarburantes engloban a los combustibles líquidos derivados de una determinada biomasa que tienen características similares a las de los carburantes convencionales: gasolinas y gasóleos. Esto hace que estas sustancias puedan ser usadas, sin demasiados problemas, en motores convencionales sin tener que efectuar grandes modificaciones en estos tipos de motores.
Los biocarburantes, actualmente, están en el ojo del huracán del debate socio-político-económico. No obstante, estas sustancias no son cosa del presente. Hace más de 100 años, Rudolf Diesel diseñó el prototipo del motor que, posteriormente, llevaría su nombre. Este motor estaba pensado para que funcionase con aceites vegetales y no con los carburantes convencionales que ahora conocemos.
Sin embargo, como el gasóleo era un combustible que se podía conseguir a un precio muy económico y tenía gran disponibilidad, finalmente se convirtió en los combustibles más empleados en el sector de la automoción.
Una vez que empezó a producirse crisis en la distribución y/o producción del petróleo fue cuando los biocombustibles se recuperaron y se volvió a plantear su posible utilización para el sector automovilístico. Actualmente es una de las grandes opciones existentes pero la falta de convencimiento general y su precio tan poco competitivo, en comparación con el petróleo, ha hecho que no se haya generalizado su uso. No obstante, todo parece indicar que este tipo de carburantes serán una auténtica transformación social en los próximos años.
Como es bien sabido los biocarburantes engloban a los combustibles líquidos derivados de una determinada biomasa que tienen características similares a las de los carburantes convencionales: gasolinas y gasóleos. Esto hace que estas sustancias puedan ser usadas, sin demasiados problemas, en motores convencionales sin tener que efectuar grandes modificaciones en estos tipos de motores.
Los biocarburantes, actualmente, están en el ojo del huracán del debate socio-político-económico. No obstante, estas sustancias no son cosa del presente. Hace más de 100 años, Rudolf Diesel diseñó el prototipo del motor que, posteriormente, llevaría su nombre. Este motor estaba pensado para que funcionase con aceites vegetales y no con los carburantes convencionales que ahora conocemos.
Sin embargo, como el gasóleo era un combustible que se podía conseguir a un precio muy económico y tenía gran disponibilidad, finalmente se convirtió en los combustibles más empleados en el sector de la automoción.
Una vez que empezó a producirse crisis en la distribución y/o producción del petróleo fue cuando los biocombustibles se recuperaron y se volvió a plantear su posible utilización para el sector automovilístico. Actualmente es una de las grandes opciones existentes pero la falta de convencimiento general y su precio tan poco competitivo, en comparación con el petróleo, ha hecho que no se haya generalizado su uso. No obstante, todo parece indicar que este tipo de carburantes serán una auténtica transformación social en los próximos años.