Fundación Nido
La Universidad es, sin lugar a dudas, la gran institución educativa que nos prepara para los retos que nos plantea la sociedad. En este sentido, la empresarialización de la investigación tecnocientífica, supuestamente, obligaría a esta institución a desarrollar mecanismos que permita gestionar, potenciar e implementar este proceso.
En este contexto es fundamental el desarrollo de los nidos empresariales que permitan a los profesores e investigadores la creación de empresas del tipo spin-off que transvasen el conocimiento tecnocientífico al mundo empresarial. El grave problema que tenemos aquí es que los grados, es decir los estudios universitarios, están lejos de asumir esta realidad y no incluyen en sus opciones docentes cuestiones que faciliten la adaptación del investigador al mundo empresarial.
Por otro lado, todavía existen muchos Campus que no ofrecen posibilidades de poner en marcha empresas, centros tecnológicos, etc. Todo esto es culpa, en buena parte, de una concepción del conocimiento tecnocientífico excesivamente tradicional en que el investigador, profesor, etc. se limita a investigar y apenas se plantea la posibilidad de que un determinado conocimiento tenga utilidad empresarial.
El ejemplo paradigmático de esto último lo encontramos en el mundo de las ciencias humanas y sociales. Estas disciplinas del saber parece que no tienen ninguna aplicación empresarial. No es así. La cuestión es buscar aquello que pueda tener utilidad social para que esto suceda.
En este contexto es fundamental el desarrollo de los nidos empresariales que permitan a los profesores e investigadores la creación de empresas del tipo spin-off que transvasen el conocimiento tecnocientífico al mundo empresarial. El grave problema que tenemos aquí es que los grados, es decir los estudios universitarios, están lejos de asumir esta realidad y no incluyen en sus opciones docentes cuestiones que faciliten la adaptación del investigador al mundo empresarial.
Por otro lado, todavía existen muchos Campus que no ofrecen posibilidades de poner en marcha empresas, centros tecnológicos, etc. Todo esto es culpa, en buena parte, de una concepción del conocimiento tecnocientífico excesivamente tradicional en que el investigador, profesor, etc. se limita a investigar y apenas se plantea la posibilidad de que un determinado conocimiento tenga utilidad empresarial.
El ejemplo paradigmático de esto último lo encontramos en el mundo de las ciencias humanas y sociales. Estas disciplinas del saber parece que no tienen ninguna aplicación empresarial. No es así. La cuestión es buscar aquello que pueda tener utilidad social para que esto suceda.